Salí corriendo tras ellas. Por el camino nos cruzamos a un montón de médicos y enfermeras. A pacientes con un brazo escallolado o en silla de ruedas. Estuve a punto de chocar con unos cuantos.
Fuimos por un pasillo muy largo y luego giramos dos veces a la derecha. Ellas se detuvieron de repente para hablar con un médico. Debia de ser algo importante. Vi que éste último me señalaba así que me metí rápidamente en la que primera puerta que vi. La sala era idéntica a la mía,excepto por el tamaño. Esta era mucho más grande, y tenía dos camas en vez de una. En ellas, un anciano dormía mientras que un joven de más o menos la misma edad que yo me miraba atónito.-¿Qué coño..? ¿Hugo?
Yo asenti despacio.
-Eh si...Hola.
-Tío, ¡como estás! No tenía ni puta idea de que estabas aquí. Nos dijeron que te había pasado algo y que aún tardarias en volver a clase. Ya he perdido la cuenta de cuantas veces te he llamado cabrón! Hostia que coincidencia tío. Se te echa mucho de menos.
-¿Me puedes recordar como te llamabas, por favor?
Él se echó a reír
-JAJAJA. Tan gracioso como siempre ¿eh Huguito?
-Lo digo en serio, no tengo ni idea de como te llamas. ¿Fuiste mi amigo...antes?
-¿A que te refieres con "antes"?
-La verdad es que no lo se, pero se que hubo un antes.
Nos quedamos los dos un momento en silencio.
-Tío, en serio, ¿que coño te ha pasado?
-¿Y a ti?
-Yo me rompí tres costillas y un brazo haciendo paracaidismo. La verdad es que tuve mucha suerte. Pero ya sabes que soy un cabezota, no pienso dejar de practicar deportes de riesgo sólo por esta tontería.
De repente calló. A mi sólo se me ocurrió pensar que no era una tontería. Y que no tenía ni idea de que el chico que tenía en frente era un cabezota.
Me atravesó las pupilas con la mirada y acto seguido, su expresión cambió.-Hugo, ¿lo sabes, no?
-¿El qué?
-Que soy un cabezota. ¡Si siempre me lo estás diciendo!
No sabía que contestar, así que me mantuve en silencio. Sabía que le iba a hacer daño de un forma u otra.
-Hugo, dime que te ha pasado, por dios. Me estas preocupando.
-Pues...yo...- De repente empecé a escuchar los pasos de las enfermeras por el pasillo. Ya debían de haber acabado de hablar.-¡Lo siento mucho, me tengo que ir!-
Y salí a toda prisa de la habitación, exactamente como lo habían hecho las dos enfermeras en la mía. La diferencia es que aquel chico no me siguió, tampoco podía. Tenía verdaderas ganas de seguir hablando con él, de descubrir cosas, pero el saber a donde iban aquellas dos mujeres podía conmigo.
Tenía un presentimiento.Torcieron a la derecha una vez más y luego a la izquierda y al fin se detuvieron frente a una puerta con un cartel que decía: "Terminal"
Tras unos segundos de duda, al final entraron.-Señora Sánchez!¡Hugo se ha despertado!¡¡Hugo se ha despertado!!
Una mujer se giró. Tenía la cara hinchada y los ojos rojos. Había estado llorando. Se parecía igual a mi. La misma nariz pequeñita y los mismos labios carnosos. Sus ojos eran del mismo color que su pelo, un marrón claro, precioso.
Debía de tener unos cuarenta años pero la expresión de su rostro le hacía parecer más mayor. Iba vestida de una manera sencilla. Una camiseta y unos vaqueros. Y me miraba con la boca abierta, como si no se lo pudiera creer. Todos lo hacían.
A su lado una chica unos años más pequeña que yo, sollozaba. Pero cuando la miré, cruzó la habitación en dos zancadas y saltó a mis brazos, sollozando aún mas fuerte.Nos quedamos un rato así, en silencio. Aquel abrazo me produjo una sensacion muy familiar y reconfortante. Cuando la chica me soltó, fue la mujer más mayor la que habló.
-Hugo, mi Hugo...
Esas palabras me sonaban. Era la misma mujer que me había hablado cuando acababa de recuperar la consciencia. Esta vez le hablé yo.
-Tú...tu voz. Ya la he escuchado antes. Te oí. Cuando me hablabas. Lo escuché todo. Pero cada vez estoy más confuso. ¿Quien eres?
La mujer se quedó un momento meditando la respuesta. Una expresión de verdadero dolor cruzó su rostro durante unos instantes, pero enseguida desapareció. Luego, levantó la cabeza y su expresión era serena, tranquila
-Soy tu madre, Hugo. Soy yo, mamá.- Y señalando a la chica que me acababa de abrazar, dijo:- Y ella es Eli, tu hermana.-
Mi hermana.
Cuando me fijé un poco más en sus rasgos, advertí que era exactamente igual a mi. Su pelo era completamente negro, incluso más que el mío y le llegaba hasta el culo. Todos teniamos la misma nariz, los mismos labios. De pronto, repare en que las dos enfermeras se habían ido. Nos habían dejado intimidad.-Os parecéis mucho a mí.
-Éso suele pasar en las familias.
-¿Y como se que no me estáis mintiendo?
Esta vez, fue mi supuesta hermana la que habló. Su voz sonó ronca,áspera. Como si las lágrimas se le hubieran acumulado en la garganta.
-Hugo, ven a vivir a nuestra casa. Pasa tiempo con nosotras, con tu familia, y lo entenderás. Te quiero demasiado y no soporto el hecho de que ahora no me recuerdes. Pero me mataría el saber que jamás me recordarás.
-Eli...
-No te preocupes, mamá. Estoy bien.- Y ahora se dirigió a mi- Hugo, no hace falta que recuerdes. No hace falta que recuerdes nada. Ya nos habían avisado de esto aunque no creí que fuera a pasar de verdad. De todos modos, deja que nos ganemos tu cariño otra vez. Ya sabes que me gusta leer...bueno, lo sabías. He leído muchas historias así y creo que todas coinciden en que la clave para volver a ser feliz es empezar de cero. Aunque entendería perfectamente que quisieras saber lo que pasó. Si te digo la verdad, yo tampoco lo sé. Nadie lo sabe. Te encontró Papa.-se le quebró la voz.-Pero por favor, danos una oportunidad. Somos tu familia.-
Y se hechó a llorar. Mi madre fue a consolarla, la abrazó. Y yo, casi sin pensar, rodeé su cuerpo con los brazos y la estreché bien fuerte contra mi pecho, como había hecho ella hace unos minutos. Tuve que reprimir el impulso de decirle te quiero, de decirle que la creía, que era mi hermana. Ese abrazo me trasladó a un lugar totalmente oscuro en mis recuerdos. Un sitio donde no se veía nada, pero que olía como ella, a mar y libro nuevo. Mi piel se erizó y estoy seguro de que quería decirme que dijera lo que estaba pensando. Pero no podía. Tenía que vivir, primero, aunque todo comenzaba a cuadrar.
Y sonreí.No sabía que mas decir asi que asenti lentamente con la cabeza cuando oí una tos. Una tos enferma, moribunda. Nada que ver con un resfriado normal y corriente. Mi madre y mi hermana también la advirtieron pero por más que revisaba la habitación, no tenía ni idea de donde provenía. De pronto, mi madre corrió una cortina y allí estaba, un hombre de mediana edad, con alguna arruga y una barba que parecía haber estado bien cuidada en un pasado. Tenía mis cejas, bonitas y bastante pobladas y su pelo era una mezcla de negro y gris. Tenia un aspecto horrible, lleno de moratones. Le habían dado una tremenda paliza.
-Te has despertado.
-Llevo despierto lo suficiente como para saber que mi hijo esta vivo.
Hablaba de un modo fluido, pero su voz soñaba frágil. Demasiado frágil.
-Hugo, te presento a tu padre.
Y entonces lo miré una y otra vez,pero no me lo podía creer. Ese no podía ser mi padre. Lo miraba con horror, como si fuera un monstruo. Y nunca olvidaré la cara que puso aquel hombre al ver mi cara. Al igual que nunca olvidaré el amor y el arrepentimiento que había en sus palabras cuando me llamó.
-Hugo, abrazame, por favor.
Y entonces yo lo hice. Y note su desesperacion, su cariño. Después empezó a llorar, joder y me rompió el alma.
- Lo siento tanto...siempre te he querido, Hugo.
Le di la espalda y le pregunté a mi madre si de verdad era él mi padre. Y no se si él lo oyó, o no, pero mi madre asintió.
Cuando me di la vuelta, mi padre ya había muerto.
ESTÁS LEYENDO
HUGO (PAUSADA)
خيال (فانتازيا)"Tengo que volver a amar, Mamá. Necesito recuperar mi vida. No soporto ver como otra gente me quiere cuando ese cariño no tiene sentido para mi, y quiero que lo tenga." Una critica a la vida, en general, que te hará reflexionar y reír,y llorar,esper...