Desde fuera de la habitación se escuchaba perfectamente los gritos que profería Alice.
Milos y el resto de la familia excepto Ethel permanecía en silencio en el pasillo frente a la puerta.
Sam estaba al lado de Yulka devorando un trozo de pastel de zanahoria que esta le había ofrecido.
Sorprendido por la seriedad de los presentes sonrió con la boca llena, lo justo que le permitía vocalizar una frase que distendió por unos segundos el ambiente.
—Uy, uy, uy... Alguien se ha portado mal.— dijo volviendo a morder el pastel.
Karel le sonrió y le alborotó el pelo, deseando tener el don de Sam de no saber cuan grave era lo que dentro del despacho de Jaroh ocurría.
Entre tanto llegó Ethel con una bandeja con té y pastas sobre los reposabrazos de su silla. Le dio un pequeño pellizco en la nalga a Karel y este saliendo de su letanía mental cogió la bandeja y miró al resto.
—Gracias amigos.— dijo entre triste y asustado.—Si no vuelvo a veros, ha sido una aventura fantástica.
—¡Venga ya Karel! ¿No puedes parar de hacer bromas ni en un momento así?—dijo su compañera enojada al tiempo que le propinó un puñetazo en el muslo.
—Amor ya sabes que cuando estoy asustado no lo puedo evitar.
Karel suspiró y golpeó la puerta.
Durante un segundo se hizo el silencio en el interior.
—Adelante.
Todos conocían tan bien a Jaroh que el tono frio de su palabra no presagiaba nada bueno.
Karel abrió la puerta y tal y como había imaginado, Jaroh estaba sentado detrás de su mesa y Alice estaba del otro lado de pie con la piel encendida por la furia.
Dejó la bandeja en una mesita pequeña que había cerca de la entrada y se colocó en silencio pegado a la estantería de libros.
Alice dando por terminada la tregua miró con furia a su tío y padre.
—¿Dónde está? ¡Maldita sea! ¡Donde está Jack!
Jaroh la miraba impasible. Solo Karel detectaba el ritmo cardiaco de este y sabía que Alice estaba manteniendo un pulso peligroso con su padre.
—Os juro que, si no me lo decís en este momento, no volveréis a saber nada más de mí. ¡Por Dios! ¡Como odio a los vampiros!— gritó.
Jaroh cerró por unos segundos los ojos e inspiró fuerte. Volvió a abrirlos y en ese instante, sus ojos estaban completamente negros.
Karel instintivamente quiso interponerse entre ellos, pero Jaroh lo paró con un gesto de su mano.
Alice que no se esperaba ese cambio, para disimular el pavor que le estaba provocando ver a su padre así, se envalentonó y decidió encararse aún más.
—¿Crees que me vas a asustar con tus truquitos de vampiro? Pues te equivocas. Vas a decirme donde...
—¡Ya basta!—tronó en toda la habitación.
Aunque Alice sabía que aquella aterradora voz había salido de la garganta de su padre no pudo identificarla como tal.
Ella intentó decir algo pero no pudo.
—¡He dicho que se acabó!
Jaroh dio por finalizada la discusión con un fuerte puñetazo a la mesa quebrándola en su totalidad.
ESTÁS LEYENDO
Vampeires: Jack
VampiriEn la Londres victoriana, una serie de asesinatos perturba la paz de la vieja ciudad. Alice Shuttleworth, que siempre quiso ser inspector de policía ha conseguido su sueño disfrazada de hombre ya que la sociedad no ve con buenos ojos que ese cargo l...