CAPÍTULO 8

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SHAKURA

En esos momentos me sentía el centro de atención, todas las miradas estaban posadas en mi, con una sonrisa que me indicaba que iba a tener problemas si no me alejaba de esos locos, pero me quede allí parada, quizás, por miedo o por rebeldía. Me sentía débil y vulnerable, no quería darles el placer de verme atemorizada, pero era imposible no estarlo, pues las sonrisas que dejaban al descubierto los colmillos de dichos seres hacía que me callara y solo contemplara lo que estaba a mi alrededor.

Las personas pasaban de un lado a otro riéndose de algo que se habían contado, mientras que yo, estaba sentada en un banco contemplando la luna que poco a poco brillaba más de lo habitual, pues las estrellas parecían desaparecer en aquel manto negro que llaman noche. Con la mirada, empecé a mirar a ver si estaba alguna de mi hermana que me hiciera compañía.

Pero no había nadie, me dispuse a recoger mis cosas pero una voz que yo bien conocía hizo que me girara como la niña del exorcista. Pude ver a Reiji estaba corriendo detrás de mi hermana, curiosa, alce una ceja esperando a que me dieran explicaciones. Cuando estaba delante vi como Mika se sostenía en sus rodillas con la respiración muy agitada.

-¿Qué a ocurrido?-pregunté un poco asustada. Mika alzo un dedo indicándome que le diera un momento.

-Espera, que quiero recordar como se respira-dijo esta jadeante, cuando al fin se tranquilizo se sentó en el banco que estaba detrás de mi.

-¿Qué pasa? ¿qué ocurre?-pregunté preocupada, mi hermana me miro a los ojos con tanta intensidad que sin darme cuenta aparte la mirada.

-Misa se ha ido con Ayato a la mansión-dijo ella lentamente, fruncí el ceño confusa.

-Lo sé si estábamos delante cuando se la llevo-dije emitiendo una risita nerviosa, esta rodó los ojos ante mi ignorancia.

-Shaku, no ha venido a clase, están los dos solos en la mansión.

No hizo falta que me dijera nada más, solo con eso, mi mente pensó en lo peor, de la nada una imagen de Misa desangrada se apareció en mi mente, pero cuando me finge bien, me percate de que no era Misa sino Mika, estaba llorando, pidiendo ayuda, suplicando que no le hicieran daño y de repente todo se volvió negro en aquella visión.

-Shaku, ¡Shaku!-la voz de Mika me devolvió a la realidad, ladeando la cabeza, le mire.

-¿Qué pasa?-pregunté por enésima vez.

-Vamos a la mansión, aquí hay algo que no me gusta-dijo esta recogiendo su mochila.

Rápidas, nos fuimos a la limusina negra que nos esperaba en la puerta del instituto, esperamos con impaciencia ha  Shu, Subaru, Kanato y Laito, los cuales venían con sonrisas de satisfacción. Rápidamente el conductor nos llevo a la maldita casa, mi hermana y yo salimos de la limusina velozmente, corrimos hasta la casa. Abrimos la puerta y seguimos corriendo llamando a Misa a gritos, nadie contestaban nerviosa, mire donde estaba el sofá donde encontramos Ayato.

Cuando lo vimos nos abalanzamos hacía él y le cogimos de la camiseta con toda nuestra fuerza, en su mirada se podía leer mil cosas, confusión, curiosidad y diversión, estaba enfermo, era un maldito monstruo, todos eran unos malditos monstruos.

-¿Dónde esta Misa?-preguntó Mika con voz fría y cortante, este sonrió.

-En la piscina.

Sin decir nada más, cogí del brazo de Mika y nos fuimos a la piscina, al llegar, vimos a Misa sentada en el suelo, con una toalla en sus hombros, su mirada estaba fija en el agua que formaba unas pequeñas olas que me relajaban. Lentamente nos acercamos a ella, sin asustarla. Cuando nos vio, vi que levanto un poco más la toalla disimuladamente, curiosa, me acerque a ella y le quite la toalla que tenia encima.

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⏰ Last updated: Aug 17, 2017 ⏰

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