El juego transcurrió y ellos hicieron lo que se le pidió hasta lograr su objetivo. Pero no se percataron ojos curiosos que habían presenciado cada uno de sus movimientos.
Agustín volvió a su lugar con una sonrisa victoriosa, el rubio se aclaró la garganta para hablar.
-John, tardaste cincuenta y cuatro segundos. Y Agustín, vos tardaste ¡treinta y nueve segundos!
Agus gritó victoriosamente y John enojado golpeó la mesa y gritó–: Esto no se va a quedar asi Bernasconi, ¡Ya vas a ver!
(...)
Había pasado una semana y Agustín ahora se encontraba a minutos de tener la clase de inglés, y de concluir con su venganza.
-Buenos días alumnos –dijo la profesora mientras ingresaba al salón.
-Buenos días –respondieron ellos al unísono.
La maestra se dirigió a su escritorio y asentó su maletín como hacia siempre, pero no miró si había algo en ese lugar. Y claro, ¿Quién se puede imaginar que asentando su maletín en algún lugar se va a manchar de aderezos? Si, de aderezos, la mitad de la venganza de Agus.
Tomó asiento y chilló ante pequeños pinchazos que recibió al sentarse, ¡Agustín puso chinches en su asiento!
-¿Quién fue el sin-vergüenza que puso esto? –dijo enojada mientras mostraba una chinche entre sus dedos. Nadie respondía, lo que hizo que aumentara el enojo de la profesora.
Agustín estaba tranquilo y callado sin mostrar emoción alguna en su rostro para pasar desapercibido. Hasta que su tranquilidad se fue al recordar algo.
-Y Agus, ¿Qué onda el colegio?
-Bien, que se yo... la de ingles me tiene medio cansado o mejor dicho podrido. Pero lo demás bien.
-¿Te hizo algo o vos a ella?
-Por ahora no le hice nada, pero el otro día me tuve que rebajar pidiéndole disculpas, algo que no me agrado nada y por eso va a tener su merecido.
Jonh había estado presente en esa conversación que fue en la fiesta y se empezó a preocupar.
– Esto no se va a quedar asi Bernasconi, ¡Ya vas a ver!
Esas palabras le retumban en la cabeza una y otra vez, giró la cabeza para ver quienes estaban y lo vio, John estaba ahí, y dudaba de que él fuera a perder la oportunidad de vengarse ante la derrota de la juntada.
(...)
Caro estaba en las aburridas clases de ciencias diseñando vestidos en su cuaderno de diseño. A ella le encanta la moda, eso era algo que todos sabían a simple vista, pero también amaba diseñar, y no solo vestidos sino que también zapatos, faldas, accesorios, etc. Su sueño era algún día ser una diseñadora reconocida en el mundo y tener su propia línea de ropa.
La clase se hacía eterna y Caro quería cambiar de aires aunque sea unos diez segundos, pero el profesor de ciencias era el típico que por nada en el mundo te dejaria ir al baño, por eso ella ni se molestó en preguntarle.
Prácticamente estaba llenando el pizarrón de fórmulas y teorías, algo que Caro no entendió porque no prestó atención en toda la clase. El profesor en un momento se dio vuelta para comprobar que todo estuviera en orden y vio a Carolina muy concentrada en su libreta y totalmente sumergida en sus pensamientos entonces decidió hablarle.
-Kopelioff –Caro levanto la cabeza para verlo y él siguió-. ¿Qué acabo de decir?
-Perdón no lo escuché, es que me duele mucho la cabeza –mintió.
-Bueno, entonces vaya a tomar agua y después búsqueme en dirección una tiza porque ya se acaba.
Carolina no podía creer que el profesor le haya dicho eso como si le preocupara su supuesto dolor de cabeza, solo no le dio importancia a ese pensamiento, estaba feliz pero no lo demostró, solo asintió y salió del salón. Iba aprovechar a tomar agua para caminar un poco más, ir al baño y tardar en volver a la aburrida clase de ciencias. La tiza a nadie le importaba.
Mientras iba a tomar agua Caro iba mirando al suelo muy distraída hasta que chocó con alguien y la sacó de sus pensamientos.
(...)
-¿Quién fue el sin-vergüenza que puso esto? –preguntó por novena vez la profesora, y ahora totalmente indignada por el silencio de sus alumnos.
-Yo sé –dijo John parándose con una sonrisa malvada.
-¿Y quién es?
Agustín rogaba que no lo dijera mientras apretaba los puños para controlar su furia. John lo miró disimuladamente antes de dar su respuesta y soltó una pequeña risa al ver la cara que tenia Agus de preocupación.
-¡Vamos hable! –gritó la profesora sin poder aguantar el suspenso.
-Agustín Bernasconi, el fue. –dijo John con toda la venganza del mundo en su voz.
-¿Eso es cierto Bernasconi?
El no respondió y dirigió su mirada a otro lado.
-¡Agustín le estoy hablando!
No había vuelta atrás, por más que se negara ya lo habían descubierto.
-Si, fui yo –a pesar de que sabía que se estaba metiendo en grandes problemas le restó importancia a lo que pudieran decirle o hacerle.
-¿Y lo dice asi como si nada? ¿No se va a disculpar aunque sea? –la profesora no estaba entendiendo en su totalidad la actitud de Agustín, sabía que él era rebelde y todo eso, pero no estaba midiendo las consecuencias de sus actos, por ese motivo quería ver hasta donde llegaba.
-No –dijo con una sonrisa malévola.
-¿No va a pedir disculpas?
-No.
-Bien, se las arregla con el director ahora, vaya a hablar con él a dirección.
-No tengo ganas.
-No le pregunté si tiene ganas o no de ir, le dije que fuera y va a ir.
-Le dije que no tengo ganas y no tengo ganas.
-Usted me está declarando la guerra –Agus sonrió, ella estaba entendiendo que el quería guerra y nadie le iba a impedir lucharla-. Pero como usted no tiene ganas de ir a dirección, ni yo de guerra, si no va ahora queda expulsado del colegio.
Ella sonrió victoriosa y a Agustín se le cambió toda expresión de alegría o victoria a una de enojo puro. La furia empezó a correr por sus venas y ya no tenía nada que hacer. Tal vez si le podían impedir luchar.
-¡Me tiene podrido! –dijo mientras se dirigía a la puerta y dar un portazo al salir.
Su plan en parte había fracasado.
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¡Nuevo capitulo! Wooooooooo ¿Les gustó? ¿Que les parece la actitud de Agus? ¿Este es el verdadero?
¡Voten y comenten! Nos estamos leyendo.
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Lo nuestro es amor | Aguslina
FanfictionAgustín Bernasconi y Carolina Kopelioff, dos de los chicos más populares del colegio. Les gusta hacer las cosas a su manera, sin recibir órdenes de nadie, son rebeldes y muy escasas las oportunidades en las que aceptan un consejo que no sea de ellos...