Capítulo X

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Después de aquella noche, Leslie no dejo de pensar en las caricias de Williams. Su marcha dejó un vacío en el corazón, que Leslie no sabía cómo llenar. Se había sentido deseada y amada de una forma tan diferente a la que ella pensaba, que no sabía muy bien cómo sentirse. Lo que sí tenía claro es que lo deseaba, quería volver a estar con él. El único impedimento, que tenía que superar, era la promesa que le había hecho a su tío, pero veía lejana una solución. En todos esos meses en el castillo, no había encontrado ningún rastro, ni de la bandera, ni de un pasadizo secreto. U ahora, su corazón le pedía vivir y ser feliz, junto a ese hombre. Aunque esa felicidad fuera efímera, y desapareciera en unos meses, por ese maldito matrimonio prueba, nadie le robaría sus recuerdos junto a él, un McGregor.

Pasaron varios mes de su marcha, y no recibió ninguna carta de Williams. Sin embargo Alex, recibió varios mensajes de su hermano, con instrucciones de lo que debía hacer y de donde se encontraba.

Las pesquisas que había realizado Williams, habían dado sus frutos. Cedric Mac Duggal quería conseguir dominar las islas dónde se encontraba Asghar. El matrimonio, de interés, entre los Mackenzie y el jefe de los Mac Duggal, le proporcionaba una dote muy jugosa, el Castillo de Utrum. Cuya ubicación junto con el castillo de Greenhouse, propiedad de Ryan, padre de Leslie; dominarían la entrada y salida de barcos. Esa situación ponia en riesgo su Clan, por lo que le pidió a Alex, que extremar las precauciones y colocarse vigilancia en sus fronteras.

Ajena a todo aquello, Leslie seguia realizando sus funciones como Señora del Castillo. Lo que realmente la mantenía ocupada era llevar las cuentas de las ventas y las compras del ganado. Ayudando, así, a una agobiada Margaret.

— No desesperes Leslie, mi hermano ahora mismo tiene que estar centrado en sus deberes, como jefe del clan. — intento consolar la Margaret, sin éxito.

— Lo entiendo. — Leslie mintió. En absoluto lo entendía, después de aquella noche no podía ser, que se hubiera olvidado de ella.

¿Porque no le escribía? ¿porque ni siquiera la enviaba recuerdos, en los escritos a Álex? esa ausencia de noticias, la tenía entristecida. En su cabeza surgían dudas, de si realmente Williams sentía algo por ella, o si simplemente había sido una prueba de agradecimiento y lascivo deseo, sin un verdadero sentimiento de amor.

La compañía de la hermana de su marido, fue un gran alivio, para su compungido corazón. La amistad entre ellas se fortaleció, consiguiendo que Margaret saliera a pasear, los pocos días de sol que en aquellas tierras había. Estaba cercano el invierno y los días eran más cortos y las noches eternas para Leslie.

Ambas encontraron una aficción común, el tiro al arco, y aunque a Margaret le costaba más por su falta de visión, enseguida encontró la forma de ganar a Leslie e incluso recto a su hermano Alex.

— ¿Que me darás si gano, hermana?

— No ganarás Alex, he mejorado mucho gracias a Lesly, y estoy segura que tú me la deberás a mí.

— Dame tu palabra de Highlander. Si yo gano... Me concederás un deseo.

Su arrojo y su confianza, hizo sonreír a Alex, añoraba a esa mujer fuerte y retadora, que era antes del desgraciado accidente, y ahí la tenía, frente a él. Gracias a la constancia y a la amistad de Leslie, se la había devuelto. Ella se había ganado su gratitud y lealtad.

— Querido cuñado, no te fíes de tu hermana. — le dijo con ironía Leslie.

— Te doy mi palabra, querida Margaret.

Algunos guerreros que se encontraban en el patio de armas, hicieron un corro alrededor de Álex, animándole para que aceptará el reto. Los highlanders tienen un ego superlativo, y sus fanfarronadas hacían reír a las dos mujeres e incluso a algunas las sirvientas, que sabían de las habilidades de ambas.

Amor IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora