Aquella casa, horas antes tan silenciosa, ahora era un hervidero de actividad. Ethel después de dar órdenes, instrucciones y algún que otro grito, contenido eso sí en deferencia a su invitada, decidió que era hora de tomar el relevo de Yulka y contestar cualquier duda de Alice.
- Vamos a ver muchacha, ¿qué quieres saber? Supongo que debes estar hecha un lio. – Alice que se sentía más animada se sentó en una silla justo al lado de Ethel.
- ¿Desde cuándo...? – empezó a preguntar.
- ¿...sabemos que eres mujer? – Terminó la frase Ethel. La miró con la dulzura de una madre. – Desde siempre – dijo por toda contestación.
Alice se quedó estupefacta ante la agilidad mental de la vampira y no pudo más que admirarla. Era casi igual de pequeña que ella, pero su presencia era grande, arrolladora y ahora supo que su discapacidad no la limitaba en ningún sentido.
- ¡Pero eso es como decir que me conocéis desde que nací! – exclamó Alice. No sabía cuan cerca estaba de la verdad.
- Incluso antes – dijo con tristeza en sus ojos. – Conocemos a tu padre desde hace mucho tiempo.
Alice se alegró de la noticia, ahí estaba la conexión que justificaba que ella estuviese entre ellos. – ¿Entonces conoces a mi padre Jhonn? – Ethel al escuchar ese nombre no cambio el gesto compungido y desvió el tema.
- Pero ahora debes prepararte para el almuerzo. Estas flacucha, no sé qué comes, pero no te está haciendo bien. – dijo cambiando a una sonrisa.
Alice no era tonta, no en vano no había llegado a donde estaba en la policía porque le faltase dos dedos de frente precisamente. Algo le ocultaban y su mente empezaba a mover sus engranajes habituales. Se prometió que averiguaría a qué tanto secretismo.
Ethel rápida como parecía ser habitual en ella, se movió ágilmente en su silla de ruedas. Se acercó al armario y abrió una de las puertas dejando a la vista una cantidad de vestidos dignos de una reina. Aunque el color predominante era el negro, siempre estaban conjuntados con algún color vivo.
- Elige mi niña – dijo señalándolos al mismo tiempo que la miraba feliz.
Alice no sabía que honor merecía para poder vestir uno de aquellos vestidos. Se acercó y los inspeccionó detenidamente. Definitivamente hechos a mano y materiales de altísima calidad. ¡Estos vampiros eran ricos! Paseó la mano por cada uno de ellos y entonces lo percibió. Un leve cosquilleo en la punta de sus dedos le hizo prestar especial atención a ese vestido. Era precioso, aunque el estilo del mismo no pudo determinarlo. El tejido y la textura eran diferente a todo lo que conocía y sin saber por qué lo descolgó y lo olio profundamente. Un aroma que pudo reconocer al instante. Abrió los ojos y los dirigió hacia Ethel. Esta se encontraba mirándola con lágrimas en los ojos. Se las secó rápidamente.
- Es... tuyo. – dijo.
- Así es. Es el vestido que llevaba la noche que me declaré a t... al tontuelo de Karel. Eso fue en nuestro mundo. – dijo recomponiéndose.
- ¿Vuestro mundo? Espera... ¿Me estás diciendo que no sois siquiera de este? - Esto lo complicaba otra vez. No sabía si algún día dejaría de sorprenderse con aquellos bellos seres.
- Exacto. Pero eso puede esperar. Ahora hay que ponerte guapísima. – Dijo mientras el color de sus ojos cambió por unos segundos a un blanco intenso. Durante ese instante pareció no estar en esa habitación con ella.
En lo que le pareció una fracción de segundo, apareció en la puerta Yulka.
- Ya estoy lista para la misión. – dijo con una sonrisa.
- ¿Qué misión? – respondió confundida Alice.
- La de dejarte espléndidamente bella. - dijo guiñándole un ojo.
Se acercó a Ethel y le habló en un susurro.
- Jaroh llegará a las tres. Esta madrugada salió de Nottingham por lo que no se espera su retraso.
Ethel pareció preocupada ante la noticia. Miró a Alice fugazmente y alejó sus preocupaciones momentáneamente.
- ¿Y quién es ese Jaroh? No es la primera vez que habláis de él y parece que estuvieseis hablando del mismísimo diablo. - Dijo Alice harta ya de tanto misterio.
Las vampiras se miraron un momento y se rieron al unísono. Tardaron unos segundos en recuperar la compostura.
- ¿Diablo? Nunca vi a un ser tan bueno y gentil como Jaroh. No hija mía, Jaroh es el señor de la casa. – Dijo Ethel.
- ¿Entonces, vosotros sois sirvientes? – preguntó Alice sin comprender.
- No. Somos amigos desde hace tanto tiempo que podría decirse que somos familia. Aunque siempre hemos visto a Jaroh como el más coherente, íntegro y cuerdo del grupo, por lo que siempre recurrimos a él cuando surge un problema. – Se adelantó Yulka.
- O sea, lo que viene siendo el tonto útil, ¿no? – dijo Alice pícaramente.
Esta vez fueron las tres las que rompieron a reír.
Desde la cocina se escuchaba el escándalo que estaban formando el grupo de mujeres.
Milos removía el guiso mientras Karel fregaba los platos.
- Parece que se lo están pasando bien las chicas – Le dijo a Karel.
- Demasiado diría yo. ¡Dios! Me va a dar un infarto.
- Y tú ¿estás preparado para esto?
- Ni en un millón de años – fue la única respuesta de Karel.
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Vampeires: Jack
VampirosEn la Londres victoriana, una serie de asesinatos perturba la paz de la vieja ciudad. Alice Shuttleworth, que siempre quiso ser inspector de policía ha conseguido su sueño disfrazada de hombre ya que la sociedad no ve con buenos ojos que ese cargo l...