Una pesadilla horrible

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El resto de la noche no fue más que conversaciones tontas, sin sentido, un poco de la escuela, algo sobre el regaño que había recibido Johnny por parte de sus padres, aunque hasta donde entendí fue por teléfono, ya que vieron en facebook vídeos de la fiesta y reconocieron – obviamente – que era su casa y su hijo corriendo desnudo por la piscina. Como buen amigo, me reí en su cara todo lo que pude. Especialmente al saber que fue él solo quien pasó la tarde limpiando todo. Aunque debo decir que lo hizo sumamente rápido.

Ya con el estómago lleno y tras una ducha – sin tinas – pude intentar dormir, lo necesitaba, por momentos pensaba que me estaba muriendo... Johnny se había puesto a roncar al instante. Normalmente, preparaba el colchón inflable para mi o el saco de dormir, pero esta vez, no me sentía con ganas de dormir solo, así es que me tendría invadiendo su cama por unas horas. Igual y él dormía como una roca y jamás se daba cuenta de nada sino se caía de la cama o escuchaba el timbre de la voz de su madre al llamarlo desde la cocina por las mañanas. Su cama se hallaba al lado de la ventana, era una casa muy bonita, típica de la zona residencial.

Tras lograr acostumbrarme al sonido de sus ronquidos, me quedé a oscuras, solo con la luz de la luna que se reflejaba a través de la ventaba pese a estar bastante nublado... El viento soplaba suave, casi como si de una caricia se tratase. Miraba hacia el techo donde el papel tapiz del espacio mostraba aún los dejes infantiles de quien quería ser astrónomo cuando creciera, a Johnny realmente le gustaban esas cosas.

Y aunque siempre me burlaba de él, sentía que al menos él sabía que quería de su vida. Yo, mientras tanto, no tenía una jodida idea. Para mí, mantenerme con vida el día a día era más que suficiente. No había motivaciones, no existían anhelos o deseos...

Entonces, algo golpeó la ventaba y me sobresalté. Había roto la paz momentánea. Al incorporarme y abrir el cristal al levantar la estructura de madera, miré alrededor y hacia abajo, y ahí es que la vi. En un principio, pensé que estaba soñando de nuevo, pero no, ella estaba ahí... Con su vestido blanco y largos cabellos ondeando a la brisa de la madrugada.

"¿Qué haces aquí?" le hablé desde la ventana.

"¡Me siento sola!" fue lo que respondió. ¿Y por qué eso a mi me tenía que importar? "¡Baja! ¡Por favor!"

Bajé. Lo admito. Fui débil. Me esforzaba por ignorarla, pero esos enormes ojos de cachorrito me daban ganas de bajar a golpearla.

"¿Sabes?" le dije una vez atravesé la puerta del patio trasero "Esto que haces se llama allanamiento de morada, y podrías ir a prisión por esto. ¿Cuántos años tienes?"

"17" respondió, un puchero ridículo en sus labios y una expresión de quien estaba recibiendo un regaño... a los 5 años. Puse los ojos en blanco "lo siento, lo siento... es solo que eres la única persona que conozco... aunque no sé tu nombre."

"Ni yo sé el tuyo, así que estamos bien... no necesitamos saberlo a fin de cuentas tú y yo no somos..."

"Tae."

"¿Disculpa?"

"Puedes decirme, Tae. No quieres saber mi nombre, bueno, ese no es mi nombre..." ella se sonrojó un poco, jugaba con su vestido y miraba en otras direcciones con tal de evitar mi expresión y mirada.

"Bueno, eres Tae" y me encogí de hombros, soltando un suspiro.

Luego de eso hubo un silencio duradero y cuando me decidí a observarla, ella me miraba con esos enormes ojos y tuve que sostener mi mano para retener la urgencia de golpear su cabeza o algo. Era demasiado lindo y eso me molestaba, en serio me irritaba.

Inside an empty room; Dream in a dreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora