Prólogo

21 0 0
                                    

Era verano, los alumnos salían corriendo de sus clases.
Paula sentía las opiniones de sus compañeros aplastarla, su compinche de banca el que le dijo lo que los demás pensaban de ella no sabía si le había hecho un favor o lo mejor hubiese sido que la dejase vivir tranquila en la ignorancia.
Ella no era así, ella sabía que las personas tenían una opinion tan errónea  de ella, pero no sé sacrificó  por cambiarla, solo quería que se apartacen de ella, con sus criticas y lenguas venenosas.
Pero ella ya se sentía mal nadie lo sabía, no participaba, ni hacia nada de eso en la escuela para sentirse importante solo quería alejarlos con sus fuertes opiniones del rostro que no podía mirar, con el cuerpo con el que tenía que vivir.  Solo uno puede entender las penas propias.

Ella no era bonita, lo sabía se había pasado mas tiempo llorando por ser fea como se autocalificaba en el baño de su casa, pero para los demás eso no terminaba una corta broma que se salia de sus amigas y ya era otra vez el monstruo. Pero tan poco era razón para hablar de ella a sus espaldas, ese dolor no era justo y ella había intentado apartar a sus compañeras y amigas de ello por el dolor de creer lo que tus propios amigos dicen sobre ti de los rumores que alimentan. No lo logro e incluso calló en eso algunas veces y la habían atrapado, el monstruo se creaba. Había hablado incluso de ella, no le tenía más que un aborrecimiento a lo que ella representaba. Crueldad. La belleza era cruel. Sus amigas bien habían expresado que fisicamente se paresían, incluso ella misma había notado similitudes en su personalidad. Pero el miedo de ser como ella la obligaba a apartarse a ocultar sus manos bajo la mesa, evitar que alguien viera sus manos y dedos marcando el ritmo tocando una melodía invisible.

Las lágrimas se repudían en sus ojos. Nadie sabía nada de ella ni sus más grandes amistades, ni Poli, ella no debía de saber del monstruo que planeaba cobrar venganza que queria explotar, uno de sus monstruos la perturbaba obligandola a pensar en los demás en el daño que quería hacerle a los demás el deseo de su sangre hilada en el asfalto nunca se rompia, pero no lo haría, el miedo a esa bestia solía obligarse a apartarse.

Frente a la joven ella pasaba, no podía entender como personas con vidas tan perfectas padres que se mataban por ayudarla a quererse y comprender su mente. Era bella, sus ropas, talento, era perfecta. Pero no solía soportarla, segun Oscar Wilde "No soportamos a quienes tienen nuestros mismos defectos". Ese era el problema temía ser como ella. El amor, el dolor, venganza y decepción no eran justos.

Por ella había sufrido desde sus amigos mas intímos la idolatraban. Ya estaba arta, ella tendría venganza.

La opotunidad, la oportunida de cambiar. Era lo que había encontrado. Una salída para obtener todo lo que quería, una rama de esperanza se activo en su pecho al escuchar las palabras de aquel desconocido. Su voz bailoteaba en sus oídos. Quizás sí... Era esa la señal que todos esperaban. Sus ojos se empañaban dirigio sus manos a sus ojos y los intento secar. Ya estaban rojos, eso le producía el llanto o su irritación. Molesta se seco los ojos. Se volteo al chico encapuchado que esperaba su respuesta. Curiosidad la inundo. No sabía quien era o el porqué de sus palabras pero sonaban como una armonía; podía significar que la vida que pensó muerta se salvaría. Ya nada sería igual. Podía cambiar todo y se huiría sin saber en el espejo quien es. Ella no necesitaba palabras que la convencieran. Ya tenía la respuesta entre los dientes.

Y eso lo cambió todo.

Algo como ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora