CAPÍTULO 2

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SHAKURA

Me quede pálida, no me podía creer lo que mis ojos estaban viendo, la sangre que cubría el salón era demasiado densa y se podía decir que reciente.

¿Pero de quién la sangre? Una alocada idea se hizo presente en mi, podía ser lo que estaba pensando, decidida, me di la vuelta y mire con seriedad a Mikaru, la cual miraba a todo con una sonrisa y murmurando en risas: "Las voces me hablan, quiere que vayas con ellas ¿puedo?"

-¿Mikaru? Cielo, ¿has echo un sacrificio sin que nosotras nos enteráramos?-pregunté con voz dulce.

Ella sonrió ampliamente, una sonrisa que me produjo un escalofrió.

-No, no e sido yo-dijo riéndose.

-¿Estas oyendo en este momento las voces?-preguntó Misa curiosa y con voz temblorosa.

-Dicen que diga que  no-dijo ladeando la cabeza.

Antes de que pudiéramos decir nada, Mikaru, se acerco a la sangre y empezó a olfatearla. Mi hermana y yo nos miramos asustadas, a veces sus brotes eran tan fuertes que hacía cosas que no e esperabas, oler sangre, sacrificar  a gatos en luna llena.

-Mikaru, vete a la cama a dormir-dijo Misa con voz suave.

-Esta sangre es de un gato-olisquea de nuevo-Es joven, tendrá un mes de vida, son los mejores para los ritos Satánicos-dijo sonriendo de oreja a oreja.

-¡Mikaru, vete a dormir!-dijo un poco más alto Misan.

Yo no dije nada, verla así, me mataba, a veces me asustaba que nos pudiera hacer algo, como matarnos o torturarnos, por esa misma razón cerrabamos las puertas con pestillo y las ventanas. Basicamente viviamos en un bucle infranqueable, nadie pasaba, y si pasaba, nadie salía.

-Voy-dijo cantando y dando saltos cantando una cancion bastante tretica para mi gusto.

Cuando se fue a su cuarto, Misa y yo suspiramos aliviadas, cuando se fue a dormir, sabíamos que en ese sitio estábamos segura nosotras y ella.

-Menos mal, que quitamos todos los objetos punzantes de su cuarto...¿te acuerdas cuando cogió el lápiz y se dedico a hacer símbolos satánicos en su cuarto?

Yo asentí, no hace menos de un año, cuando a mi hermana y a su brote le dieron por estar en la etapa de dibujar símbolos, en cualquier parte del lugar, ella solía decir que así los ángeles no podían entrar y no nos harían daño en nuestra casa. Pero gracias al Doctor: Tender, un gran psiquiátrica que había cogido cariño a Mika, ya que su trastorno era inusual, aplico una técnica, que consentía en seguirle el rollo, a tal punto que seguramente se cansaría tarde o temprano.

Pero se equivoco, ese problema fue a más, por eso mismo estuvo más de un mes ingresada en una clínica.

-Bueno, me voy a la cama, hoy a sido un día movidito-dijo Misa dirigiéndose a su cama.

-¿Y la sangre del suelo?-pregunté tapándome la nariz, ante el tufo que desprendía.

-Ya lo limpiamos mañana, total, mañana solo tenemos clase por la tarde, tenemos toda la mañana para recoger y limpiar la casa-dijo ella alzando la mano y haciéndome un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto.

Asentí, en cierto modo tenia razón, el sueño era más fuerte de lo que pensaba y antes de que me diera cuenta estaba dormida en el sofá al lado de la sangre.

A la mañana siguiente, me levante observada, al abrir los ojos suspire aliviada cuando vi los cuatro pares ojos marrones me miraban con cierta duda.

-¿Qué pasa?-ante de que me diera cuenta me percate de que mi mano lucia roja.

Suspire resignada, al levantarme, me percate de que había tres gatos, mirándome con cierta curiosidad, mire a mis hermanas sin entender nada, pero al igual que yo, no sabían que hacían allí.

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