Aquella noche se dejaron llevar por la pasión y el deseo, que les consumía por dentro. No dejaron ni un centímetro de piel por descubrir. Williams la tomo en brazos, y como si fuera la primera noche en su matrimonio, la hizo suya, haciéndole el amor hasta el amanecer. Para Lesslie era la culminación de sus deseos, tantos meses escondidos y guardados en su corazón. Si iba a morir, al menos sabría que él la amaba. Su entrega fue completa y sincera. Y aunque aquella primera vez fue dolorosa, por la incursión en su interior, del miembro viril de Williams, se sintió feliz, por haberle entregado su virginidad, al único hombre que ocupaba su corazón y amaría siempre.
Pocos días después Harold se atrevió a pedir en matrimonio a Margaret y celebraron una gran cena donde todos bailaron al compás de las gaitas.
Alex y Williams tenían una agenda muy apretada, con visitas de jefes de otros clanes, a puerta cerrada, para que nadie les interrumpiese, y menos aún, supiesen sus planes. La vida en el castillo parecía volver a la normalidad, pero aquello era tan solo un espejismo, que pronto se desvanecería.
Su felicidad fue efímera, apenas duraría un mes, con sus noches y sus días llenas de pasión. Una nueva carta de su tío, esta vez, mucho más amenadora, que las anteriores. Le exigía que se presentase en su castillo, antes de una semana, portando con ella la bandera de los McGregor o tendría que atenerse a las consecuencias, a manos de los McCall.
Sabía muy bien, de lo que era capaz de llegar a hacer su tío, por tal de conseguir lo que quería. Se mancharía las manos con la sangre de su propia familia, sin ningún escrúpulo, por conseguir su objetivo final. Dominar las islas del norte y cualquier barco que pasase por ellas.
Aquel día había amaneció realmente oscuro, una gran tormenta se cernía sobre las tierras cercanas al castillo de Asghar. Pero la peor de todas, estaba en el corazón de Leslie. Con la vida de su padre y sus hermanos en sus manos, ya no podía permitirse el lujo de ser feliz. Debía recibir noticias de la Corte en breve, pero la carta no llegaba, así que no podía perder el tiempo. Se encerró en la habitación dándole vueltas a todo el asunto. En un momento dado su mirada se quedó clavada en el cabecero de la cama, donde se encontraba escondida la bandera.
Mildred y Sandra le habían contado miles de veces la leyenda de esa bandera, que estaba protegida por el reino de las hadas, con un hechizo que mataría a cualquiera que osara tocarla, y no perteneciera al clan de los McGregor. Dicha persona sería atravesada por un rayo y caería fulminada al instante.
Aquella muerte le pareció liberadora, Leslie, ante la perspectiva de caer a manos de su tío, quien seguramente la torturaria, para sacarle sus secretos antes de morir. Jamás traicionaría Williams, ni a su Clan.
Un gran relámpago, seguido de un sonido ensordecedor, la asustó, parecía como si la naturaleza supiese lo que estaba pensando y lo que iba a hacer a continuación. Se acercó al cabecero coloco sus manos en el centro del blasón y apretó con fuerza. No tardo en escuchar el crujido de la madera, y cómo se abría un lateral, para mostrarle la caja donde se encontraba dicha bandera. Su cuerpo se estremeció y tembló ante un nuevo relámpago que iluminó la habitación, pero aún así, siguió adelante, sacando la caja de su hueco. La colocó sobre la cama; era más pesada y alargada de lo que se había imaginado.
Leslie respiró profundamente para calmar sus nervios, ante ella estaba lo que su tío tanto ansiaba. Y lo que la mataría, sí la leyenda se cumplía cuando la tocase. Acaricio con la yema de los dedos los bordes, sintiendo en ellos algo que podía llegar parecerse a la magia de las Hadas. Habían pasado tantos siglos, y aún hoy, seguía siendo venerada. Una reliquia que debía ser protegida con la vida. Aquella caja, aunque simple, estaba bellamente adornada, con incrustaciones de hueso, oro, plata y alguna piedra preciosa. En dos de los laterales, encontró unas rendijas, en las que pudo introducir uno de sus dedos, y apretando con ambas manos, sonó un resorte, haciendo que la tapa de ésta, se separase del borde. Ante ella apareció una bella tela, algo desgastada por el tiempo, pero no por ello menos bella . Desprendía un brillo especial, con la luz de las velas. Parecía una gasa translucida, con tonos anaranjados y amarillentos. Imaginó, que a la luz del día, aquella tela tendria reflejos como los rayos del sol sobre el mar. Un gran trueno hizo retumbar las piedras del Castillo, lo que estaba haciendo, no era lo correcto, y Leslie sintió que la estaban advirtiendo del peligro que corría si continuaba por ese camino. Ella retiró sus manos de la caja, como si le hubiera dado una descarga. Pero tan solo lo hizo para poder seguir contemplándola. Mirándola con más detalle, se dio cuenta de que ya había visto esa tela antes, o al menos, era muy parecida.
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Amor Indomable
RomanceWilliams del clan de los McGregor odiaba a muerte a los MacDuggal. No podía perdonarles la humillación que su hermana sufrió por verse despreciada un año después de su matrimonio con Cedric el jefe del clan MacDuggal. Años de guerra terminaran con u...