Kaiden

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El sol estaba en el punto más alto del cielo iluminándolo todo sin dejar lugar a la más mínima sombra, había un calor seco insoportable, Kaiden buscaba a los lados del camino cada tanto un árbol donde refugiarse del intenso sol pero sabía que no encontraría ninguno. Había recorrido ese camino por años y nunca había visto más que pasto, hierba seca, arbustos espinosos y troncos muertos, de vez en cuando podía ver uno que otro arbolillo intentando crecer pero nunca duraban más de unos años, en realidad nunca había visto en su vida más de un par de árboles altos y frondosos por ese camino; su abuelo le había dicho en varias ocasiones que el mundo pronto se volvería cenizas por culpa de los dragones pero el realmente nunca se había preocupado por ello. Kaiden no odiaba el calor pues estaba acostumbrado al calor húmedo del pantano donde la luz del sol no era intensa puesto que los árboles producían sombra pero en ese camino no era igual, la luz del sol te daba de lleno en la cara y te quemaba cada parte que no estaba cubierta, podía sentir las gotas de sudor escurriendo una a una por su rostro y su ropa de lana no le ayudaba en nada pero lo que más le molestaba era Varok, cada que lo miraba estaba igual de impasible, sin atisbo de cansancio o calor aunque llevara la pesada carretilla con todos los pedidos del abuelo.

— Cuando lleguemos al pueblo me recostaré en el primer lugar con sombra, no entiendo como aguantas el calor— le dijo Kaiden a Varok sin esperar respuesta

— Primero debemos de entregar esto— le contestó sorprendentemente —después podrás hacer lo que quieras

Varok no solía continuar las pláticas, en realidad solo hablaba con él para enseñarle ciertas cosas o para regañarlo, eran contadas las ocasiones en las que había entablado una plática con él por más corta que fuera

— Lo siento Varok— el hombre le lanzó una mirada sorprendida al chico —ayer fui grosero, estuve hablando con Jeyne en la noche y entiendo que si no les dabas el cocodrilo podrían habernos atacado y no solo a nosotros sino al abuelo y mi hermana, así que...— Varok le sonrió y después le señaló al frente, la primera casa ya estaba frente a ellos así que ambos apresuraron el paso

El pueblo no era muy grande, eran diez o doce casas ni muy grandes ni muy pequeñas, todas de madera con uno que otro tablón cubriendo algún agujero que un draco o un trol les provocara, la mayoría de las casas tenía una especie de mostrador donde tenían productos para intercambiar por bienes ya que el comercio era imposible con los dragones provocando que el pueblo se manejara con trueques, en medio de todo había una pequeña posada que siempre estaría vacía si no fuera por los cuatro hombres que pasaban ahí sus tardes todos los días. El pueblo estaba un poco retirado del pantano, eran al menos unas dos horas de caminata y era más si llevaban cosas cargando.

Ese día Kaiden se despertó a primera hora de la mañana, justo cuando el cielo empieza a colorearse con los rojos y amarillos del sol naciente ya que tendría que terminar todas sus tareas antes de que fueran al pueblo. Iba allá una o dos veces al mes, principalmente, a entregar los pedidos de herrería así como buscar cosas que necesitaban y no podían encontrar en el pantano. Ese día llevaban solo entregas por lo que iban cargados con mochilas y una vieja carretilla de madera y metal oxidado, así que al llegar fueron directo a entregar las cosas para poder descansar y regresar a casa.

Varok era muy amable con la gente asimismo todos en el pueblo eran agradables con él pero por más que las mujeres le coquetearan y los hombres le intentaran sacar algo de información de su vida nunca lograban más de un enunciado completo por lo que siempre tardaban más de lo esperado en hacer las entregas ya que el tiempo se iba entre tantos ¿cómo está el viejo Kilik?¿por qué no viniste a vivir más cerca del pueblo?¿es verdad que luchaste contra dragones?¿cuántos mataste?¿por qué te fuiste de la ciudad amurallada? Eso siempre molestaba a Kaiden pero también intentaba escuchar todo por si Varok decía algo importante puesto que el chico no sabía nada de él aunque hayan vivido tantos años bajo el mismo techo.

Sangre Y CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora