III

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Zoé.
Mi marido había estado muy raro últimamente, actuaba como si fuera el último día de su vida.
Me consentía como siempre, pero ahora lo hacía mucho más.
Quizá ya se había dado cuenta de mi embarazo. No le he contado porque quiero que sea una sorpresa. Y bueno supe que estaba embarazada hace una semana aproximadamente.
Y pues no quiero decirle tan pronto, hasta encontrar un momento indicado y sobre todo un tiempo para los dos. Ya que mi trabajo en el hospital me consume el tiempo en un dos por tres.
A mi esposo igual, el también trabaja en un hospital. Así es, los dos somos médicos.
Y dado que nuestro tiempo se va rápido, no habíamos tenido la oportunidad de planear hijos o algo por el estilo. Y vaya sorpresa que se va a llevar, cuando se entere de nuestro embarazo.
Y bueno ahora los dos estamos acostados, viéndonos a los ojos el uno al otro. Créanme que sus ojos son los más bellos del universo.
Esas enormes esmeraldas, puertas de su precioso alma; brillan más que las estrellas, brillan más cualquier diamante y sé que brillaran más cuando sepa que tendremos un bebé.

Anuar.
Quisiera decirle en este momento a mi esposa, mi mujer, el sol de mis días... que no quisiera dejar de ver sus hermosos ojos.
La manera en que me mira me causa mucha ternura, me mira como si fuera algo extraordinario. Y sé que lo soy para ella, pues siempre me dice que soy el mejor regalo que la vida le pudo dar.
Yo siempre he querido decirle lo mismo, pero no quiero que después me diga «Ay que copiiiiiiiiii eres mi amor» jaja, por eso siempre le digo que es el sol de mis días. Porque eso es. Es ese bello solecito que llegó a mis días para hacer a un lado todas esas neblinas.
Porque mi vida era gris, más bien era común. Pero cuando ella apareció; y así sin ninguna invitación... mis días cambiaron por completo. Mi vida en general dio un giro total gracias a ella. Y es que como lo dije anteriormente, ella no tenía invitación para mi vida, de hecho nadie.
Y ella, ella siempre rompe las reglas y se hizo parte de mi vida sin ninguna invitación, y sin que yo lo planeara.

–Apareciste sin ninguna invitación cielo –dijo Anuar mientras abrazaba a Zoé.
–¿Sin invitación? ¿De que hablas mi amor? –preguntaba Zoé mientras se acurrucaba en el pecho de Anuar.
–Pues dicen que las mejores personas llegan a tu vida, cuando no tienen invitación. –respondió Anuar.
–¿Quién dice eso papacito? –añadió Zoé.
–Yo lo digo nena jaja, porque así fue contigo –respondió Anuar–. Llegaste sin invitación, sin que yo lo esperara... y míranos. Estamos juntos, somos felices, y sobre todo nos amamos.
–Anuar enserio no sé qué sería de mi vida en este momento, si tú no estuvieras conmigo.
Perdóname que haga esto aún más cursi jaja, pero realmente te amo con todo mi ser –dijo Zoé entre lágrimas.
–No llores mamacita, cálmate. Mira yo te hice una promesa antes de que nos casáramos, incluso antes de ser pareja. Prometí estar contigo cada día de mi vida. Prometí estar para ti siempre, porque te amo Zoé. Te amo y así será siempre. –dijo Anuar, para después besar una y otra vez... los labios de Zoé.
–Perdón mi amor, es solo que estoy muy sensible jaja. Y es que la verdad no imagino mi vida sin ti. No imagino mis días sin mi hermoso hombre, sin mi súper héroe, sin mi amado. Simplemente no podría sin ti. –añadió Zoé mientras miraba los ojos de su amado.

¡Demonios! ¿Porqué tenía que pasarme esto justamente a mi? ¿Porqué no puedo ser eterno, junto con ella... para así jamás dejarla sola?
Quiero respuestas, pero sé que jamás las tendré.
Y ahora me mira de nuevo a los ojos ¡oh cielos! Esos enormes y preciosos ojos.
Enserio que impotencia siento en este momento, que ganas de decirle todos y cada uno de mis deseos justo ahora. Qué ganas de decirle el motivo de mi comportamiento.
Pero no puedo, no aún.

–¿Mi amor estás bien? ¡Mi amoooooooor! –dijo Zoé moviendo un poco a Anuar–. ¿Porqué estás llorando papacito? ¡Dime que sucede!
–Me siento un poco mal cielo, pero tranquila... es solo un simple dolor de cabeza –respondió Anuar de manera tranquila, para evitar llorar más.
–No te creo del todo papacito, pero ¿que te parece si ahora nos dormimos? –dijo Zoé–. Pues dijimos que tomaríamos una siesta, y no hemos tomado la siesta como se debe.
–Bueno, tienes toda la razón cielo. No hemos dormido jaja –respondió Anuar.
–Ahora cierra tus ojos, y relájate... no pienses en nada por favor. Y hazme caso, no pienses en nada cariño. –dijo Zoé mientras acariciaba la espalda de su amado.
–Está bien nena, y tú tampoco pienses en nada. Mejor vamos a dormir –respondió Anuar mientras cerraba sus ojos.

¿Cómo no iba a pensar en nada? Si lo único que tenía en mi mente eran dos cosas: Mi esposa, y lo que más me aterra; que es dejarla sola. Porque eso iba a pasar, iba a dejarla sola. Pero bueno... ya nada se podía hacer para remediarlo.

Continuará...

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