Capitulo 8

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Alison se miró al espejo y suspiró. Ya está. Todo estaba hecho. La gente estaba fuera, sentados esperando a qué ella apareciera con su enorme vestido blanco y su hermoso peinado y dijera su "Sí" frente al juez. La estúpida diseñadora había hecho un gran trabajo y su jardín se veía como uno sacado de una película. Mesas y sillas vestidas de blanco y azul celeste, flores por todos lados, carpas y fuentes de chocolate. Todo con lo que una mujer normal soñaría. Pero algo fallaba. Ella no se casaba por amor, sino por obligación.

Escuchó un golpe en la puerta y después vio como se abría.

-¿Estás lista?

Miró a su padre y esperó a qué él dijera algo. Cualquier cosa. Sin embargo, solo recibió la fría mirada y la tensa mandíbula de siempre. Asintió y luchó para alejar aquellos tristes sentimientos que sentía en ese momento. Sonrió al llegar a las escaleras, mostrándole al mundo entero lo feliz que estaba por casarse.

Ian la vio llegar. Era hermosa. Cualquier hombre de allí daría cualquier cosa por tenerla como su esposa. Pero se la ganó el estúpido de Leo. Y solo porqué él estaba podrido de plata. Ian negó con la cabeza mientras la veía coger la mano de Leo y sonreí. Él le murmuró algo y después ambos se dieron la vuelta hacia el juez. No sabía por qué, pero el corazón de Ian comenzó a latir deprisa, casi saliéndose de su pecho mientras escuchaba lo que el juez les decía. Y luego...Ambos dieron su confirmación y Leo tiró de ella en un beso. La gente comenzó a aplaudir y a gritar, pero por alguna razón, Ian sintió que algo dentro de él se rompía.

-¿Por qué tan solo?

Ian bajó su copa y miró a Alison. Se veía radiante, sus ojos brillando bajo el rímel y la purpurina.

-¿Y tú por qué no estás con tu esposo?

Ella sonrió y se deslizó a su lado, cogiendo una copa de champán y dándole un sorbo.

-No tengo por qué estar pegada a él como una lapa.

-Cierto.

Ambos se quedaron mirándose, chispas saltando en medio de sus miradas.

-Sabes...acabo de recordar qué necesito algo de ayuda en mi cuarto. Hay una cosa que quiero coger y está en la estantería de arriba...-ella sonreía mientras hablaba. Ian levantó una ceja y se acercó a su oído.

-Princesa, no hace ni tres horas que te has casado y ya me andas buscando. Estoy empezando a creer que tu esposo es impotente.

Alison se encogió de hombros y rió.

-Todavía no lo sé.

Dejó su copa sobre la mesa y le hizo una seña para que la siguiera. Ian comenzó a caminar detrás de ella hacia su cuarto. Revisaron bien para asegurarse de qué nadie les miraba y entraron. Ian la cogió en brazos y la tumbó sobre la cama.

-No te muevas.

Mientras que Alison fruncía el ceño, él ya había comenzado a quitarse la ropa. En menos de unos segundos, se había deshecho de toda, a excepción de los bóxers. Cogió la corbata del suelo y volvió a la cama, situándose al lado de Alison.

-Quiero que cuando, más tarde, tengas tu noche de bodas con el estúpido niñato, solo puedas recordarme a mí y lo bien qué nos lo hemos estado pasando.

Cogió ambas manos de ella y las ató a la cabecera de la cama, usando su corbata. Sonrió como un niño malo y se situó encima de ella. Comenzó a levantar su vestido lentamente, acariciando sus piernas, hasta llegar a su cintura. Besó su cuello y mordisqueó su oreja mientras jugaba con el dobladillo de sus bragas. Lento, con suavidad. Muy diferente a como lo habían hecho hasta ahora.

-¿Te gusta así?-le preguntó Ian, su aliento sobre su mandíbula.

-Muy lento para mí.

-Paciencia princesa, paciencia.

Metió sus manos entre sus bragas y sus caderas, y tiró de ellas hacia abajo hasta quitárselas. Luego la hizo doblar las piernas mientras él se sacaba sus bóxers y se ponía el condón. Ian comenzó lentamente, empujando con suavidad, pero pronto se desató. Sus empujes comenzaron a ser fuertes y duros y Alison comenzó a gemir. Entonces, él se paró.

-Ningún ruido.

Ella frunció el ceño pero asintió y él volvió a retomar la marcha.

Se dejó caer a su lado y suspiró. Había sido bueno. Muy bueno. Se levantó y se puso su ropa mientras de vez en cuando la miraba. Alison estaba intentando desatar sus manos, pero por más que lo intentaba, no lo conseguía.

-¿Quieres desatarme ya?

Se sentó a su lado en la cama y la miró.

-Primero tenemos que hablar.

Ella levantó una ceja y miró hacia abajo. Su vestido de boda estaba levantado por sus caderas y sus bragas estaban perdidas por alguna parte del suelo.

-¿Así?

-¿Tienes algún inconveniente?

-Me gustaría llevar puestas mis bragas.

Ian se encogió de hombros y se agachó cogiendo su ropa interior del suelo. La deslizó por sus piernas y luego, además, bajó su vestido hasta taparla entera.

-¿Mejor ahora?

-¿Por qué no me desatas?

Ian decidió hacer como si no la hubiera escuchado y comenzó con su interrogatorio.

-¿Cuánto tiempo más piensas seguir así?

-¿Así como?

-No te hagas la tonta, Alison. Hoy se suponía que debías tener tu jodida noche de bodas, ¡con tu esposo! Y en vez de eso, acudiste a mí para tener sexo en tu propia boda. ¿Te parece que algo de esto tiene lógica? ¿O qué por lo menos sea correcto?

-No hace falta que te sigas preocupando, amor.-dijo ella con amargura.-De todas formas, mañana me voy.

Ian frunció el entrecejo.

-¿A dónde?

-Mi esposo y yo vamos a mudarnos a Italia. Esta noche, era una noche de despedida.

-Me alegra oír eso. Comenzaba a preguntarme si alguna vez pararías tu juego.

-Oh Ian. No te hagas el inocente. Lo disfrutaste también.

Se levantó de la cama y la desató. Por fin se había dado cuenta de qué solamente había sido un juguete en manos de la dulce niña.

Jugando a que nada es real [ACABADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora