Capítulo VII

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Leslie dejo de lado el primer susto, que la había casi obligado a confesar sus intenciones. La culpa la estaba comiendo por dentro.  Los nuevos sentimientos que tenía hacia Williams se habían despertado con el primer beso de la boda, y se habían reavivado aquella mañana, en la despensa. Cuando se dio cuenta de que él, intentaba aclarar la situación entre ambos y que tan solo lo hacía para evitar una intimidad que él no deseaba. Ella se sintió herida en su interior, pero a la vez aliviada, porque no había descubierto su misión.

— Tan solo quería hablar contigo de forma relajada. Explicarte que entre nosotros no sucederá nada, ni ahora, ni nunca...— la miró de nuevo y volvió a ver en sus ojos la rabia contenida. — Pero cuando te he visto así vestida yo... No deseo que me entregues tu inocencia, sabiendo que dentro de menos un año, yo te devolveré a tu Clan. Eso te lo dejé claro el día de la boda, y quiero que sepas que no ha cambiado nada, desde entonces.

— Yo siento que algo a cambiado. Lo que ha ocurrido esta mañana...

— Ese beso ha sido un error.

— ¿Un error?

Ella se levantó de la cama y dejó caer la piel al suelo, exhibiendo de nuevo su cuerpo, casi desnudo ante él. Su orgullo de mujer le hizo levantar la barbilla y mirarle frente a frente, sin miedo.

— No soy una niña, a la vista está. Siento, vibro... y deseo, como cualquier otra mujer.

Williams no artículo palabra, no podía. Tenía un nudo en la garganta, acababa de ver delante de él a una mujer desafiante y retadora. Hasta ese momento sólo se había encontrado con mujeres sumisas, que le ofrecían sus encantos y él era el que dominaba en todos los aspectos. Leslie era distinta, y le gustó su determinación. Sería todo un reto, tenerla cerca sin sucumbir a sus encantos. Le haría explorar los límites de su cordura  y temple, para no volver a gritarle, o algo mucho peor, abrazarla, besarla y amarla como estaba deseando hacer, desde que entró en la habitación.

— Quizás no conozca las artes amatorias; como vos, y no sepa lo que necesitas.Pero... — no podía creerse lo que estaba diciendo, se estaba muriendo de vergüenza, sus mejillas rosadas eran la prueba de ello. Pero tenía que decir lo que sentía, porque si no explotaría. — Pero no puedo olvidarme de lo que sentimos "los dos", esta mañana, cuando nos besamos. Aunque no me quieras, aunque sé que me vas a devolver a mi familia. Esta situación temporal... no tiene porqué ser desagradable, para ninguno de los dos.

— ¡Tú no entiendes! no sabes hasta donde puede llegar un hombre con una mujer, en el lecho. — Alzó la voz, con impotencia.

La hubiera tomado entre sus brazos, y saciado su sed devorando sus tiernos labios, para demostrarlo. Pero no lo hizo.
Se acercó a ella, cuando bajó la mirada al suelo, y se cubría sus pechos, con sus brazos. Sus mejillas enrojecidas le indicaban que estaba avergonzada y humillada, no quería que se sintiera así.

—Leslie, yo...

— Es cierto. Quizás... quizás no esté a la altura, de lo que necesitas. Y por eso será mejor que me marche.

— ¡No, no lo harás! decidí que te trasladases aquí y así va a ser. — Quería consolarla, no quería que se sintiera menospreciada. Era lo último que hubiera querido aquella noche.

Las manos de Williams actuaron por su cuenta e intentaron tocar los hombros de Leslie, para retenerla.

— ¡NO! No me toques. Recordad lo que me habéis prometido antes.

Si su deber como jefe de su Clan, no se hubiera interpuesto entre ellos, todo hubiera sido distinto. La hubiera tomado en sus brazos, la hubiera besado hasta la extenuación, y cuando ella estuviera dispuesta y abierta para él, la tomaría con deleite, saboreando cada instante.  Introducirse en su interior llenándola, y haciendo que se sintiera amada, debía ser delicioso. Ningún hombre la había tocado, él podía ser el afortunado, y en cambio la rechazaba. Era una completa locura. Su relación, a partir de ese momento, sería un infierno, y él sería el único culpable. Dio un paso atrás, con los brazos estirados a los lados, y apretando sus puños. Su cuerpo se quejaba, se revelaba contra él. Su entrepierna le decía que dejara a un lado su cerebro y utilizará su instinto, pero se obligó asimismo a rechazar aquella incipiente necesidad y decidió hablar de nuevo.

Amor IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora