{ Capítulo Uno }

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• Capítulo Uno: "El Comienzo"

{ Narra Merida }

05/03/14, Querido Diario:

*Primero que nada: no puedo creer que esté haciendo esto. Le estoy contando mi día a un pedazo de papel rosado... Pero es lo que las chicas normales hacen, ¿no?*

Hace poco mi madre me inscribió en una escuela, ¿No es INCREÍBLE? ¡Todavía me cuesta creerlo!

TODA mi vida soñé con salir fuera del reino y tener amigos. Pero sólo podía contar con mis hermanos o Angus (mi caballo♥) ya que hasta ahora tenía clases particulares en el castillo, y no me permitían ir a lugares que se encontraran fuera de algún clan. Mis papás son demasiado ANTICUADOS. ¿Te imaginás lo que esto significa para mí? ¡DIOS, ES GENIAL!

Debo decir que me costó trabajo convencerla, ¡pero lo logré! Aunque bueno, mi madre dice que una princesa no puede ir a cualquier escuela. Entonces, me inscribió en el "Instituto Para Jóvenes Especiales Y Súper Héroes" o, abreviado, en la I.J.E.S.H. No me molesta, de todos modos sigue siendo un instituto, con amigos, profesores y todo.

~Mérida.

06/03/14, Querido Diario:

Hoy mi mamá me dio una LARGA charla diciéndome que me dejaba ir a la escuela, pero que no tenía que olvidar que sigo siendo una princesa, y que no podía traer a cualquier clase de gente al castillo. No entiendo muy bien a qué se refiere con "cualquier clase de gente"… Pero igual, no le presté mucha atención (como siempre). También me habló sobre los novios, y me dijo que quiere que traiga a un "joven decente y adecuado para una dama". Por Dios, ¿yo? ¿Con novio? No sé… Vos ya sabés quién me gusta, pero no quiero novio, ni a él ni a nadie. Realmente no me interesa, nunca tuve novio, y pretendo seguir como estoy. Sin novio, sin problemas.

Bueno, te dejo porque es tarde y ya tendría que estar dormida. Mañana es mi primer día, ¡no quiero llegar tarde! Te escribo mañana, ¡deseame suerte!

Espero poder dormir D:

~Mérida.

[ ... ]

Escuché unas pequeñas campanas sonar, como si estuvieran a kilómetros de distancia. Mis pies se movían solos, y no podía detenerlos. Caminaba hacia una luz blanca, y a medida que me acercaba, el ruido iba siendo cada vez más fuerte, hasta que llegué a la luz. La toqué con un dedo y de repente aparecí en mi habitación, acostada en mi cama, a oscuras. Apagué mi despertador, 07:00 am. Me levanté bostezando y abrí las ventanas para dejar que entrara la luz. Pero el cielo estaba gris y los únicos rayos de luz que se apreciaban eran relámpagos. Me refregué los ojos y estiré mis brazos.

- Qué sueño tan raro.

Corrí al baño, me di una ducha, me sequé, me lavé los dientes y volví a mi habitación (con una toalla enroscada en el cuerpo) a probarme el uniforme. Nunca me interesó qué ropa usar, mi mamá siempre me da esos vestidos incómodos y ajustados de princesa que tanto odio.

Me lo puse y corrí al espejo. Al fin, algo en lo que se puede RESPIRAR.

- Es cómodo, es lindo, no me apreta y puedo usar mis flechas sin romper ninguna manga. - Dije, imitando la pose de un arquero y comprobando la flexibilidad de la tela. A veces los vestidos eran TAN ajustados que... Bueno, terminaban descocidos... Por todos lados. - ¡Es perfecto! Aunque demasiado… ¿Negro? - Reí. Me acuerdo cuando fui al negocio, había muchos modelos distintos de uniformes, pero todos eran color negro como este. ¿Es una escuela gótica o qué?

Fui hacia mi armario, y de ahí saqué una pequeña caja de oro que me regaló mi mamá cuando tenía ocho. La abrí. Dentro de ella estaban todos los collares, anillos, pulseras y aros que mi mamá me regalaba a medida de los años. Casi siempre por mis cumpleaños. Revolví todo hasta que encontré lo que buscaba.

Luego del incidente de Mor'du, mi papá (sí, PAPÁ) me regaló un anillo de plata con la forma de un dragón como manera de disculpas (ya que me había encerrado en mi habitación por decirle decirle que mamá era un oso, y en realidad le estaba diciendo la verdad. Digamos que casi la mata por no confiar en mí). Fue muy importante para mí, ya que mi mamá me contó que para nuestra familia, el dragón significa realeza, valentía y libertad.

Me lo puse, tomé mi bolso con mis libros, peiné un poco mi cabello (Bueno, peinar es una forma de decir. Mi pelo es INCONTROLABLE), agarré mi paraguas y un abrigo (por las dudas) y bajé a desayunar.

Entré en la gran cocina, tomé a escondidas unos pastelitos, y fui a la mesa. Mi mamá me miraba con desaprobación, yo no entendía que problema tenía con la ropa. ES. EL. UNIFORME. YO NO LO INVENTÉ, MAMÁ.

Me senté junto a mi familia. Ahora, la nueva historia que mi padre le contaba a mis hermanos trataba sobre mí, sobre cómo liberé al espíritu atrapado de Mor'du, y sobre mi mamá, quien me había salvado. Desayuné entre risas, me despedí de mis papás y de mis pequeños hermanos (no sin antes darles a escondidas algunos postres) y me fui a la parada del autobús.

Ni bien crucé las puertas del castillo, un gran trueno sonó. Me puse el abrigo azulado y comencé a caminar hacia la parada mientras golpeteaba el paraguas contra mis rodillas. Quedaba cerca, casi a dos cuadras del castillo.

Las primeras gotas de lluvia no tardaron en aparecer, el cielo gris se había vuelto negro. Abrí mi pequeño paraguas y seguí mi camino, saltando los charcos de agua.

En pocos minutos llegué. Había un cartel amarillo con un micro dibujado, y al lado, una pequeña banca. Me senté y observé el cielo. Las gotas ya no eran tan inofensivas como antes, eran más grandes; llovía a cántaros.

Pensé en mi mamá. Creo que le debe estar dando un infarto en este momento. Iba a llamarla al celular, pero cuando lo quise desbloquear, descubrí que estaba sin batería.

"La llamo luego desde el teléfono de la escuela.", pensé.

En el lugar no había nadie más que yo, y un chico que estaba apoyado en el cartel. No me vio venir, él miraba la calle, esperando que el autobús llegara. Tenía puestas unas zapatillas Converse blancas, un pantalón negro, una camisa blanca, una corbata negra y una campera impermeable. Traía la capucha de la campera, protegiéndolo un poco de la lluvia, y tenía las manos en los bolsillos. Aunque como no traía paraguas, se estaba empapando.

Me dio lástima verlo así, él debía estar maldiciendo al conductor. Miré mi paraguas. Ñe, es suficiente como para los dos.

- Eh, hombre, te estás empapando. - Le dije. Él volteó y rió.

Ahora que lo vi de frente, ya sé quien es. Mi corazón comenzó a palpitar a unos... 240 latidos por minuto. Él es Hiccup, el Príncipe Vikingo de Berk (Y ESTÁ RE BUENO). Su reino es muy conocido por ser el único que se relaciona con los dragones, y no exactamente matándolos. A mí me gustaba. GUSTABA. Antes, cuando tenía quince... Recuerdo que desde que era una niña venía a mi casa a cenar junto su padre, ya que mi papá y el suyo son muy amigos. Me pregunto si se acuerda de mí.

- Me parece que me mojé un poco, ¿no? - Respondió con una sonrisa. 

- Mi paraguas es grande, si querés lo compartimos, no hay problema. - Le dije. Él miró para abajo unos segundos, luego alzó la vista y asintió sonriendo. Se acercó y se sentó en la banca, pero se sentó un poco lejos y el paraguas no llegaba, así que seguía empapándose.

- Acercate, no muerdo... A veces. - Le dije sonriendo. Él se acercó tímidamente y se sacó la capucha... ¿Se acordará de mí aún? - Por cierto, soy Mérida.

- Ya sé, te conozco. - Dijo sonriendo.

¿Se acordaba de mí?

The Big Four (En El Mundo Actual).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora