Jeyne

19 4 0
                                    


La luna ya estaba en su punto más alto cuando escuchó ruidos cerca de su casa, parecían pisadas, muchas pisadas acompañadas de ligeros siseos interrumpidos por el tintineo del metal contra metal acercándose. Ya era muy noche y se había quedado dormida en una silla esperando a Varok y a Kaiden. Cuando el sol comenzó a meterse se preocupó, tenía la comida lista y se negaba a comer hasta que llegarán pero su estómago ya le dolía bastante y su abuelo le continuaba insistiendo que podrían no llegar pero ellos siempre llegaban, siempre que iban al pueblo regresaban antes de que el sol desapareciera en el horizonte, nunca se quedaban, siempre comían juntos pero esta vez no llegaron y la noche continuó. Su preocupación acrecentó cuando escuchó el rugido lejano del dragón, fue en ese momento que no pudo pensar más en comer, corrió con su abuelo pero él no se preocupaba, Varok era fuerte y había luchado contra dragones antes además no se arriesgaría con Kaiden ahí pero por más que la quisiera tranquilizar era imposible así que dejó a su abuelo con su fragua y su incesante golpeteo al metal para acercarse una silla a la puerta y esperar ahí, tranquila, callada, a Varok y Kaiden.

La despertaron las pisadas, por un momento pensó que serían ellos pero después escuchó bien, las pisadas no parecían solo de dos personas, eran torpes, se hundían en el lodo y no iban hacia la puerta sino que rodeaban la casa. Se quitó la manta de encima que al parecer su abuelo le había puesto encima en algún momento, intentó girarse hacia la ventana sin hacer ningún ruido moviéndose tan lento como pudo pero al girar su cuerpo notó una figura extraña. Al principio no sabía que era, en la oscuridad todo era manchas pero de pronto una luz iluminó la sala, por un momento, un pequeñoinstante, probablemente una llama que saltó de la fragua de su abuelo. Entonces lo vio, una cabeza, un cuello, dos ojos grandes y amarillos sobre unos colmillos enormes y afilados, supo lo que era aunque nunca hubiera visto uno. Intentó callar su grito tapándose la boca tan rápido como pudo pero el draco soltó un rugido. Inmediatamente la puerta cayó dejando entrar a varias sombras, enormes y verdosas. Jeyne se intentó levantar de la silla, le temblaba cada parte del cuerpo así que le costó una eternidad obligarse a mover las piernas pero cuando ya había recorrido la mitad del camino hacia la mesa algo la jaló del cabello. De pronto el mundo se volteó de cabeza seguido de un fuerte golpe hueco en su nuca que la dejó mareada con un intenso silbido en el oído.

Sentía el jalón del cabello y mezclas de voces guturales y gruñidos agudos pero el resto eran sombras borrosas e intermitentes pitidos. Pudieron pasar minutos o segundos, no supo decir pero en algún momento encendieron una antorcha y la habitación se iluminó. Un trol la tenía agarrada del cabello mientras escupía en un desagradable acento el lenguaje común mezclado con algún otro dialecto incomprensible lo que parecían ser órdenes. Aún no recuperaba la audición totalmente pero alcanzó a escuchar "venganza" a cada oración que formulaba al tiempo que levantaba un brazo terminado en un muñón amarrado a un hacha oxidada.

El mundo daba vueltas y enfocar las cosas era difícil pero alcanzó a contar seis trols y dos dracos que tragaban la comida que había preparado en la mesa. En algún momento su abuelo apareció con lo que parecía ser un enorme martillo, le aplastó la pierna a un trol para después destrozarle el pecho. A continuación dejó caer todo el peso de su arma sobre la cabeza de otro trol frente a él que se desvaneció cual muñeco de trapo. Intentó avanzar hacia el siguiente trol pero este reaccionó más rápido logrando detener el ataque, el abuelo lanzó un par de golpes más pero el trol fue más rápido o tal vez más joven y fue este el que le asestó un par de golpes, la sangre fluyó del pecho del viejo pero no dejó de atacar, un martillazo hacia la cabeza, otro hacia las piernas, en algún momento el trol le rajó una de la piernas provocando que el abuelo perdiera el equilibrio y cayera. La habitación estalló en risas, horribles y desagradables risas. Las lágrimas de Jeyne comenzaron a salir, si no es que ya estaban ahí y apenas lo notaba. Su abuelo la miró cansado, intentó levantarse pero el trol lo pateo hasta tirarlo de nuevo, las risas aumentaban, su abuelo intentó levantarse dos veces más. La primera recibió más golpes ahora hacía la cara pero la segunda recibió la patada con un cuchillo que al parecer había sacado de su mandil, el trol chilló y se volteó para quitarse el objeto enterrado en su pierna a lo cual el abuelo aprovecho para levantar su martillo y destrozarle la espalda. Todos callaron mientras se ponía de pie, con una sonrisa, un sonrisa ensangrentada y una mirada de odio.

Sangre Y CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora