S E I S

2.4K 464 43
                                    

Cualquier malestar que haya sentido cuando estuve despierta, desapareció al ver a Evan en mis sueños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cualquier malestar que haya sentido cuando estuve despierta, desapareció al ver a Evan en mis sueños. Aún no puedo creer la exactitud con que aparece en ellos; quiero pensar que si sigue conmigo, está bien; que quizás esa fue su voluntad y por eso sea quien sea el ser encargado de pasar las almas al otro lado, lo dejó quedarse.

De nuevo lo que me despierta es la voz de mi suegro diciéndome que es increíblemente tarde.

—Catalina, ¿estás bien? —pregunta al ver mi desorientación al abrir los ojos— Linda, son casi las doce. ¿Estás enferma?

Su preocupación nace del hecho de que yo nunca duermo tanto; suelo ser una persona activa y madrugadora pero supongo que las visitas de Evan me han mantenido dormida más tiempo del que debería. No quiero contarle al señor Christopher de mis casi alucinaciones por no preocuparlo. Tanto por mí como por Evan; él es demasiado creyente en el más allá y si le digo que su hijo posiblemente no ha llegado aún a ese lado, acabaría con la poca tranquilidad que ha logrado conseguir en estas semanas.

—Sí, lo siento. No he dormido mucho en las noches —miento desviando la mirada— y logro conciliar el sueño ya en la madrugada. No es nada.

Me examina con los ojos entrecerrados diciéndome que no me cree nada con su expresión.

—Linda, sé que es duro —dice luego de unos minutos de silencio—. Pero mi muchacho querría que siguiéramos con nuestras vidas.

El nudo en mi garganta no se hace esperar; es cierto: aún no asimilo su ausencia y menos aún viéndolo en mi inconsciencia. Sin embargo no quiero delatarme y hundirlo a él con mi dolor.

—Lo sé. De verdad estoy bien.

Asiente muy poco convencido y sonríe tristemente antes de salir de mi habitación. Cuando cierra la puerta, me permito soltar dos lágrimas para luego respirar hondo y poner los pies en el suelo; preparada para enfrentar otro día sin él.

•••

El aspecto completamente ajeno a mí que me devuelve el espejo, hace que deje salir un jadeo. Mi piel parece de papel y nunca había estado tan delgada en mi vida. Luego de la tercera falta a mi trabajo, me despidieron –con obvia justa causa–, pero en realidad no me importó; tenía ahorros así que no me he esforzado en buscar un nuevo empleo aún.

Mi suegro está bastante preocupado aunque lo oculta bajo una sonrisa que pretende ser comprensible cuando le digo los ya comunes y frecuentes «Estoy bien». Han pasado diez días desde la primera aparición de Evan en mis sueños; cada noche vuelve. Siempre en diferentes escenarios, siempre en lugares que significan algo para nosotros, siempre su rostro igual de real.

Ha estado hablando más, haciendo que el sonido de su voz se grabe más a fondo en mi banco de la memoria. Todas esas noches, he dormido demasiado; en las tardes me acuesto solo porque sé que al dormir, lo veré.

He estado comiendo poco; el apetito no llega a mí y prefiero seguir en su compañía. Mi suegro dice que no es normal que me dé tanto sueño: más de quince horas al día; pero siempre lo convenzo diciendo que estoy bien, que solo es una etapa y que pronto lo superaré.

Sin embargo, insistió en que tomara una cita con un psicólogo, convencido de que necesito hablar con alguien y que sabe que con él no me sinceraré. Puede que tenga razón en eso así que saqué la hora y acá estoy en el consultorio frente a una señora de más de cuarenta años con rostro amable que me pregunta cómo estoy.

—Me siento bien —afirmo. Su semblante no cambia a ninguna expresión específica.

—Catalina, sabes que no luces bien ¿verdad?

—Solo estoy más delgada, aún llevó su duelo.

—Estás estancada en la negación, Catalina —explica—. Eso no es bueno. Debes dejarlo ir.

Me debato mentalmente de si debo o no contarle lo que le sucede. Creo que debo hacerlo, después de todo, ese es su trabajo y puede ayudarme compartirlo con alguien; aunque realmente no lo veo como un problema. La imagen de Evan en mi mente es la luz que me está ayudando a salir ahora.

—Sueño con él —confieso—. Es su manera de estar conmigo, o eso quiero pensar. Es tan... real que me hace feliz.

Le conté cada sensación que experimentaba en mis sueños; cada réplica de lo que sentí con él en vida y lo emocionada que me sentía cada que aparecía a mi lado de nuevo. Me recetó unas píldoras para la ansiedad y anti depresivos. Tomé la receta pero no compré los medicamentos. Yo no estoy loca, lo sé.

Estoy en una situación que solo puede entenderse si se vive; alguien que solo me escucha no puede saber lo que siento y lo importante que es para mí quedarme como estoy.

Cristopher insistió en dormir en la otra habitación de mi departamento. Según él, necesito compañía; creo que de alguna manera él cree que puedo levantarme a medianoche a suicidarme o algo. Pero jamás lo haría, así como llevo mi relación con Evan justo ahora, estoy feliz y él me dice que también lo está así que no me siento culpable en absoluto.

Al alcanzar la inconsciencia total, empiezo a caminar buscando a Evan en el escenario que mi mente armó hoy para nuestro encuentro.

Estamos en el restaurante donde tuvimos nuestra primera cita. Trae un lindo traje negro y mi vestido es rojo; me sonríe con tanto amor que mi corazón se acelera de solo verlo. Su imagen tan nítida y su tacto tan cálido, me llena de regocijo.

—No sabes lo mucho que te extraño, Evan.

Parece desviar la mirada y siento que metí la pata. No quiero que se sienta mal y termine dejándome de nuevo. Aún así me sonríe de nuevo con dulzura, relajando así el momento.

De repente el colorido alrededor empieza a oscurecer; los bordes de los objetos comienzan a desdibujarse de a poco; es diferente a cuando me despierto normalmente; es más... lóbrego y un aire de terror inunda el ambiente llenando mi pecho de angustia.

Evan lo nota también y es cuando su imagen comienza a perder la forma también; ahora sí sé que estoy despertando pero es más extraño que antes; un pánico y la idea de que esta es la última vez que lo veré, se implanta en lo que queda cuerdo de mi subconsciente hasta que pierdo totalmente toda imagen, pero a diferencia de las demás veces, no despierto, sino que quedo flotando en la nada.

Todo es negro a mi alrededor.

†††

Guardián •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora