-Hoy vamos a cambiarnos de sitio.-anunció la profesora.
Mierda. Odiaba cambiarme de sitio porque podían ponerme al lado de otra puta que no paraba de decirme comentarios idiotas.
-Angie, coge tus cosas y te vas a sentar... Ahí, a la izquierda.
Cogí mi mochila horrenda de flores (aunque ya tenía 12 años mi madre se seguía empeñando en comprarme cosas de niñas pequeñas), y de mala gana me senté donde me dijo la profesora.
Al cabo de un rato, noté como alguien se sentaba en el sitio que había junto a mi. Recé para que no fuera Alison o una de las putas.
-Hola, parece que somos compañeros ahora.-me dijo un chico.
Yo le ignoré y miré el libro. Mis antiguos vaqueros se habían convertido en niños idiotas y me habían cambiado por jugar al fútbol.
-Me gusta tu mochila.-bromeó el niño.
-A mi me gusta la gente que se calla.
-Va, entonces me callaré porque quiero gustarte.
Ese comentario hizo que le mirara.
-Tú eres nuevo?-su cara no me sonaba nada.
-No. Entre aquí en primaria.
-Tú no jugabas conmigo.
-No, no me gustaban los vaqueros y que una chica me diera ordenes.
-Pues en esta mesa mando yo, lo sabes verdad?
-Si, ya lo suponía.-se rió el niño.
Me quedé callada. Era desconcertante que alguien fuera así conmigo.
Le miré de nuevo. Estaba dibujando algo en su cuaderno.
-Qué pintas?
-A ti.
Arrugué la nariz, molesta.
-No me gusta que me pinten.
-Ya lo sé.
-Como lo sabes?
-Porque solamente hay que mirar tu cara.
-Te estas pasando idiota.
-Tú me haces una pregunta, yo respondo.
-Me pones de los nervios.
-Esa era mi intención.-sonrió el chico.
-¿Cómo te llamas?-le pregunté. Había vencido la curiosidad.
-Charles. Tú te llamas Angie.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque somos vecinos y te veo pasar por delante de mi casa todos los días.
-Eso no justifica que sepas mi nombre.-comenté con una risita.
-¿Te crees que yo veo a una chica con esos ojos todos los días, y no intento saber su nombre?
Puto niño. Hizo que me pusiera roja.
-No digas esas cosas. No me gusta ponerme roja.
-Solo era un cumplido.
-Si ya lo se, pero no lo vuelvas a hacer.
-Vale lo siento, no te enojes.
-Vale, ahora dejame estudiar.
Volví a centrarme en el libro. Ese niño era raro. Pero raro en plan bien.
-¿Te puedes poner de perfil?-me preguntó de repente.
-¿Para?
-Porque quiero dibujarte bien la nariz.
-Te he dicho que no me dibujes.
-Y yo te he dicho que te pongas de perfil, quiero ver si de perfil eres mas guapa todavía.
-Callate.
-¿No te gusta que te digan cosas bonitas?
-No.
-¿Por qué?
-Porque cuando me las decían era para meterse conmigo.
Charles se quedó callado.
-Lo siento, yo no pretendo insultarte.
-¿Y por qué eres tan simpático conmigo?
-Porque eres diferente. Y a mí me gusta lo diferente.-respondió sinceramente.
Yo solo pude mirarlo, y me di cuenta de que no mentía.