-Buenos días.-dijo Charles.
-Buenos días.
-¿Has hecho mates?
-Sip.
-Yo no. Dejame los deberes anda.
-Ha cambio de que?
-Si me los dejas salgo contigo.
-No quiero salir contigo.-dije con desdén.
-¿Como que no? ¡con lo guapo que soy!
-¿Tú guapo?-reí.
-Soy perfecto tanto por dentro como por fuera.
-Que creído te lo tienes.
-Mi madre dice que para querer a alguien primero hay que quererse a uno mismo.
-¿Y a quien quieres querer tú?
-A ti.-respondió sonriendo.
-Toma los deberes y callate.-dije molesta.
Me daban mucho coraje los comentarios esos de Charles. Me ponía roja, y yo odiaba ponerme roja.
-Angie.
-¿Qué?
-¿Tú y yo... somos amigos?
-Creo... creo que si.-dije, algo confusa.
-Vale.-y me sonrió ¿aliviado?
-Pero tenemos un problema.
-¿Cuál?
-Que nos tenemos que conocer para poder ser amigos.
-¡Se me ha ocurrido una idea!-exclamó.-yo digo lo que sé de ti, y luego tú de mi.
-Valep, empieza tú.
-Te llamas Angie, eres mi vecina, no te caen bien las niñas pijas, no te gusta que te pinten, ni que te digan cosas porque te sonrojas, y tienes una mochila horrible de flores que seguro que no te la compraste tú.
-Joder sabes muchas cosas.
-Y también dices palabrotas. Muchas palabrotas.
-¡Eso no es verdad! solo digo una o dos.-dije sacándole la lengua.-me toca a mi. Te llamas Charles, eres mi vecino, te gusta pintar, y se te da muy bien. Te gusta hacerme rabiar, y ponerme roja, y hablas con todo el mundo. Eres muy sociable.
-Te falta una cosa. Soy tu amigo.
-Es tan obvio que no quise decirlo.-le sonreí.
Él me devolvió la sonrisa, y me cogió la mano.
-¿Te quieres venir hoy a jugar a mi casa?-le pregunté.
-¿De verdad?-dijo sorprendido.
-Si, ¿Por que te sorprende?
-Porque eres muy reservada.
-Es que tengo miedo de que si pierdo luego a esa persona no me quede nada.
-Tú y yo nunca nos vamos a separar. Te lo prometo.
Me miró a los ojos, y supe que era verdad.