Capitulo 2

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Cuatro años más tarde

Ian abrió la puerta del despacho, mientras miraba la pantalla de su móvil, esperando por una respuesta.

-Pero papá...

La chica dejó de hablar e Ian levantó la cabeza para ver lo que estaba pasando. Sus ojos se encontraron con una Alison frustrada, con sus brazos cruzados sobre su pecho. Ian levantó una ceja y ella abrió la boca, señal de qué se le acababa de ocurrir una idea.

-¿Y si Ian se queda vigilando?

Alfonso echó su silla hacia atrás y se pasó las manos por el pelo, señal de qué se estaba hartando de las súplicas de su hija.

-Alison, mi chico tiene cosas más importantes que cuidar tu trasero en una fiesta.

-¡Pero, papá!-la chica hizo un mohín y entonces, Ian se preguntó cuánto aguantaría su padre esta vez antes de ceder.-Prometo estar en casa a las doce...por favor, por favor, por favor...¿sí?

Su padre soltó aire de golpe y asintió con la cabeza. Alison empezó a dar saltitos y se dirigió detrás del escritorio, donde estaba su padre, a darle un abrazo de oso.

-¡Gracias papi, gracias!

-Pero...-comenzó el señor Iglesias-Ian estará ahí para asegurarse de qué no te pase nada.

La chica asintió rápidamente con la cabeza y salió de la oficina casi corriendo.

-¿Algún día le negarás algo?-preguntó Ian levantándose del sillón donde había estado sentado y dirigiéndose hacia la silla que había delante del escritorio.

-¿Tú no le darías todo a esa niña?

A lo largo de los años, Ian se había dado cuenta de lo mucho que Alfonso quería a su hija. La consentía y la mimaba un montón y ya que la madre de Alison había muerto cuando ella apenas tenía dos años, Alfonso era la única persona de su familia que le daba cariño. Todos sus familiares estaban lejos, y solo los veía una vez al año, si es que los veía. Pero luego estaban todos los criados de la casa que la mimaban, la apoyaba, la escuchaban y la consentían como si fueran parte de la familia también.

En cuanto a Ian...ellos dos se habían hecho amigos a lo largo del tiempo. Él la llevaba a sus clases de ballet, al instituto y a los demás lugares que ella le pedía. También conocía a sus amigas, ya que muchísimas veces viajaban con la limusina de la familia Iglesias. Y también sabía de sobra que muchas de las amigas de la niña Alison le consideraban ardiente. Incluso alguna había intentado conseguir su número. Pero el las rechazaba educadamente diciéndoles que eran muy pequeñas para él.

Horas más tarde, Ian estaba metido dentro del coche, mirando el reloj y esperando a qué Alison apareciera para que pudieran irse. Cuando escuchó la puerta principal abrirse, saltó del coche y abrió la puerta del asiento de atrás. Giró la cabeza y se encontró a Alison con un minúsculo vestido negro, completamente pegado a ella y sonriendo. Es cierto que ella había crecido, pero Ian la seguía considerando una niña. Puede que para los chicos de su edad, sus hermosas, finas y largas piernas, junto a su estrecha cintura les parecieran sexys, pero él la conocía desde hace tanto tiempo que la consideraba su hermana y no había espacio para la atracción en esa línea.

-Si papá te pregunta, el vestido me llegaba hasta los tobillos.-Alison le guiñó un ojo e Ian rió.

-¿Y me creerá?-ella se encogió de hombros juguetonamente.-Siempre vale la pena intentarlo.

Se metió al interior y luego Ian cerró la puerta. Rodeó el coche y se metió en el asiento del conductor. Arrancó y echó una mirada por el espejo retrovisor. Alison estaba repasándose los labios con un pintalabios, y eso que ni siquiera hacía cinco minutos que se lo había echado.

Jugando a que nada es real [ACABADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora