Royalty//L.S.

•Prólogo•

Jayden soltó un resoplido y jaló las riendas de su caballo para que se detuviera.

Aguzó el oído para intentar escuchar el crujir de las ramas al ser rotas o el lejano relinchido de un caballo, sin embargo falló miserablemente. A sus oídos solo llegó el sonido de espadas chocando contra sí, gemidos de dolor, miedo, desesperanza y agonía, era el claro sonido de una sangrienta batalla. El reino de Gilda contra el reino de Vimer.

Todo pasó demasiado rápido. Jayden recuerda claramente estar disfrutando de una deliciosa cena en compañía de su familia en el castillo cuando un soldado entró por las puertas sin anunciarse y muy agitado le entregó un pergamino a Desmond Styles, soberano de Vimer. La cara del rey se endureció y rápidamente mando a preparar las tropas reales,  un clan del sur acababa de declararles la guerra y no había más opción que prepararse para la batalla.

La contienda duró un año, Vimer estuvo a punto de perder el enfrentamiento, pero un plan de combate bien organizado y ejecutado logró que el reino de las tierras frías se alzara como vencedor.

Lamentablemente no todo fue hojas de laurel, el país quedó en quiebra, las granjas de renos y alces estaban destrozadas, había gran cantidad de personas muertas y heridas.

El pueblo de Vimer estaba en crisis por lo que para evitar un inminente levantamiento revolucionario, el rey Desmond, tragándose su orgullo y en compañía de una botella de vino, escribió una carta a los soberanos del reino de Gilda para pedir ayuda.

Los reyes Tomlinson aceptaron la petición y en menos de un día, al reino frío llegaron barcos llenos de comida y personas dispuestas a reconstruir la cuidad, las granjas y los espacios donde se trabajaba la madera de pino. Gracias a la ayuda de los soberanos de las tierras cálidas, Vimer se mantuvo a flote, la gente dejó de protestar y la familia real pudo dormir más tranquila.

El rey Des prometió pagar todo cuando su reino volviera a sus tiempos de grandeza y prosperidad, sin embargo, los reyes Tomlinson querían más: relaciones diplomáticas permanentes con el reino frío, para ser más específicos.
Si hubiera dependido de Jayden, él hubiera aceptado. Los reinos de las tierras frías y los reinos de las tierras cálidas eran enemigos casi por naturaleza, y unirse a ellos implicaría una parcial rendición, una muestra de debilidad y una condena a la conquista, según el soberano de Vimer.

Así que, al recibir una negativa poco amistosa y nada educada por parte del rey Styles, Gilda le declaró la guerra a Vimer.

El príncipe Jayden sabía que de no parar pronto, Vimer pasaría a ser territorio de Gilda. La contienda llevaba cuatro meses y todo anunciaba que el vencedor, está vez, no sería el reino frío. El rey estaba completamente consciente de la situación y como un plan desesperado encomendó a su hijo mayor la tarea de matar al heredero de la corona de Gilda: el príncipe Louis Tomlinson.

Jayden siempre tuvo rivalidad con Louis, nunca se llevaron bien y cada encuentro que tenían terminaba en un palea e insultos poco propios de un príncipe. Así que sí, Jayden aceptó la tarea sin pensar realmente si era una buena idea o no.

Por eso estaba ahí, en medio del bosque, alejado de sus hombres esperando al príncipe Tomlinson para tener una pelea cuerpo a cuerpo.

Su espera no duró demasiado, a los pocos segundos Louis Tomlinson apareció montado en un hermoso caballo negro, con una armadura ligera adornada con el escudo de Gilda, espada en mano y una sonrisa de superioridad que lograba sacar de sus casillas al príncipe de Vimer.

—Buenos días príncipe Jayden—saluda el alfa castaño con un tranquilidad enfermiza, como si a unos metros de ellos no se estuviera librando una batalla.

—Estás demasiado tranquilo, Tomlinson—comenta el alfa de cabello negro con los dientes apretados asqueado por el olor desconocido de su oponente.

—En efecto, príncipe—Louis se aparta el cabello de la frente y clava sus profundos ojos azules en Jayden—La contienda terminará pronto, y ambos sabemos quienes coronaran sus cabezas con hojas de laurel.