Capítulo 4

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-Hoy vamos a cambiarnos de sitio.-anunció la profesora.

Mierda. Odiaba cambiarme de sitio porque podían ponerme al lado de otra puta que no paraba de decirme comentarios idiotas.

-Angie, coge tus cosas y te vas a sentar... Ahí, a la izquierda.

Cogí mi mochila horrenda de flores (aunque ya tenía 12 años mi madre se seguía empeñando en comprarme cosas de niñas pequeñas), y de mala gana me senté donde me dijo la profesora.

Al cabo de un rato, noté como alguien se sentaba en el sitio que había junto a mi. Recé para que no fuera Alison o una de las putas.

-Hola, parece que somos compañeros ahora.-me dijo un chico.

Yo le ignoré y miré el libro. Mis antiguos vaqueros se habían convertido en niños idiotas y me habían cambiado por jugar al fútbol.

-Me gusta tu mochila.-bromeó el niño.

-A mi me gusta la gente que se calla.

-Va, entonces me callaré porque quiero gustarte.

Ese comentario hizo que le mirara.

-Tú eres nuevo?-su cara no me sonaba nada.

-No. Entre aquí en primaria.

-Tú no jugabas conmigo.

-No, no me gustaban los vaqueros y que una chica me diera ordenes.

-Pues en esta mesa mando yo, lo sabes verdad?

-Si, ya lo suponía.-se rió el niño.

Me quedé callada. Era desconcertante que alguien fuera así conmigo.

Le miré de nuevo. Estaba dibujando algo en su cuaderno.

-Qué pintas?

-A ti.

Arrugué la nariz, molesta.

-No me gusta que me pinten.

-Ya lo sé.

-Como lo sabes?

-Porque solamente hay que mirar tu cara.

-Te estas pasando idiota.

-Tú me haces una pregunta, yo respondo.

-Me pones de los nervios.

-Esa era mi intención.-sonrió el chico.

-¿Cómo te llamas?-le pregunté. Había vencido la curiosidad.

-Charles. Tú te llamas Angie.

-¿Cómo lo sabes?

-Porque somos vecinos y te veo pasar por delante de mi casa todos los días.

-Eso no justifica que sepas mi nombre.-comenté con una risita.

-¿Te crees que yo veo a una chica con esos ojos todos los días, y no intento saber su nombre?

Puto niño. Hizo que me pusiera roja.

-No digas esas cosas. No me gusta ponerme roja.

-Solo era un cumplido.

-Si ya lo se, pero no lo vuelvas a hacer.

-Vale lo siento, no te enojes.

-Vale, ahora dejame estudiar.

Volví a centrarme en el libro. Ese niño era raro. Pero raro en plan bien.

-¿Te puedes poner de perfil?-me preguntó de repente.

-¿Para?

-Porque quiero dibujarte bien la nariz.

-Te he dicho que no me dibujes.

-Y yo te he dicho que te pongas de perfil, quiero ver si de perfil eres mas guapa todavía.

-Callate.

-¿No te gusta que te digan cosas bonitas?

-No.

-¿Por qué?

-Porque cuando me las decían era para meterse conmigo.

Charles se quedó callado.

-Lo siento, yo no pretendo insultarte.

-¿Y por qué eres tan simpático conmigo?

-Porque eres diferente. Y a mí me gusta lo diferente.-respondió sinceramente.

Yo solo pude mirarlo, y me di cuenta de que no mentía.

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