IV

4 1 0
                                    

En la tarde de nuestro día de descanso, uno de mis amigos me invitó a cenar.
Él estaba trabajando excavando un viejo castillo y unas ruinas que estaban cerca. Desde que estaba feliz por hacer su parte en un trabajo muy importante, nos contaba acerca de ello y nos presumía un poco. Tenía muchos deliciosos platillos colocados en la mesa, pero para mí, la fiesta más grande era sentarnos todos juntos en la mesa como familia. En su casa apreciaban mucho sus muebles y vajillas de viejos tiempos tomando buena cautela de ellos. Condujeron una vida simple tanto como nuestra familia y la manera ordenada que tenían todo organizado era muy agradable.

En el jardín de fuera, tenían una pequeña cama de flores. Se colocaron delante de mí y yo agarre mi pincel. Como agradecimiento por la cena, pinté un retrato que podrían dar a su bebé cuando creciera. Solo sonrieron tímidamente, y yo les agradecí por sus hermosas caras sonrientes.

La AldeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora