CAPÍTULO 7

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Mikaru

Seguí a Shu y a Reiji a lo largo de esos pasillos sin final. Todas las miradas se posaban en mi, unos me miraban de manera indiferente, otros pasaban por alado mía y me soltaban comentarios innecesarios relacionados con mi faldita corta (que odiaba con toda mi alma) y otros tantos se dedicaban a mirarme de arriba a abajo pasando su lengua por encima de esos colmillos. Definitivamente todo era una locura y yo parecía un cordero en medio de una manada de lobos, pero eso no me iba a hacer retroceder. Mientras andaba en busca de nuestra aula sumergida en mis pensamientos, Reiji me cogió del brazo y me arrastró rápidamente por los pasillos.

-Vamos, date prisa que ya llegamos tarde.- Dijo Reiji acelerando cada vez más el paso.

-Me encanta.- Susurró Shu sonriendo con la cabeza agachada.

-¿El que?- Pregunté algo molesta.

-Ah no, no, tranquila, hablaba de esta canción.- Dijo mostrándome el móvil con el nombre de la canción que acababa de empezar a sonar.

-¿The Kiss eh? ¿te gusta el rock?- Pregunté mirando directamente a Shu con una sonrisa en la cara.

-Digamos que es uno de los géneros que más soporto.- Dijo este dirigiéndome una mirada rápida y una sonrisa triunfal. Con las mismas volvió a agachar su cabeza hacia el teléfono.

-¡Vamos, más rápido, más rápido! Deja de entretenerla Shu.- Dijo Reiji, este le contestó con un ruido de reproche.

A los 30 segundos más o menos entramos en un aula. Me senté en primera fila para poder escuchar atentamente lo que decía el profesor, como siempre hago en mi  mundo, solo que en mi mundo tengo a mis hermanas alado mía, como las echo de menos, ay dios, rezaré un rosario para no morir rodeada de tantos vampiros. El profesor entró, era un hombre alto, de pelo castaño, con los ojos grises y con una barba de una semana.

-Abrir el libro por la página 32, hoy continuaremos con la piedra agata azul y el atraso que supuso la aparición de la misma para  la caza de los vampiros en el siglo V.- Comentó el profesor, parecía bastante decente, mucho más que los alumnos que me miraban y me hacían gestos indicándome que iba a morir. Curiosamente este profesor tenía los mismos aires de superioridad que Reiji, no pude evitar reírme por lo bajini comparando a ambos.

Terminó la clase y nos quedamos últimos Reiji y Shu. Este último se encontraba al final de la clase con la cabeza apoyada en su brazo que reposaba estirado encima de la mesa. Continuaba con sus auriculares y se le veía con un lápiz en la mano garabateando algo en su mesa. Me acerqué cuidadosamente para ver que hacía. Toda la mesa estaba repleta de dibujos.

-Hola de nuevo, ¿con que te gusta dibujar eh?- Pregunté sonriendo. Este me ignoró y grité mas fuerte pensando que sería cosa de los auriculares.

-¡¿Holaaaa?! ¡¿Que estas dibujando ahora?!- Por fin dijo algo.

-Bah, cosas mías, no te importa.- Cogió su libro y salió por la puerta, sólo quedábamos Reiji y yo.

Este se acercó a mi con los andares de un león que va a cazar a su presa, asustada fui retrocediendo hasta que no pude más porque choqué con la pared.

-Estaba esperando ansioso este momento.- Me dijo con los ojos brillantes y la baba resbalando por sus colmillos.

-¡No te acerques a mi!- Grité con tono amenazador, no sirvió de mucho.- ¡Escúchame señorito "soy educado pero sádico", no me das miedo, mis hermanas están ahí fuera y en cuanto me escuchen gritar, vendrán y desearás haberte muerto antes y haberte quedado como un insignificante cadáver!- Grité de nuevo señalando la puerta.

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