"¡DOYOUNG!"
Una voz, yo conocía esta voz.
"¡DOYOUNG! ¡DIOS MÍO...! ¡RESPÓNDEME POR FAVOR!"
Tranquila. Todo está bien. No tienes que gritar así. No pasa nada... todo está bien.
"¡HIJO!"
"Ma..." al recobrar la conciencia, me hallaba apenas envuelto en una toalla, en los brazos de mi madre. Intenté hablar pero solo el agua que había tragado salió de mi garganta. Que sensación tan del asco. Me ardía. Me ardía mucho. Tosí y me alejé de ella, apoyando las palmas en el suelo húmedo y helado, vomitando la nada de mi estómago y nada más que agua. "Ma... mamá... tranquila..."
La escuchaba llorando con tanta fuerza, que hacía mi corazón encogerse. La miré como pude, y estaba ahí, a mi lado, de rodillas, mojada y con las manos cubriendo su rostro mientras las lágrimas caían por sus mejillas.
"Mamá..." quise estirar mi mano para tocarla, no soportaba verla de esa forma.
"¿Es por tu hermana?" dejé de respirar y antes de hacer contacto con ella alejé mis dedos y me senté. Me dio asco la sola pregunta. "Mi amor, eso... no fue tu culpa, no lo fue... "
"¡No lo digas!" exclamé con fuerza y ella pareció asustarse. Yo también lo hice. Tuve miedo de mi mismo y de lo que esa conversación podría despertar.
Ella se acercó y me tomó entre sus brazos. Yo no quería que nadie me tocara en ese instante, y sin embargo, no pude rechazarla. No había lágrimas de mi parte. Mamá las lloraba todas. Yo... aparte del asco, no sentía absolutamente nada más. Entonces, llegó papá, con el teléfono en la mano y con lágrimas en los ojos. Se veía asustado. Siempre fue un papá muy dulce. Se acercó y arrodilló a mi lado y así como mamá, también me abrazó con fuerza. ¿Cómo podían? ¿No les daba vergüenza su hipocresía?
"Llamé a la ambulancia, vienen en camino." Dijo él.
"Estoy bien."
"Es mejor si te revisan... no sabemos si aún queda agua dentro de tus pulmones o cuanto tiempo estuviste sin respirar, hijo." Mamá al escuchar aquello me apretó con mucha más fuerza. Me hacía daño.
"Dije que estoy bien..." repetí, estaba comenzando a irritarme de nuevo.
Papá se alejó entonces, parecía que comenzaba a calmarse un poco. Verme vivo le dio cierta esperanza. Mamá, por otro lado... no quería soltarme y de hecho, pasaron varios minutos para que lo hiciera y yo no me atreví a pedirle que me dejara ir. Era como si ella supiera que en cuanto me soltara iba a salir corriendo con tal de que no me revisara nadie. Así es que permanecimos así, con papá resguardando la puerta hasta que los paramédicos llegaron.
Concluyeron que estaba bien. Revisaron mis pulmones, garganta, ojos, presión y otros signos vitales. Me sentía mareado, como si estuviese flotando, veía incluso luces que parpadeaban frente a mí. Me habían dejado vestirme con un pantalón y playera. Mi madre se hallaba sentada a mi lado, inspeccionando todo con detalle. Y mi padre hablaba con el otro paramédico quien le daba los informes usuales. No estaban lejos así que podía escucharlos perfectamente, mamá también.
"Parece ser que su hijo está teniendo una especie de desintoxicación, no sabemos que clase de sustancias ha consumido..."
La verdad, yo tampoco sabía esta vez, así que aunque me preguntaran no iba a poder ayudar.
"Probablemente, necesite ayuda de algún tipo... usted sabe, psicológica... los chicos con estas características, suelen tener más de un intento..."
Estaban equivocados. No fue un intento. ¿Qué características? ¿Qué sabían esos de mi? Nada, había sido un mal entendido, un estúpido mal entendido.
"... el protocolo me urge a entregarle a usted y su familia información con respecto a la depresión..."
No estaba deprimido... Bueno, sí, ¡Sí lo estaba! ¡¿Y qué?! Todos se deprimen de vez en cuando, ¿No? ¡Ese no era su problema!
Sentí la mano de mamá apretar la mía, seguramente ya notaba la forma en que asesinaba a aquel hombre con la mirada. Me puse de pie de golpe. Haciendo que todas las miradas se posaran sobre mí en un instante.
"Escúcheme bien, usted, señor como sea que se llame" lo señalé "No tiene la más mínima idea de quién soy o lo que sucede en esta familia, así es que le agradecería que no metiese sus narices en asuntos que..."
"¡Doyoung!" mamá me silenció, se había abrazado a mi espalda con una fuerza tal que me dejó sin aliento "Hijo, basta... necesitas ayuda, ya no puedes seguir así... no es posible... han pasado muchos años ya, tienes que entender que no fue tu culpa..."
No sé de donde agarré las fuerzas para hacerlo, o el coraje, o la falta de juicio. Pero me deshice del agarre de mi madre con fuerza, empujándola hacia la cama. Mi padre ahogó un grito del susto. Nunca había sido violento. No de esa manera. Tomé mi mochila y salí corriendo de ahí. Me estaba ahogando, necesitaba respirar. En serio. Sentía que me sofocaba, que se me apretaba el estómago, que la garganta se me cerraba de manera terriblemente dolorosa... el corazón me punzaba.
¿Por qué insistían en hablar de eso? ¿Por qué no me dejaban en paz? ¿Por qué no querían enterrar todo donde debía estar? En la tumba con ella, tres metros bajo tierra. ¡No es tu culpa! ¡No es tu culpa! Esas palabras me daban asco...
Tuve que detenerme en un callejón a vomitar. No sé qué. No había nada en mi estómago para empezar. Pero había frío, estaba cansado y me sentía muy, muy mal... Una última arcada dio pie a que sintiera que la presión descendía hasta hacerme perder el equilibrio. Cerré los ojos y entonces perdí el conocimiento.
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Inside an empty room; Dream in a dream
Fiksi PenggemarLa culpa puede perseguir a una persona toda la vida. Pero, ¿Cómo expiarla? ¿No es acaso parte de todo? Las pérdidas, el sufrimiento, el arrepentimiento... todo se acumula y al final sigue siendo tan solo parte de nuestras vidas. Estamos solos desde...