Capitulo 4

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Baje por las escaleras de concreto del centro comercial con Erika a mi lado cargando dos bolsas en sus manos, ambas avanzábamos buscando alguna ropa, era divertido venir a pasar al centro comercial, nos y probavamos ropa que no íbamos a comprar por pura diversión y algunas veces nos ganábamos miradas molestas de parte de algunos vendedores por no haber comprado nada. Llegamos a un kiosco de bebidas y pedimos un par de malteadas, estábamos en uno de los parajes mas alejados de la escuela para no toparnos con nadie, esta plaza estaba a media hora en carro y fue una de las razones por las que lo elegimos, no estaba cerca pero no estaba lejos. El chico de las bebidas me guiño un ojo y nos regalo unas paletas de chocolate que vendían ahí por cortesía de la casa, era muy lindo y le coquete en respuesta para pagar e irme a mi sentar en una de las mesas pegadas a los cristales, estábamos en el área de comida al lado del restaurante de los tacos y enfrente de una hamburguesería, el lugar era pequeño, pero a la vez grande decorado estilo vintage, con unas lámparas de luz tenue colgadas en el techo y todo cubierto de madera negra. Erika enviaba textos hasta que me vio llegar y lo guardo en su bolso, ella se veía muy bonita hoy con unos jeans ajustados y una blusa blanca que le quedaba como segunda piel, por cosas como esas solían invitarnos mucho cosas como comida y cuando íbamos a bares o clubes, tragos —con carnets falsos obviamente— de una infinidad de chicos que nos consideraban atractivas, nunca dábamos nuestros números pero conseguíamos por lo menos tres nuevos. Me senté enfrente de ella y Erika comenzó a hablar —¿Adivina una noticia?

—¿Qué? Has conseguido que Jhonathan Mcurt* te invite al baile?— para quiénes no sepan el era el ídolo de mi amiga, su obsesión, tenía hasta un altar y toda la cosa. Ella me miro molesta e hizo un mohín.

—Con mi bebe no se juega, pero bueno,—titubeo— me invitó a una cita. Ya sabes Cristofer y creo que voy a aceptar.

—Valla, que genial por ti.

—Y... Tiene un amigo, es guapo, es lindo, es amable, no cree que seas una fácil, y le gustabas mucho desde hace meses.— anunció, no es como que sonara mal, pero no me creía capaz para salir con alguien.

—N-no lo creo.

—Vamos supera al idiota de Juan de una a vez— eso sonaba muy fácil para ella, pero para mi no lo era. Juan en su momento me había adorado, querido y protegido, había sido parte de esa vida perfecta donde todos ocupaban una pieza importante dentro de mi y decían que estaban conformes ahí, pero no del todo. El fue de esas cosas que mas me dolió perder, se había vuelto parte de mi, y parte de mi corazón, cuando todo cayó el se fue. Le suplique que se quedara, le dije la verdad que lo amaba, que era parte de mi, que nada de eso era cierto, pero no, no funciono. La eligió a ella como antes me había elegido a mi.

—No puedo.

—No me digas que si el regresará lo aceptarías—me acuso apuntándome con el meñique.

Suspire, esa pregunta me la había hecho cientos de veces y algunas flaqueaba mi respuesta.—No, no lo haría, lo quise, y mucho, tú sabes que lo hice—, tome una ligera pausa atrapando el aire en mi garganta — pero no puedo perdonarlo así como así, el es como una constante, cuando se fue me perdió, no volvería con el ni aunque me lo implorace, llámame idiota por sufrir por alguien que quiero, pero ya no quiero.

Suspire pesadamente y baje los ojos al suelo, sentí unas cuantas lagrimas escapando de mis ojos, lleve mis manos a mis ojos que ya se sentían irritados, los limpie ligeramente; Erika me abrazo por los brazos y me atrajo a ella mientras sobaba mi cabello. —¿Te sientes mejor?

—Si, o almenos voy a estarlo— ella se alejo de mi y me voltee al suelo a mirar mis zapatos de tacón alto.

—¿Entonces le digo que no?

Algo como ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora