Pasión y Culpa

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Tres días después, Hinata miraba a Naruto sin poder creer que estuvieran casados. Como su padre estaba enfermo, habían acordado organizar una boda tranquila, pero aun así, Hinata se había quedado impresionada al ver lo rápido que se había organizado todo. A todo el mundo le parecía muy romántico que un príncipe cínico y mujeriego se hubiera enamorado locamente de una mujer y hubiera querido casarse con ella lo antes posible. Sólo ella y Naruto sabían la verdad y ahora por fin habían intercambiado sus votos y todos esperaban a que se besaran. Sabiendo que el padre de Naruto la miraba con aprobación, Hinata tuvo que tener cuidado de no mostrar la ansiedad que sentía por dentro. Había conocido al gobernante de Kazban sólo unos días antes, pero enseguida le había tomado simpatía y no tenía intención de hacerle daño dejándole pensar que el matrimonio no era genuino. Así que cuando Naruto inclinó la cabeza, ella levantó la boca dispuesta, diciéndose a sí misma que lo hacía por el padre de él y por su propio hermano. No estaba preparada para el intenso calor que sintió cuando sus labios se tocaron. Comparado con los otros besos, fue bastante contenido, pero el impacto fue el mismo. Hinata no pudo controlarse y se inclinó hacia él buscando un contacto más cercano. El deslizó el brazo por su cintura y siguió besándola hasta que alguien se aclaró la garganta y Naruto levantó la cabeza -Mi mujer -dijo pensativamente mientras ella se sonrojaba, asumiendo que había algo gracioso en aquellas palabras.

Al fin y al cabo cada uno tenía sus propias razones para haber aceptado aquel matrimonio. Y ninguna de las razones era el amor. Se moría de ganas de preguntarle por qué tenía que casarse en ese preciso momento, cuando lo había evitado durante tanto tiempo, pero había algo en él que hacía que fuese imposible hacer la pregunta. No tuvo más tiempo de pensar en sus razones porque enseguida los invitados de la boda lo rodearon para darles su enhorabuena. Hinata había descubierto que Naruto formaba parte de una enorme familia y tuvo que hablar con infinidad de invitados. Agradecida por el apoyo de Naruto, Hinata se preguntaba cómo él podía parecer tan convincente cuando ambos sabían que aquello era una farsa. Pero parecía dispuesto a jugar su parte y a no dejarla sola. Finalmente se sentaron frente a una enorme mesa para comer y, al mirar a su alrededor, Hinata se dio cuenta de que deseaba que Neji estuviese allí. Era la única familia que tenía y le hubiera gustado que estuviese en la boda, aunque no fuese una boda normal. Pero era por Neji por el que se celebraba esa boda.

-Estás muy tranquila -dijo Naruto suavemente-. ¿Estás cansada?

-Desearía que Neji estuviera aquí -dijo ella.

-Tu hermano te ha causado muchos problemas -murmuró él.- Ahora eres mi esposa y haré todo lo posible porque no tengas más problemas.

Sonaba tan convincente que Hinata tuvo que recordarse a sí misma que Naruto se casaba sólo porque necesitaba una esposa.

-Te has casado conmigo y has cancelado la deuda -dijo ella-. Creo que has hecho más de lo que debías.

Nada más terminar el banquete salieron para el desierto, interrumpidos nada más por la reacción de Konohamaru, que se puso a llorar porque no quería quedarse solo.

-Es tan pequeño y ha vivido tantos cambios -dijo Hinata mientras abrazaba al niño.

El personal de palacio había decorado la habitación según sus gustos y tenía un aspecto luminoso y alegre.

-¡No puedes llevarte a Hinata! -le gritó Konohamaru a su tío-. Quiero a Hinata. Ella se ríe y me abraza y es divertida. Y me gustan sus cuentos.

Naruto tomó al niño en brazos.

-¿Has descubierto todo eso en tan poco tiempo? Te la traeré de vuelta. Pero mientras tanto, te he encontrado otra niñera a la que también querrás y que te contará unos cuentos fantásticos y he conseguido que tu madre vuelva a casa.

Atrapada En Su CamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora