Prólogo.

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Prólogo.

Era de mañana –o tal vez ya era medio día– cuando Frank despertó. Sus ojos se abrieron lentamente y luego parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la iluminación. Posteriormente el peor dolor de cabeza de su vida lo atacó.

– Mierda.— murmuró llevando inconscientemente ambas manos a sus sienes en un intento de mermar el dolor. 

Se puso de pie y con los ojos entreabiertos –porque sí que le jodía la iluminación–, camino hasta la cocina en busca de un vaso de agua y una pastilla. El dolor era tan agudo que casi lo hace ponerse a llorar, eso sin mencionar que sentía su cabeza palpitar, tal y como si fuera una bomba de tiempo que en cualquier momento va a explotar.

Casi como una señal del cielo su celular comenzó a sonar anunciando una llamada entrante; ese era Dios, demostrándole a Frank cuánto lo odiaba.

Gruñó y con molestia tomó el aparato para contestar.

— ¿Qué?

— Bonita manera de contestarle a las personas.— se burló la voz de Matt del otro lado de la línea— acaban de encontrar un cuerpo sin vida en un callejón, los peritos están por llegar, no tardes.— y sin más colgó, fueron cuestión de segundos para que llegara el mensaje con la dirección del lugar.

Oh no, Frank no quería trabajar, no ese día que solo necesitaba estar bajo las sabanas durmiendo una larga siesta; sin embargo, desechó tales pensamientos y se encaminó a ponerse encima algo más decente.

Frank Iero era un prestigiado detective de homicidios, el mejor de Nueva York. Su vida era simple y bastante monótona –pero no se quejaba, sinceramente– en realidad le gustaba mucho mantener las cosas en orden. Simplemente ayer había decidido romper la rutina, junto a Bob salieron por unos tragos y después no supo más, posiblemente se lo había pasado muy bien porque el incesante dolor de cabeza no desaparecía ni con toda la caja de aspirinas.

Subió a su auto y condujo hasta donde el GPS lo guió. Incluso antes de estacionarse había notado al grupo de gente que se amontonaba fuera de uno de los callejones.

Caminó hasta llegar ahí y se metió entre las personas. El espacio ya estaba delimitado así que procedió a la inspección ocular.

— Apuñalamiento, alrededor de 50.— Matt dijo apenas llegó a su lado. Le entregó algunos papeles que Frank empezó a hojear— su nombre era Gerard Way, 36 años, tiene una esposa y una hija de tres años.

— Una viuda y una pequeña que se quedó sin padre.— sentenció, mientras le entregaba de regreso los papeles y se acercaba al cuerpo sin vida.

Era un hombre de apariencia joven, con cabellera rubia por los hombros, su mirada verdosa estaba perdida en algún punto muerto, su boca estaba abierta y manchada de sangre al igual que parte de su rostro –uno que Frank pensó, era atractivo–, llevaba pantalones de mezclilla y una camiseta oscura que alcanzó a notar era de los Rolling Stones. Lucia pálido y a simple vista, frío. Seguramente había muerto hace ya varias horas

— ¿Cómo va el levantamiento de indicios? ¿ya tomaron muestras de las manchas de sangre?— preguntó.

— Si, señor. Goteo estático, estuve presente cuando la tomaron con la gasa estéril y la metieron en el sobre de papel madera.

— ¿Lo rotularon?

— Como debe de ser.— aseguró.

Frank suspiró y llevó una mano a su cabello— ¿la familia ya está enterada?

— Hace cerca de una hora se le llamó a la esposa, no debe tardar en llegar.

El castaño asintió y después se alejó del lugar, se sentía abrumado con toda esa gente rodeándolo mientras tomaban fotos o hablaban todos al mismo tiempo. Además, el dolor de cabeza seguía ahí, taladrándolo.

Más tarde llegó una mujer en un taxi, apenas bajo del vehículo Frank la reconoció como Lindsey Way. Lloraba mientras su delineador se corría y sus mejillas se manchaban. Observó cuando Matt se acercó a ella y se presentó, posteriormente le haría algunas preguntas. Se suponía que ese era el trabajo de Frank, pero bueno, Matt era su pareja, también era bueno que él hiciera la entrevista algunas veces.

Aún así no se salvó y tuvo que acercarse a ambos.

— Frank Iero, detective de homicidios, estoy a cargo del caso.— se presentó, extendiendo su mano para estrecharla con la mujer— siento mucho su pérdida, no imagino cómo debe sentirse, pero le aseguro que encontraremos al responsable.

¿Realmente sentía la pérdida? no, claramente no, había dicho esas palabras un millar de veces antes y esperaba que nunca lo sintiera realmente. Eso lo decían simplemente por quedar bien. Por no verse tan inhumanos frente a los demás.

La mujer asintió como respuesta y se guardó un sollozo, era evidente el dolor sentimental.

— ¿Podría contestarme algunas preguntas? nos ayudaría bastante para saber por dónde comenzar.

Lindsey volvió a asentir, limpiando las lágrimas con un pañuelo que Matt le ofreció.

— ¿Gerard Way tenía enemigos, alguien que quisiera matarlo?

— No lo creo, Gee era un hombre de bien, no tenía problemas con nadie, no era violento y amaba al prójimo.— murmuró la pelinegra, todo eso fue anotado.

Frank prosiguió con las preguntas y cuando tuvo suficiente información se despidió, asegurando por segunda vez que encontraría al responsable y prometiendo que estaría presente en el funeral que se llevaría acabo al día siguiente.

Ahora solo quería retomar la idea de regresar a su oscuro apartamento y dormir por horas. Se despidió de su compañero y volvió a su auto para conducir por otros 15 minutos. Más tarde analizaría el caso, ahora su cabeza lo mataba como para meterle mas información.

Al llegar, abrió la puerta y supo que no estaba solo –para su mala suerte.

— ¿Dónde mierda estabas, viejo? me había preocupado, pensé que no llegaste a tu casa ayer.— habló Bob poniéndose de pie.

—Fui a trabajar.

— ¿Te sientes bien? pareces un muerto.

— Me está matando el puto dolor de cabeza, ¿qué mierda hice ayer?— preguntó dejándose caer en una silla del comedor y llevando sus manos a su cabeza.

— ¿No lo recuerdas?— se burló el rubio.

Frank negó— no recuerdo nada por más que me esfuerce.

— ¡Laguna mental!

Iero giró los ojos, a él no le parecía emocionante olvidar varias horas de su vida.

— Hablo en serio Bryar, ¿que pasó ayer?

— No te preocupes, solo tomamos como locos y hablamos con unas cuantas chicas, nada malo.— aseguró el ojiazul y elevó su mano en una clase de 'lo juro'.

Te voy a creer, Bobby.

— Si, como sea, ¿qué tal el nuevo caso?

— Apuñalamiento a un hombre en el barrio gay.— musitó.

— Alguien quería divertirse y no le salió.

— Eso parece, la verdad no quiero deducir nada aún, pero...

— ¿Pero?— Bob preguntó con una sonrisa de lado.

— La esposa lucía sospechosa, no tienes idea de lo falsos que eran sus sollozos. La voy a vigilar de cerca.— sentenció anotándolo como una nota mental— mañana es el funeral, sería buena idea analizar a la familia Way.

Robert asintió, yendo por una botella de agua y entregándosela,— debo irme, me llamas si sucede algo.

— Está bien.

Se despidieron con un asentimiento antes de que Bob se desapareciera detrás de la puerta. Fue entonces que Frank volvió a su habitación y se despojó de su ropa para entrar a la cama y dormir todo el día.




Nota del autor: Teniendo otros proyectos incompletos decidí, luego de casi tres años, subir este borrador. Es una historia que por alguna razón nunca me decidí a publicar y hoy al releerla le encontré potencial, espero que les guste.

Who's the killer? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora