C I N C O

2.4K 505 37
                                    

Luego de que Catalina despertara y mi ser volviera a la habitación, no pude quedarme, sólo salí huyendo para canalizar lo que acababa de suceder

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luego de que Catalina despertara y mi ser volviera a la habitación, no pude quedarme, sólo salí huyendo para canalizar lo que acababa de suceder. Eso fue bastante extraño, lo único que noté antes de irme fue que ya eran cerca de las doce. La chica se había quedado dormida más tiempo del que era necesario.

Lo único que se me ocurrió hacer fue recurrir a Edward, el guardián más sabio, antiguo y noble que conozco. Le habían ofrecido hace muchos años un puesto en los altos mandos como guía de los guardianes, pero decidió quedarse en su puesto por amor a lo que hace. Él es un ser de luz y amor, se especializa en ese sentimiento tan anhelado por los humanos y remoto para nosotros.

—¿Qué sabes del mito de la materialización en sueños? —traté de sonar indiferente pues de lo poco que conocía de eso, sabía que era ilegal por los supuestos riesgos.

Decía "supuestos" porque técnicamente ya lo había hecho una vez y yo estaba bien, confundido pero bien y al parecer ella también. Antes de huir no la vi enferma.

Vi como Edward tensó su mirada y me observó con perspicacia.

—Es arriesgado —dijo seco—. ¿A qué viene el interés?

—Quiero saber, ¿Por qué es arriesgado?

—No necesitas saber eso a menos de que planees hacerlo, ¿eso haces, Gregor?

No podía dejar que me descubrieran.

—No, solo era curiosidad —me excusé—, no importa, si no lo puedes comentar está bien.

Debí ir al consejo general a cambiar la misión, debí buscar más información para estar seguro de lo que hacía. Pero no. Sólo pude volver, era una necesidad verla de nuevo.

Llegué por segunda vez a su casa y su esencia me indicó el lugar donde se encontraba. Sentí la presencia de Christopher de nuevo, solo que entonces era más alegre a la primera vez que nos vimos.

Estaban cenando, mantuve mi distancia tratando de no emitir ninguna energía que pudiera delatarme pues una parte de mí pensaba que la capacidad de Catalina de percibirme era mayor que la de las personas promedio.
Sólo habían pasado tres minutos desde que había llegado y Catalina salió corriendo al baño.

Me acerqué un poco y vi que estaba vomitando y no pude evitar pensar que era por mi causa y por lo de la noche anterior. Quizás esos eran los riesgos de los que hablaban las creencias populares​; quizás para un humano, la presencia y contacto con un guardián traía consigo enfermedad física.

En ese instante me sentí muy mal por ser yo quien le ocasionaba tal cosa. Luego de que se levantó y de que le indicó a su suegro que estaba bien y éste salió a la cocina de nuevo y yo me acerqué más.

Me ubiqué detrás suyo, solo mirándola, tratando de percibir esa extraña fuerza que me unía a ella pero no sentía nada fuera de lo normal; se agachó a lavar su cara y al levantarse, me miró. ¡Me miró! Juro que no fueron imaginaciones mías, juro que sus ojos se conectaron con los míos a través del frío cristal del espejo.

Por primera vez en años, me aterré de pensar en que eso era posible.

Quedé estático en mi lugar sin saber cómo moverme de ahí; fue un contacto tan fugaz pero se me hizo tan eterno, sentía miedo y fascinación a partes iguales.
Fue cuando ella decidió voltearse que encontré la voluntad para huir como cobarde.

Salí del lugar donde ella se encontraba pero no pude alejarme demasiado; verla era una necesidad y cerca de las cinco, cuando sentí que volvió a dormirse, la tentación me picó de nuevo y me metí de nuevo a su subconsciente.

Estábamos en un parque que no había visto antes, usaba un lindo vestido blanco y al notar mi presencia, corrió a abrazarme; su cuerpo estampó con el mío y nuevamente sus lágrimas inundaron sus ojos. Me dolía pero su cercanía me encantaba y fui egoísta.

—Evan... —sollozó en mi hombro, se retiró un poco y me miró con sus ojos cristalizados— Te echo mucho de menos.

No supe qué responder a eso, me sentía como un estafador haciéndome pasar por su ex novio, pero no lo hacía a propósito, ella me veía así y yo no hacía nada para que eso pasara; no entendía porqué pasaba.

—¿Estás bien, Evan? —exclamó preocupada— ¿Por qué no te has ido? Te amo y quiero que estés conmigo pero quiero que estés bien.

—Estoy bien ahora —respondí sincero, luego de eso me besó.

Esas sensaciones que creía perdidas, volvían cada vez que ella de acercaba; lo cálido de otra piel, el cariño de otra persona, el palpitar de otro corazón al ritmo del mío.

Trataba en lo posible de no hablar demasiado pues a pesar de que ella me veía como su novio, yo no lo era; por lo tanto no sabía nada de ella ni de todo lo que vivió con Evan. A ella no parecía importarle mi silencio, sus ojos no se despegaban de mí y hablaba con amor, con devoción y con mucha entrega a mí –bueno, a su novio–.

Se escuchaba y se veía realmente enamorada, entregada completamente en alma a ese chico por el cual me hacía pasar. Parecía que a cada segundo que pasaba, más inmersa estaba en la conversación, más apasionadas salían sus palabras y yo me maravillaba escuchándola, solo eso... el sonido de su voz se me hacía lo más hermoso y no encontraba una razón real y lógica para eso.

Su compañía compensaba la soledad de más de ochenta años.

†††

Guardián •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora