¿QUÉ SENTIRÍAS SI TE DIJERA QUE TE AMO?

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Eran al rededor de las diez de la noche cuando yo llegué a la disco, pero tú aún no llegabas. Esperé unos quince minutos y cuando volteé a la puerta estabas tú con un amigo tuyo que yo no conocía.
Te sentaste en un banco lejos de mí y pediste una cerveza, la cual te acabaste muy rápido, debo admitir que es una habilidad inusual.
Tu amigo era muy callado, nunca dijo ni una palabra, solo se sentó y veía a los alrededores.
Minutos después, él se fue y llegó el amigo que se encontraba horas antes con mi hermana. Tú te recorriste al banco al lado mío y tu amigo se sentó en el que tú te encontrabas.

Poco después, perdimos la pena y empezamos a bailar los cuatro. Cuando te vi bailar quedé impactada, no sabías bailar y te movías como gusano. Intenté enseñarte algunos pasos pero preferiste seguir los tuyos, no pude protestar. Fue muy divertido pasarla contigo ese día, en especial en la noche que ya no era incómodo no hablar porque la música tenía un volumen alto.

La música paró a la media  noche. Sentí que el tiempo se fue volando y era la hora de despedirnos por más que me costara. Me volteé de frente hacia ti , te dije adiós y te abracé; fue un abrazo tan cálido que no te quería soltar. Después, le dije adiós a tu amigo, el cual también me cayó muy bien.

Nos fuimos caminando juntos hasta el elevador y tu empezaste a bailar sin música y fue algo tan gracioso. Eso es lo que me encantó de ti, que no te importa dónde estés, siempre eres tú y no cambias por estar con otras personas.

En el elevador nos dijimos buenas noches y tú y tu amigo salieron en el cuarto piso para ir a su habitación. Mi habitación quedaba en el  piso de arriba, así que me quedé un poco más de tiempo ahí dentro.

Al salir del elevador al quinto piso, quería regresar al piso de abajo y abrazarte con todas mis fuerzas pero simplemente no fui lo bastante valiente para salir huyendo en frente de mi familia y demostrarte mi amor en frente de tus amigos... Si, ni lo pensé. Sería algo demasiado penoso...