CAPÍTULO 6

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MISA

¿A quién le gustaba ir al instituto? Bueno...mejor aun...¿a quién le gusta ir al instituto con dos vampiros? Mejor aun...¿a quién le gusta ir al instituto con dos vampiros que te miran como si fueras un delicioso almuerzo que quieren toma? A mi no, a mi lo que me gustaría era, que desapareciera este odioso dolor de mi hermoso cuello y que Ayato muriera por una indigestión gracias a mi sangre.

Pero al parecer, eso iba a ser solo un maravilloso sueño, que esta noche iba a tener, porque el muy toca...toca almas, me sonreía con superioridad, como si el fuera mejor que yo, y eso lo odiaba...bueno, le odiaba a él, ose que cualquier cosa que dijera me molestaría.

Me hallaba en la puerta mirando la clase, la cual, estaba vacía, menos por Ayato, Kanato y yo, los cuales estaban en pupitres diferentes, a un kilómetro uno del otro. Ayato se encontraba con las manos estiradas y con la cabeza en el pupitre, mientras que Kanato, sostenía a Teddy con sumo cuidado y se reía de algo que el maldito oso le estaba diciendo.

Rápidamente, me senté en primera fila, alejada de esos dos psicópatas, molesta empecé a maldecir en voz baja, estaba harta de esta familia de locos, quería volver a casa. Cuando mis ojos pararon en la pizarra, me quede traspuesta y se podía decir que hice una mueca de asco cuando leí: "Preparación de comida en la economía del hogar- Montaje en la sala de entrenamiento a las 7:30 PM"

-Oh, es cocina precocinada...que rica-dije en un suspiro de moriña.

Mi madre cuando eramos pequeñas, aun me acuerdo, como no sabía cocinar, siempre compraba comida precocinada, y aun que eso no es bueno, no lo pasábamos bien, viendo como nuestra madre se solía pelear con la salten y maldecía a la comida.

Ha pesar de ser precocinada, le salía asquerosa, pero...la sonrisa de nuestra madre cuando nos daba los platos llenos de comida quemada, era maravillosa, nos la comíamos  a duras penas. A veces la extrañaba demasiado, todas las echábamos de menos, su risa, sus gestos, su forma de explicarnos las cosas y su voz, parecían que desaparecía de mi mente, como si fuera un mal recuerdo.

De repente vi como Ayato levantaba la cabeza y me miraba con una sonrisa.

-¿Comida precocinada?-preguntó curioso, rodé los ojos ante su inteligencia.

Antes de que pudiera decirle una de las mías, vi como se levantaba de la mesa y me cogía de la mano con tal fuerza que me la inmovilizo, asqueada, con la otra mano me intente librar, pero era inútil, ya que el muy cabrón, me agarro con una mano las dos mías, así como si nada. 

No sabía a donde me llevaba, pero la gente del instituto veía eso normal, nos miraban pero no decían nada, instantáneamente apartaban la mirada de nosotros.

-¿Ha donde mierda vamos?-pregunté frenando con mis pies mis movimientos, pero de nada servia, por mucho que me jodiera este tenia más fuerza que yo.

Al fin llegamos a una especie de aula con una mesa grande y con un montón de utensilios de cocina y luego me percate de que me miraba con una sonrisa.

-¿Qué?-pregunté bordemente, este me dio un bol y varios aparatos de cocina.

-Quiero que me hagas un Takoyaki-dijo decidido, alce solo una ceja extrañada.

-¿Un qué?-no sabía que era y sinceramente no lo quería saber.

Vi como cogió un libro de recetas y me señalo unas bolitas de no se que con algo encima que no sabía que era, de nuevo le mire extrañada.

-¿Qué quieras que haga con esto?

-¡Hazme el mejor Takoyaki del mundo!-dijo cruzando sus brazos, me empecé a reír a carcajadas.

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