Cap. 5 A veces las más lindas son las peores

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—Vamos chicas tres vueltas más-vocifero la profesora, su voz resonaba a través del gimnasio, en este momento envidiaba a Harper Lee una chica rubia bajista de lentes sentada en el extremo de la cancha con una sola firma en el yeso de su pierna, no es como que yo fuese a conseguir mas firmas que ella si contaba a Erika y a no nuevo amiglserian dos tristes firmas. Mi pecho me ardía como su me quemara los pulmones habíamos corrido tres kilómetros sin parar amenazadas de que si alguien se detenía correriamos todas cinco más. Cuando a fin acabo este castigo en vida con el nombre de la profesora Piñón en un lindo sello color rojo como nuestras caras totalmente chapeadas por el calor que nos traía el ejercicio, decidí que lo mejor seria tomar una ducha en la escuela y no en mi casa, todavía quedaban tres horas y lo más seguro es que no las soportaría como debería con cada persona no solo huyendo de mi si no de un hedor a zorrillo.
Cuando entre en los vestidores no había nadie usualmente las demás chicas suelen tardarse algo en llegar para poder cuchichear es por eso que esta es una de las clases mas largas, aproveche la oportunidad para ir a mi casillero y buscar algo de ropa, en el habían unas cuantas cosas ropa interior tres blusas, algunos pantalones, tome un conjunto de todo para ponerlo aparte pero no afuera para que nadie tratara de hacer algún tipo de maldad, solo cerré el casillero y me fui a las regaderas con una toalla que cerré en la puerta de plástico opaco que tenían para evitar la incomodidad de los mirones, cosa que en mi opinión era un poco tonto considerando que la puerta podía abrirse fácilmente si se le quisiese hacer la maldad a alguien realmente, solo bastaría con jalar la puerta. Comencé a desvestirse de pies a cabeza, en los baños nos ponían jabón liquido y shampoo, abrí la llave para templarla, me llene de jabón y lo limpie todo con el agua, ahora que lo pienso las cosas aquí iban bastante bien quizás no todo sea tan malo. Aunque mis padres se habían negado en cambiarme de escuela no todo estaba perdido aquí.

La puerta del baño se abrió derrepente, lleve mis manos arriba del baño para alcanzar mi toalla la ponogo sobre mi y me volteo lo mas rápido que puedo, mi corazón late muy rápido tengo miedo de lo que pasará y sé que no sera bueno -Vamos Regina muestra nos a todas ese cuerpo, de todas formas toda la escuela ya lo vio-anuncio una voz conocida, Margaret, ella era una de las chicas con la que solía burlarme de los otros chicos, y Ajora yo era su víctima, carajo, entre todas las idiotas que pudieron burlarse de mi lo hizo la mas perra de todas.

-Alejence- les grite, sujetando la toalla y tapando lo que más puedo de mi cuerpo con ella, pero solo consigo por lo menos siete risas divertidas y a la vez tan perversas, recibo ciertos jalones de la toalla que sólo consiguen desacomodarmela ligera mente, siento como una de ellas me jala el cabello hacia atrás y me pega a su pecho, tengo mucho miedo, no le veo la cara pero es más que obvio que es Margaret quien me sujeta con sus largas uñas y las entierra en mi piel. Me da la vuelta y las veo a todas, todas me miran, conozco a cada una de estas chicas, cree a cada una de estas de chicas. Margaret jala mi cabello hacia arriba y me llevo una mano a la cabeza para que no me lastime pero me duele demasiado mi cráneo.

-No es suficiente-susurra en mi oído, mis ojos se empañan por el dolor, no se si es mi cabello, o es algo mas mental, solo que quiero llorar como nunca lo e hecho, sujeta mi cara con la mano libre en la barbilla y aprieta con esta desde la mitad de mis mejillas- Miren a Regina, y ahora ¿quién eres? No eres nada, eres solo una miserable puta, y todo el mundo lo sabe, ¿que se siente?-susrra lo último en mi oído -¡dime! Todas queremos saber ¿que se siente ser solo mas que una misera zorra.

-Dimelo tú-le contesto, al instante se que es un error cuando siento un puñetazo en el abdomen, me quejo por el dolor y todas virotean, eso solo me asusta todavía más, esto aun no se acaba.

-Enseñanos a todas quien eres-dice una chica del público, con una voz que no conozco, aun así Margaret me jala la toalla intenta arrebatarmela con fuerza, yo solo la sujeto lo más fuerte que puedo por lo que no cae como ella quiere, solo veo su mano ir hacia atrás y siento como me jalan del cabello, mi cabeza duele tanto, intento alejarla de mi golpeando su cuerpo como puedo, pero solo consigo que ella enfurezca más, la escucho resoplar con fuerza en mi nuca.
-Vamos princesita, dinos ¿que se siente? ¿he?

Algo como ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora