Capítulo 2

101 22 6
                                    

Desperté en una habitación inundada por la oscuridad, con un fuerte dolor de cabeza. Estaba atada de pies y manos en una silla, olía a humedad y óxido así que supuse que estaría en una especie de sótano. No sabía porque estaba allí ¿esto era un secuestro? Me pregunté, el terror me comía los huesos y hacía que mis piernas temblaran.

-¿Hola? -me dispuse a decir por fin.
-Bueno bueno, la bella durmiente a despertado. -dijo una voz a lo lejos.

El terror ascendió por todo mi cuerpo hasta los brazos, y estos empezaron a temblar como si de un propio terremoto se tratara.
Una luz se encendió a unos metros y la habitación se inundó de luminosidad, pude ver que una persona se acercaba.

-Hola guapa. -dijo tocándome la barbilla.
-¿Quién eres? -aparté el rostro  con un brusco movimiento.
-Bonita, la pregunta correcta sería ¿quién eres tú? - aquella repugnante persona puso sus manos sobre el respaldo de la silla, acercando su cara a la mía
-!Ya basta! -dijo alguien que surgió de entre las sombras, donde la luz del pequeño candelabro no alcanzaba.
-¿O si no qué? -contestó el ser repugnante girándose.
-Me veré obligado a meterte una paliza Joe.
-Está bien, pero esta te la guardo, nunca me dejas divertirme. -dijo el ser repugnante saliendo de la habitación.

El extraño chico se quedó observándome un par de segundos y luego vino hacia mí.

-No me hagas daño por favor -dije encogiéndome, las palabras salieron de mi boca tan rápidas como una bala de un cañón.
-Tranquila, no voy a hacerte daño. -al mismo tiempo que decía esto, arrancaba con sus propias manos las cuerdas que mantenían mis piernas y brazos atados.

Cuando me levante de la silla me mareé pero, antes de que mi piel tocara él gélido suelo él me sujetó con una velocidad y fuerza sobrehumana.
Mi mirada se cruzó con la suya y en ese mismo instante me soltó, volviendo a ponerme en pie.

-Gracias. -dije estirándome la ropa.
-De nada.
-¿Por qué me habéis secuestrado? -solté de sopetón.

El chico se quedó mirándome perplejo.

-No te hemos secuestrado...

Arquee las cejas y miré al suelo donde se encontraban las cuerdas rotas qué hace apenas unos segundos cortaban la circulación de mis extremidades.

-Bueno sé que puede dar esa impresión pero, en realidad, te hemos salvado la vida.
-¿Qué? -dije con los pelos de punta, no sé si por la humedad, el frío o el sexy chico moreno de ojos color chocolate que tenía a unos pocos centímetros.

OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora