Capitulo 3

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Dos años más tarde

La puerta de atrás se abrió de repente y una Alison energética y sonriente entró y la cerró detrás de ella.

-¿A dónde vamos?-le preguntó ella.

Ian miró el espejo retrovisor y sus ojos se encontraron con los hermosos ojos azules de ella.

-Elije lugar. Me da igual.

Llevaban casi un año jugando a ese juego. Cada viernes, después de que Alison acabara sus clases en el instituto uno de los dos proponía un lugar al cual quería ir e iban allí a pasar el rato. La mayoría de las veces escogían lugares a los que tardaban una o dos horas en llegar, y tan solo pasaban unos veinte o treinta minutos allí, porque donde realmente se lo pasaban bien era en el coche, hablando y poniendo la música a todo volumen mientras reían sin parar.

-Pero si hoy te toca a ti.-se quejó Alison.

-Princesa, hoy no estoy de ánimo, así que simplemente elige.

Bueno, por lo menos, él no había dado marcha atrás de pasar su día con ella.

-Está bien. Entonces llévame a la casa de vacaciones de mis padres. La que da a la playa.

Ian asintió y puso la radio enseguida, evitando así, hablar con ella. Alison suspiró y giró su cabeza hacia la ventana, concentrándose en la música y en los árboles que había al lado de la carretera.

-¿Qué tal va vuestro viernes?-preguntó el hombre de la radio-Ánimo, que nos espera un largo fin de semana por delante, por eso, nosotros queremos complaceros con la mejor música del momento, para que no te aburras y sigas la fiesta, estés donde estés. 

Después de qué el tipo dijera unas cuantas palabras más, el temazo del momento comenzó a sonar. Alison se estiró y cambió de emisora, pasando por las de noticias, deportes, y buscando entre las de música.

-¿No te gusta Automático?-le preguntó Ian mientras la veía seguir con su tarea de encontrar una buena emisora.

-Prefiero algo más lento hoy.

Ian arrugó el entrecejo, pero no dijo nada y la dejó elegir. Cuando Alison dio con una canción de Katy Perry dejó de buscar. Su cabeza comenzó a moverse al ritmo de Teenage Dream y sus labios se movían silenciosamente.

Se bajaron del coche y Alison se poyó en la puerta de este mientras Ian comenzaba a caminar. Cuando se dio cuenta de qué caminaba solo, se dio la vuelta y la miró.

-¿Qué pasa?

-¿No te trae muchos recuerdos esta casa?

Ian se acercó a ella, y se situó a su lado, apoyándose también en el coche y mirando hacia la gran cabaña de madera a la que ellos llamaban casa de vacaciones. Efectivamente, esa cabaña le traía muchos recuerdos.

-Aquí fue donde te enseñé a nadar.-dijo él sin quitar los ojos de la casa.-En el verano que cumpliste los once años.

Alison giró su cabeza y le miró, pero él seguía mirando al frente.

-También aquí fue donde...-siguió él.-Me obligaste a formar parte de tu experimento de física en tercero de la ESO.-Alison rió y el sonrió al recordar la escena.-También fue aquí cuando me obligaste a cocinar para ti porque no sabías.

-Y quemaste la cocina.

-Y quemé la cocina.-Ambos rieron al recordar esa escena.-Ah y una vez de camino hacia aquí se nos jodió el coche.

-Y nos tocó esperar en la carretera por más de media hora. Mi papá se volvió loco.

La cara de Ian por fin se giró hacia Alison y sus ojos se situaron en los suyos.

-¿Por qué me pediste qué te trajera aquí?

Era imposible para ella no quedarse embobada mirando a su héroe. Él era ardiente, sexy y misterioso. Justo como sus amigas siempre decían. Tenía unos ojos color chocolate que brillaban como si siempre estuvieran bajo los rayos del sol, un pelo rubio ceniza que siempre tenía peinado hacia arriba y ese cuerpo de atleta que hacía que cualquier cosa le quedara bien.

-Me di cuenta de qué tenías un día malo. Aquí podemos descansar viendo alguna película o simplemente tumbarnos en una tumbona y pasarnos toda la tarde así. Lo que quieras. Solo quiero que me dejes estar a tu lado, tal vez no consiga subirte el ánimo, pero no quiero verte sufriendo solo.

Las comisuras de la boca de Ian se levantaron y metió a Alison debajo de su brazo, tirando de ella hacia su pecho.

-Princesa, no sabes todas las cosas que has hecho ya por mí.

La chica sonrió y se alzó sobre sus puntillas, dándole un dulce beso en la mejilla.

-Da igual las cosas que yo haya hecho por ti, sigues siendo mi héroe.

Ian se dejó caer al sofá y encendió la tele mientras Alison se metía en la cocina. Por cosas como estas quería tanto a esa chiquilla. Ella siempre se preocupaba por él, y aunque pareciera mentira formaba parte de las personas que mejor lo conocían. Por no decir, tal vez, la única que lo conocía. La mamá de Ian nunca se preocupó por él, y si lo hizo, fue cuando este era un bebé, porque a partir de la edad de seis años lo único que Ian recordaba de su madre era cuando esta llegaba a casa a las dos de la madrugada, drogada y borracha y su padre la pegaba hasta dejarla inconsciente. Así a lo largo de los años, hasta que el cumplió dieciséis y ella murió de un ataque al corazón. Su padre, por otro lado, entró en la cárcel después de pegar a Ian, pocos meses después de la muerte de su madre. Desde ese momento, el chico había pasado a tener como tutora legal a una hermana de su madre. Nunca había tenido una queja de su tía. Ella era algo completamente diferente a lo que había sido su madre. Y cuando cumplió dieciocho y comenzó a trabajar para los Iglesias, fue capaz de alquilarse su propio apartamento e independizarse.

Alison llegó al salón con dos botellas de cerveza en la mano y le tendió una a Ian. Él la cogió pero levantó una ceja.

-Tú eres menor de edad.

Alison sonrió pero se dejó caer en el sofá a su lado.

-¿Y qué? No es la primera vez que bebo. Además tú estás triste y hay que alegrarte esa cara.-Miró al chico y al darse cuenta de qué todavía no estaba feliz rodó los ojos y suspiró.-Mi papá no lo sabrá, Ian. Relájate, solo es una cerveza. Así que...¿salud?

Él dudó, pero finalmente chocó su cerveza con la de ella y después le dio un trago.

Jugando a que nada es real [ACABADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora