MAS VAMPIROS (PARTE 2)

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Aquella casa, horas antes tan silenciosa, ahora era un hervidero de actividad. Ethel después de dar órdenes, instrucciones y algún que otro grito, contenido eso sí en deferencia a su invitada, decidió que era hora de tomar el relevo de Yulka y contestar cualquier duda de Alice.

- Vamos a ver muchacha, ¿qué quieres saber? Supongo que debes estar hecha un lio. – Alice que se sentía más animada se sentó en una silla justo al lado de Ethel.

- ¿Desde cuándo...? – empezó a preguntar.

- ¿...sabemos que eres mujer? – Terminó la frase Ethel. La miró con la dulzura de una madre. – Desde siempre – dijo por toda contestación.

Alice se quedó estupefacta ante la agilidad mental de la vampira y no pudo más que admirarla. Era casi igual de pequeña que ella, pero su presencia era grande, arrolladora y ahora supo que su discapacidad no la limitaba en ningún sentido.

- ¡Pero eso es como decir que me conocéis desde que nací! – exclamó Alice. No sabía cuan cerca estaba de la verdad.

- Incluso antes – dijo con tristeza en sus ojos. – Conocemos a tu padre desde hace mucho tiempo.

Alice se alegró de la noticia, ahí estaba la conexión que justificaba que ella estuviese entre ellos. – ¿Entonces conoces a mi padre Jhonn? – Ethel al escuchar ese nombre no cambio el gesto compungido y desvió el tema.

- Pero ahora debes prepararte para el almuerzo. Estas flacucha, no sé qué comes, pero no te está haciendo bien. – dijo cambiando a una sonrisa.

Alice no era tonta, no en vano no había llegado a donde estaba en la policía porque le faltase dos dedos de frente precisamente. Algo le ocultaban y su mente empezaba a mover sus engranajes habituales. Se prometió que averiguaría a qué tanto secretismo.

Ethel rápida como parecía ser habitual en ella, se movió ágilmente en su silla de ruedas. Se acercó al armario y abrió una de las puertas dejando a la vista una cantidad de vestidos dignos de una reina. Aunque el color predominante era el negro, siempre estaban conjuntados con algún color vivo.

- Elige mi niña – dijo señalándolos al mismo tiempo que la miraba feliz.

Alice no sabía que honor merecía para poder vestir uno de aquellos vestidos. Se acercó y los inspeccionó detenidamente. Definitivamente hechos a mano y materiales de altísima calidad. ¡Estos vampiros eran ricos! Paseó la mano por cada uno de ellos y entonces lo percibió. Un leve cosquilleo en la punta de sus dedos le hizo prestar especial atención a ese vestido. Era precioso, aunque el estilo del mismo no pudo determinarlo. El tejido y la textura eran diferente a todo lo que conocía y sin saber por qué lo descolgó y lo olio profundamente. Un aroma que pudo reconocer al instante. Abrió los ojos y los dirigió hacia Ethel. Esta se encontraba mirándola con lágrimas en los ojos. Se las secó rápidamente.

- Es... tuyo. – dijo.

- Así es. Es el vestido que llevaba la noche que me declaré a t... al tontuelo de Karel. Eso fue en nuestro mundo. – dijo recomponiéndose.

- ¿Vuestro mundo? Espera... ¿Me estás diciendo que no sois siquiera de este? - Esto lo complicaba otra vez. No sabía si algún día dejaría de sorprenderse con aquellos bellos seres.

- Exacto. Pero eso puede esperar. Ahora hay que ponerte guapísima. – Dijo mientras el color de sus ojos cambió por unos segundos a un blanco intenso. Durante ese instante pareció no estar en esa habitación con ella.

En lo que le pareció una fracción de segundo, apareció en la puerta Yulka.

- Ya estoy lista para la misión. – dijo con una sonrisa.

- ¿Qué misión? – respondió confundida Alice.

- La de dejarte espléndidamente bella. - dijo guiñándole un ojo.

Se acercó a Ethel y le habló en un susurro.

- Jaroh llegará a las tres. Esta madrugada salió de Nottingham por lo que no se espera su retraso.

Ethel pareció preocupada ante la noticia. Miró a Alice fugazmente y alejó sus preocupaciones momentáneamente.

- ¿Y quién es ese Jaroh? No es la primera vez que habláis de él y parece que estuvieseis hablando del mismísimo diablo. - Dijo Alice harta ya de tanto misterio.

Las vampiras se miraron un momento y se rieron al unísono. Tardaron unos segundos en recuperar la compostura.

- ¿Diablo? Nunca vi a un ser tan bueno y gentil como Jaroh. No hija mía, Jaroh es el señor de la casa. – Dijo Ethel.

- ¿Entonces, vosotros sois sirvientes? – preguntó Alice sin comprender.

- No. Somos amigos desde hace tanto tiempo que podría decirse que somos familia. Aunque siempre hemos visto a Jaroh como el más coherente, íntegro y cuerdo del grupo, por lo que siempre recurrimos a él cuando surge un problema. – Se adelantó Yulka.

- O sea, lo que viene siendo el tonto útil, ¿no? – dijo Alice pícaramente.

Esta vez fueron las tres las que rompieron a reír.

Desde la cocina se escuchaba el escándalo que estaban formando el grupo de mujeres.

Milos removía el guiso mientras Karel fregaba los platos.

- Parece que se lo están pasando bien las chicas – Le dijo a Karel.

- Demasiado diría yo. ¡Dios! Me va a dar un infarto.

- Y tú ¿estás preparado para esto?

- Ni en un millón de años – fue la única respuesta de Karel.

Vampeires: JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora