Jyushimatsu

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— ¡Yo voy por él! —Jyushimatsu se puso de pie enérgicamente—. Ten esto —le entregó su bate a Karamatsu y se dispuso a subir al árbol, mientras Ichi miraba con horror el momento.

Ambos tenían un mal presentimiento.

Jyushimatsu escaló el árbol con decisión hasta que llegó a la altura del gatito. Se notaba que el pequeño animal estaba asustado porque en cuanto lo vio acercarse, intentó arañarlo.

— ¿Ichimatsu, ahora qué? —confiaba en su hermano "gatomante".

— Tienes que ir poco a poco.

— ¡Está bien! —comenzó a hacer ruidos con la boca tratando de llamar la atención del animal, y poco a poco fue acercando su mano, procurando que no huyera.

— Vas bien, brother —Karamatsu hizo un gesto de aprobación con las manos.

— Falta poco —Jyushi se estiró un poco más hasta que pudo agarrar al gatito, y se apresuró a colocarlo en su pecho con firmeza para calmarlo—. Bien —bajó lentamente, ante la mirada expectante de todos, y recién cuando puso sus pies en el piso, todos volvieron a respirar.

— Muchas gracias, señor —la niña tomó al gatito entre sus manos y se estaba despidiendo de todos con una gran sonrisa.

— Eres todo un héroe —Ichi le palmeó la espalda como "premio".

— Digno de ser un Matsuno —Karamatsu se había puesto sus lentes de sol y estaba riendo en una pose extraña.

— Vamos a casa, hermanos —Jyushimatsu sonreía de forma exagerada, le encantaba pasar tiempo con sus hermanos, y más si eran tan amables con él.

Los tres volvieron a casa lentamente, riendo y disfrutando de la tarde. Se respiraba un aire agradable, tanto que Karamatsu había olvidado y comenzaba a hacerse parte de "esa realidad". Quería con todas sus fuerzas que las cosas siguieran así, poder llegar al día siguiente sin problemas... poder ver la sonrisa de Ichimatsu por siempre.

Pero cuando las cosas están destinadas a pasar, no hay mucho que se pueda hacer.

— ¡¡Karamatsu!! ¡¡Cuidado!! —el segundo de los hermanos iba tan ensimismado en sus pensamientos que no se había dado cuenta de que estaba parado en medio de la calle y un vehículo se acercaba a toda velocidad.

Se quedó de piedra.

— ¡Ichimatsu! ¡No vengas! —estaba dispuesto a sacrificarse para que su hermano siguiera viviendo. Quizás así funcionaban las repeticiones. Si él moría, podría evitar que Ichimatsu lo hiciera.

— ¡¡Hermano!! —Pero para sorpresa de ambos, el que se abalanzó para quitar a Karamatsu del camino fue Jyushimatsu—. ¡Recuerden que soy un héroe! —Karamatsu pudo sentir cómo el peso de su hermano lo sacaba del camino, el olor de las llantas quemadas y las bocinas llenaron su cabeza.

— ¿Jyushimatsu? —Ichimatsu se había acercado al tumulto de gente, no podía moverse con normalidad. Estaba aterrorizado.

La gente no hacía más que hablar del horror de la escena, la policía no llegaba nunca. Ichimatsu sentía que se estaba ahogando, su pecho se había apretado... Quería que todo se reseteara en ese momento, no quería ver a su hermano morir.

Pero el reseteo nunca llegó.

El ambiente tenía un aroma extraño, la casa estaba totalmente silenciosa y fría. A veces se podía escuchar uno que otro sollozo entremezclado por los susurros de consuelo que emitían los visitantes. Los cinco hermanos vestían de forma sobria y no emitían ningún sonido. Todos habían muerto junto con Jyushimatsu.

— Lo siento mucho, mamá —Karamatsu no paraba de odiarse a sí mismo. Había sido tan soberbio al pensar que había vencido al destino, pero lo único que había logrado era salvar la vida de Ichimatsu sacrificando a alguien más—. "El único que debería haber muerto soy yo".

— Karamatsu, Jyushi solo hizo lo correcto —sus ojos estaban hinchados y rojos. Sus labios soltaron esas palabras tratando de convencerse de que todo había pasado por algo, de que no era culpa de nadie y de que tenía cinco hijos más por los que seguir adelante—. Honra su memoria viviendo y cuidando de tus hermanos.

— Hazle caso a mamá —Osomatsu se había acercado, depositando su mano sobre la espalda de su madre—. Mamá, ve a descansar un poco. Nosotros nos encargaremos de todo —hizo que su madre se levantara y la guió hasta su habitación.

— Yo también me retiraré un momento —Ichimatsu se puso de pie y, haciendo una pequeña reverencia ante la imagen de su hermano, salió.

Sentía náuseas, el ambiente fúnebre lo estaba ahogando. Se sentía culpable, sucio y cobarde. Él debería haber rescatado a Karamatsu. Ahora ambos estaban vivos a costa de la vida de Jyushimatsu. Ambos eran escoria.

— Somos basura —Karamatsu lo había seguido.

— No lo dudes... Uno de nosotros debería estar en su lugar. Él no tenía la culpa de nada —Ichi estaba molesto.

— Soy un imbécil, pensé que al fin habíamos derrotado al "destino".

— Y lo hicimos, pero no vale la pena —Ichimatsu siguió caminando y salió por la ventana que daba al tejado—. Quiero que esto se termine, es como una maldita pesadilla —dio un par de pasos más—. Quizás si saltara... —iba a dar un paso al vacío, pero Karamatsu lo detuvo.

— Quizás podamos hacer algo —Karamatsu puso "esa" mirada, aquella que hacía pensar a Ichi que sabía lo que hacía y que pase lo que pase, las cosas iban a salir bien.

— ¿Qué tienes en mente? —dio un paso atrás y miró fijamente a su hermano mayor.

— Ambos debemos morir.

Reoccurring [Osomatsu-san]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora