Historia ganadora de los Wow Awards 2017 7v7
Emily es mala mentirosa, por el simple hecho que no puede hacerlo pues está maldita.
Cada vez que Emily miente, besa a la persona a la que le mintió.
Así Emily ha perdido amistades y ganado admiradores.
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12 de Julio/2008.
Amo tantísimo ir a casa de Sarah.
Si me preguntaran por mi cosa favorita en el mundo respondería que es el helado de mora.
Definitivamente es el helado de mora.
Pero si me preguntan por mi segunda cosa favorita en definitiva sería ir a casa de Sarah, o bueno, tal vez esa sería mi tercera cosa favorita porque amo mucho ir al parque a jugar.
El punto es, que cuando voy a casa de Sarah soy feliz, me alegra tener suerte porque voy allí muy seguido.
Si me pusiese a hablar de las cosas maravillosas que hay en su casa nunca de los jamases acabaría, porque lo amo todo, todo, todito.
Pero sobre todas las cosas, amo nuestras pijamadas.
Y es genial porque siempre las hacemos, claro que ninguna sigue despierta después de las diez, pero, el día siguiente que recuerdo, siento que hemos pasado toda la noche despiertas, y es súper emocionante ese sentimiento de sentirse adulta y trasnocharse.
Aunque soy una niña aún, me gustaría mucho ser una adulta, ellos son más felices y pueden hacer lo que quieran.
Por eso me gusta jugar a las muñecas, e imaginar que soy una adulta que toma sus propias decisiones, tiene muchos dramas y es muy feliz.
Como lo son adultos.
— ¡Oh, Carmina! Mi amada, ¿quieres ser mi novia? —dice Sarah con un intento de voz de hombre mientras mueve el Ken en su mano.
— ¡No! —respondo con una voz más aguda y agito mi muñeca—, estoy enamorada de tu hermano.
Sarah hace una mueca asombrada y suelto una risita.
— ¡¿Roberto?! —grita Sarah aún con su voz de hombre—¿Me llamaban? —habla agitando ahora al otro Ken, Roberto.
—Roberto, te amo, vámonos juntos a otra ciudad —digo dramáticamente.
Sarah suelta a los Ken y me mira con el ceño fruncido.
— ¡Así no se juega! —dice Sarah enojada.
— ¿Por qué? Roberto es mejor que Raúl, quiero que Carmina esté con Roberto —digo firmemente.
Sarah cruza sus brazos.
—Pero Roberto es feo —explica.
— ¡No! Roberto es genial.
Sarah me quita a mi muñeca de la mano y la tira a su cama.
—Ya no vamos a jugar, no te presto mis muñecas —hace una pausa—. ¡Nunca! —grita.
— ¡Bueno! ¡Igual tus muñecas están feas! —me levanto de la alfombra y salto a la cama enojada.