27 de Agosto de 1888
- Tenemos que hablar. – Dijo Milos acercándose al escritorio donde se encontraba Jaroh enfrascado en la lectura de una carta.
Este levantó la vista y dejo el papel sobre la mesa.
- ¿Qué ocurre? – respondió intrigado.
- Es sobre un caso que investigó Alice antes de incorporarme al puesto. Según las evidencias se trata de un vampiro.
Jaroh se removió incomodo en la silla. Eso era extraño. Rara vez un vampiro era tan descuidado como para atacar a un humano y dejarlo a la vista de sus congéneres. La discreción era algo que aprendían desde el inicio por las buenas o si era por las malas eran ellos los que se encargaban de enseñar la lección.
- ¿Y qué es lo que te preocupa?
Milos dudó un segundo poniendo en orden sus ideas.
- Pues lo que me parece es que no ha sido un simple asesinato. Me inclino en pensar que es una especie de mensaje. Bien es cierto que puede ser una chapuza mal llevada a cabo, pero el nivel de ensañamiento con la victima me parece excesivo.
- Si se trata de un mensaje, ¿a quién crees que va dirigido? – dijo preocupado. Aquello le daba mala espina.
- A nosotros. - Respondió escuetamente.
- ¿A los vampiros?
- No. A nosotros. – repitió.
- Entiendo. – Jaroh se levantó y se dirigió hacia su amigo.
- ¿Y esto lo sabe Alice?
- No, por supuesto. Sólo lo sabemos tu y yo. – evidentemente no iba a decirle sobre el "incidente" de la noche anterior. Lo que menos quería era un vampiro iracundo destrozando a otro por haber tocado a su hija. – Lo que me preocupa es que no sea el último aviso. Ojalá me equivoque, pero esa es la extraña sensación que tengo. Si te lo digo es porque hace mucho tiempo vimos algo así y ya sabes que no terminó bien.
- Mantenme informado si hay alguna novedad. Si estas en lo cierto debemos estar preparados.
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Aquellas manos se paseaban por su cuerpo intentando memorizar cada palmo de su cuerpo. Buscaban su sexo desesperadamente. Alice ebria de placer se dejaba hacer y ayudándolas como un faro guía fue separando sus muslos. Las manos se acercaban a su cadera bordeando sutilmente su ombligo haciéndola enloquecer. ¡No te demores! - Se dijo creyendo morir al anticipar el trayecto de las mismas que iban bajando más y más. Solo una pulgada la separaba del éxtasis y lo ansiaba con tal virulencia que tuvo la tentación de agarrarlas y hacerlas llegar a su destino.
- Un poco más... ¡Dios! Voy a enloquecer... más... sigue...
El despertador sonó como un tren de mercancías al acercarse a la estación. Alice se despertó en un espasmódico batiburrillo de sabana y manta que tenía entre las piernas.
Respiró profundamente al ser consciente de que todo había sido un sueño. No abrió los ojos en un intento por retener esas imágenes en su mente. Se ruborizo ya que reconocía esas manos fuertes y poderosas y las deseaba con el resto que las acompañaba. Jack Rayne había sido el artífice de aquel sueño húmedo.
Anteriormente había tenido ese tipo de sueños pero conscientemente nunca había demostrado interés físico en un hombre. Claro que sabía reconocer el atractivo de ellos, pero nunca a un nivel tan sexual. Tal era el caso, que pensaba que ella había nacido sin esa necesidad y por lo tanto su virginidad seguía intacta. No necesitaba esa parte.
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Vampeires: Jack
VampireEn la Londres victoriana, una serie de asesinatos perturba la paz de la vieja ciudad. Alice Shuttleworth, que siempre quiso ser inspector de policía ha conseguido su sueño disfrazada de hombre ya que la sociedad no ve con buenos ojos que ese cargo l...