—Aquí se encuentran los testimonios de todas y cada una de las muñecas, incluso el mío. Te recomiendo que leas todo, quizá algún día te pueda servir de algo —Dice Demian con una voz que irradia seguridad— Debes escribir aquí el tuyo, de lo contrario nadie podrá suplirte, pues no habrá registro tuyo —Dice mientras asiento con la cabeza.
Es demasiada información. Aún me encuentro atónita, pues el impacto de hace un rato me ha dejado un poco mareada además de adolorida.
—También es mi deber decirte que hay algunos requisitos para los suplentes, por ejemplo, deben de ser menores de 20 años, pero mayores de 16. También deben de ignorar por completo lo que les deparará el destino.
Es demasiada información para un lapso de tiempo tan corto. Jamás había sido bombardeada de esa manera. Sin darme cuenta, encuentro mi lengua paseando sobre mi labio inferior. Una mueca de dolor cruza mi rostro cuando me percato de que tengo sangre en el mismo. De seguro esa herida fue causada por el golpe que me di al caer en el suelo.
Después de un rato, Demian decide hablar.
—Elisse, luces demasiado mal. Disculpa por lo que hice.
Cuando dice eso, caigo en cuenta de mi estado, de seguro me veo fatal. Mi vestido se encuentra arrugado. Sobre mi antebrazo se puede apreciar una marca morada, al parecer por la fuerza con la que Demian me trató. Mi labio está inflamado y morado, al parecer también sangrando. Mi cabello está hecho un desastre, enredado y por ningún lugar. Vaya que luzco demasiado mal.
Espero jamás tener que volver a sufrir algo así.
Medito las palabras de Demian durante un rato, y cuando el sueño comienza a hacer pesar mis párpados me recuesto y me doy a la tarea de descansar. Debería comenzar a acostumbrarme a esto, después de todo, viviré aquí durante por lo menos una década.
Cuando despierto, me doy cuenta de que es medianoche y una conversación en voz baja que tiene lugar en la habitación de al lado me sobresalta.
—Demian, por fin eres libre, ¿Cierto? Ahora tienes una inocente suplente. —Dice una voz femenina a punto de romper en llanto, que me resulta familiar. —Por favor dime que ya no es necesario que sigas aquí. —Agrega.
—No lo sé. Es extraño, ya han pasado 30 horas desde que besé a Elisse y aún no me puedo alejar de aquí, aún ni siquiera puedo volver a mi tamaño real.
—Responde el antes mencionado.Me levanto intentando hacer el menor ruido posible y me acerco sigilosamente a la habitación. Al entrar por la puerta veo algo que hace que mi corazón se sienta aplastado. Un escalofrío invade mi cuerpo, y es acompañado por un nudo en el estómago. Son Demian y Judith. Demian tiene abrazada a Judith, quien solloza con la cabeza recargada en el pecho del pelinegro.
—Elisse. —Tartamudea Judith, y sólo puedo bajar la mirada, intento ocultar cuán desgarradora es para mí esa imagen. —Lamento que te hayas enterado así, pero tenemos algo que contarte. —Dice mientras da un largo suspiro.
Vaya que tiene algo que contarme.
—Adelante, te estoy esperando. —Respondo intentado usar mi tono más maduro y seco posible, pero se termina notando la rabia y el dolor en mi voz.
No me importa Demian, lo que en verdad me lastima es que a pesar de todos los años de amistad, Judith permitiera que sucediera esto; pero lo que más me sorprende es el hecho de que esté aquí, en la casa de muñecas, con nosotros. Ni siquiera yo sé cómo llegué aquí. Vaya que sí tiene algo importante que decirme.
Después de esto, descubro que en verdad esto sí me duele. Creí que Demian me quería. Pero qué estupidez más grande pensaste, Elisse. Escucho a la voz de mi cabeza que se encarga de regañarme. Es obvio que no te quería. Te acababa de conocer. Pero creí eso porque me trató con tanto cariño, me hizo sentir querida. Estuve a punto de darle mi primer beso. Muchos no le dan importancia, pero yo, desde que descubrí lo que eran los besos, decidí que le daría el mío a alguien que de verdad me quisiera, sin importar si estaríamos juntos o no.
Judith toma aire y después de exhalar larga y pausadamente, me mira a los ojos y comienza a hablar.
—Hace alrededor de 30 años, yo vivía en una ciudad de Francia. Mi vida era muy tranquila, y podría hasta catalogarse monótona. En esa época conocí a un joven muy apuesto, y al parecer era nuevo por esos rumbos. Me pareció interesante la manera en la que me miraba así que decidí acercarme a hablar con él, puesto que pensaba que no podría perder nada al hacerlo. Después de unos días, decidí contarle a mi familia sobre mis planes de contraer matrimonio con el apuesto desconocido. Mi padre era una persona muy conservadora, y creía que no podía haberme enamorado de alguien a los 17 años. Y él tenía razón, no estaba enamorada. Pero el joven se acercó un poco más de lo debido a mí y posó sus labios sobre mi frente, y perdí la conciencia. Cuando desperté estaba encerrada en una habitación. Me había convertido en una suplente —Judith traga saliva y evita mi mirada. —Medité sobre lo que había pasado durante 10 años, y decidí que no permitiría que algún inocente tomara mi lugar, incluso si eso significaba renunciar a mi libertad, pues creí que lo merecía. Pasó el tiempo y conocí a Demian, hace aproximadamente 10 años. —Dice mientras se sonroja levemente. —Él quedó perdidamente enamorado de mí, y yo de él. Pero el destino es cruel e hizo que olvidara mi situación, y una noche de enero decidí besarlo tiernamente en la frente. Ambos nos vimos sumidos en una profunda obscuridad, y cuando despertamos yo era libre. —Dice y comienzan a brotar lágrimas de sus ojos, lo cual desgarra aún más mi ya maltratado corazón. —Caí en cuenta del error que había cometido y hablé con Demian sobre nuestra situación. Él lo comprendió perfectamente, y me pidió ayuda para encontrar una suplente para él, que cumpliera las características que eran necesarias, pues así podríamos estar juntos cuando terminara todo esto. Y yo le prometí, por todo el amor que sentía por él, que lo haría, que encontraríamos una salida para todo esto.
Es doloroso verla así, de seguro le está doliendo mucho decirme esto.
Me duele tanto verla así. Me hiere saber que no me tuvo la confianza suficiente de decírmelo.
Sus palabras resuenan en mi cabeza, y no me siento capaz de procesar tanta información. Comienzo a sentirme mareada y noto que mis piernas no son capaces de soportar mi peso, intento mantener el equilibrio, pero termino perdiéndolo y caigo al suelo.
—Cuando regresé a mi ciudad me vi en el cuerpo de una niña de 7 años, y me encontraba en un orfanato. Mis recuerdos eran vagos, pero jamás olvidé la promesa que le hice a Demian. Cuando me adoptaron nos trasladamos a otra ciudad, y comencé la escuela en el mismo colegio que tú. Ahí te conocí, y entablamos una tierna amistad. —Me mira a los ojos y me dedica una sonrisa melancólica.
—¿Y esto qué tiene que ver conmigo? —Le respondo, con un nudo en la garganta, al borde del llanto. Al parecer esta frase se está volviendo una de mis favoritas.
—Después descubrí que quien fue mi antiguo dueño había muerto, y sus familiares habían decidido vender todas su muñecas. Una tienda de antigüedades compró el lote, y cuando visité la tienda me encontré con Demian. —Dice y mira al joven.
—Ella me visitaba todas las noches, y me habló de ti. Pero la vida no pudo ser tan cruel con nosotros, y nos dio una salida. —Dice Demian mientras una sonrisa ilumina su rostro.
—Para poder ser una suplente debiste pasar por una traición, lamento haberte hecho esto, pero no tenía otra opción. Elisse, tú eres nuestra salida. Tú eres la única que nos puede ayudar a terminar con esto.
ESTÁS LEYENDO
Tres días para ser libre.
Novela JuvenilElisse es una joven de tan sólo 17 años que desaparece misteriosamente después de una fiesta a la que asistió con su mejor amiga, Judith. Es buscada durante unas semanas hasta que sus padres se dan por vencidos. Del otro lado de la ciudad, una joven...