Capítulo II

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El ángel asintió repetidas veces, tapándose el rostro.

—Si—susurró rompiendo en llanto.

Creyó, qué jamás los volvería a ver. Qué se había condenado a la separación el día en que se fue, pero no fue así. Corrió a sus brazos desesperado por el contacto, con sentir que no estaba solo, que eso no era solo una inventó de su mente.

—Cáncer—susurró Piscis al sentir el cálido cuerpo de su hermano chocar con el suyo. Rodeó su cuerpo con sus brazos—Estas vivo.

Piscis se separó un poco para verlo a los ojos, le limpió las lágrimas, al igual que Cáncer a él.

—No saben cuanto los extrañé —le dijo el cangrejo acongojado.

—Y nosotros a tí bobo—contesto Piscis con una sonrisa quebrada—.Creímos que habías muerto.

El semblante de Piscis se volvió triste y dolido. Después de todo, sus hermanos eran lo más importante para él.

—Lo siento, lo siento tanto—se lamentó el cangrejo—Pero era necesario. No podía dejarlo así... Me estaba hundiendo.

—Te hundias antes de eso, Cáncer —tomó sus manos y las acarició—Escorpio..., él lo hizo por tí.

El cangrejo sintió su corazón estrujarse. El solo recordarlo lo lastimaba.

—No debió hacerlo—murmuró.

—Casí mueres—dijo con voz suave el Pisciano.

—Lo sé...

Los dos se quedaron en silenció un largo rato. Como si cada uno recordara lo sucedido el día en que se fue.

—¿Vas a volver? —preguntó Piscis con un tono melancólico.

Cáncer tardo en responder.

—No—contestó con la mirada pérdida en algún sitio.

Piscis sonrió un tanto dolido. Sabía que su hermano contestaría eso.

—¿Por qué?

—El otro, sigue vivo.

Sólo eso bastó para que Piscis entendiera. Su hermano era así, sabía desde un principió que no se quedaría de brazos cruzados, que iría y seguiría hasta el final.

—Tú nunca te rendiras—dijo sonriendo.

—Nunca.

Los dos se sonrieron mutuamente. Soltaron sus manos y se quedaron viendo a los ojos.

—No te preocupes—Cáncer acarició su mejilla—Todo estará bien.

Piscis cerró los ojos disfrutando del contacto. Sus manos estaban tibias, y sabían exactamente dónde tocar para calmarlo. Se empezó  a sumir en un sueño, en el que creyó que una vez unas manos así lo tocaron, pero a diferencia de las de Cáncer, estas estaban frías y temblorosas.

—Piscis—el llamado de Cáncer lo despertó de su sueño—te dormías.

—Lo siento—sonrió—,pero tus manos son tan relajantes.

El cangrejo rió levemente. Siempre le decían lo mismo.

—Ven, sentémonos—dijo agarrando al pez y arrastrandolo hasta un lado del lago, para sentarse en el pasto.

Piscis se recostó a su lado apoyando su cabeza en las piernas de su compañero.

—Y...cuéntame ¿Cómo estan todos?—dijo el cangrejo acariciando su cabeza.

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