Capítulo 6.

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4 de septiembre del 2012.

Nos subimos al autobús empapados y en el momento de sentarnos los dos soltamos un suspiro. Hacía tiempo que no corría tanto y parecía que mis pulmones fueran a explotar.

Mateo está  muy triste, incluso enfadado. Esa actitud no es normal en él, y menos el día de mi cumpleaños.

-Mateo, ¿que te pasa?-digo preocupada.

-Nada, solo que el día se ha arruinado por la estúpida lluvia. No hemos hecho todo lo que queríamos hacer.

-No pasa nada, Mateo. Yo me lo he pasado genial, gracias por estar conmigo hoy. -dige con una sonrisa.

-Así es imposible.- susurra Mateo.

-¿Qué es imposible?

-Nada, Alma. Solo estaba pensando en voz alta.

-¿Enserio? Pues ahora me lo dices, por tonto.

En ese momento, el autobús llega a la parada de Mateo y  éste se levanta.

-¿Sabes qué? Tienes razón, te voy a decir lo que estaba pensando. -dice mientras se acerca a mi.

No me da tiempo ni a reaccionar cuando siento los labios de Mateo en los mios.

-¡Madre mía!- pienso.

La verdad es que no estoy enamorada de él, pero no puedo decir que no me guste. El beso fue perfecto, pero como todos los humanos tenemos que respirar, además el conductor del autobús está esperando.

-Alma, me gustas, y mucho. -dice, con la cara roja como un tomate.

Después de esto, pensé que hablaríamos de lo que había pasado y me hubiera gustado decirle a mi también me gustaba, y mucho.
Pero claro, Mateo tenía que bajarse del bus corriendo como un cobarde que era. Nunca dejaría de ser así, pero supongo que esa es una de las razones por las que me gusta.

En todo el viaje que me quedaba hasta casa,  pienso en nuestro beso y en lo mucho que quería repetir la experiencia.







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