La Capitán

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       El mundo estaba empezando a experimentar la civilización, un nuevo continente había sido descubierto, nuevos poderes habían surgido, pero aún quedaban los antiguos piratas, gente de mala calaña, tramposos, tiranos y sucios, siempre pretendiendo dominar los mares y habiéndoles imposible la vida a los demás.

Un día cualquiera amanecía en uno de los muchos puertos de Danto, capital del estado de Tempos. Los barcos ya estaban preparados para salir desde hacía un par de horas. La gente del puerto se extrañaba por la inusual cantidad de galeones de la armada, generalmente los barcos que abundaban por esa zona eran simples barcos pesqueros y muy de vez en cuando había alguno de estos galeones para vigilar el orden; la gente era honrada, simples pesqueros y campesinos con sus familias así que no sucedía muy a menudo. Pero esa mañana era distinta, algo se traían entre manos los soldados.
Cuando el sol hubo salido del todo se empezó a apreciar movimiento entre los barcos. Una carroza apareció por la avenida principal del puerto, y los curiosos allí reunidos se dieron cuenta de que lo que fuese que se trajesen entre manos era muy importante ya que del carruaje bajo la conocida Capitana Luc, conocida por ser la primera mujer en alcanzar un puesto tan alto en la armada y por sus innumerables victorias, tanto contra los piratas como los indígenas, aunque se sabía que era muy joven, entre los 20, todos la respetaban, incluso las leyendas que han en torno a ella aseguraban que unos piratas se habían arrodillado ante ella. Junto a ella bajaros dos hombres vestidos con el traje azul de la armada, entre ambos portaban un gran cofre negro con correas de cuero.
— Ponerlo en mi camarote y no le quitéis los ojos de encima— su voz melodiosa que podía tranquilizar  hasta al más cruel entre los hombres transmitía una autoridad propia de un rey. — James— dijo llamando al tercer hombre, este con un distintivo en el traje que indicaba que el era El Segundo al mando, — prepararos para zarpar.—
Una vez todos sus hombres en el barco la Capitana se dio media vuelta y se dirigió hacia una taberna cercana a sus naves. Sus pasos demostraban confianza, y la manera de mirar fiereza, ningún hombre que la conociese se atrevía a ponerse en su camino. Su traje verde y amarillo despuntaba entre la multitud.

— ¿En qué puedo ayudarla?— el dueño de la taberna parecía receloso.

— A quien tenemos  en la lista— dijo está pasándole un pequeño saco con algo metálico disimuladamente. Al tabernero se le iluminaron los ojos al ver la sustanciosa cantidad de dinero que se le ofrecía, y haciéndose el distraído fue a por unos rollos de papel.

— Esto es lo último, llegó ayer por la tarde— dijo mientras se los entregaba junto con un saco lleno de cereales.
La Capitana no dijo nada más y decidió llevarse dos sacos más de cereales con ella; pidió ayuda a los hijos del tabernero a que la ayudasen a llevarlos a cambio de unas monedas.
Ya lejos de la costa y habiendo dejado todas las órdenes claras, se dirigió a su camarote a mirar por primera vez los papeles. Era consciente de que la podían timar, pero confiaba en el tabernero y no quería que por un descuido nadie se enterase de cómo realmente se había ganado su prestigio.

— Descansen, ya vigilo yo— les dijo a los hombres que se encontraban en su camarote con el misterioso a cofre.

— Tienen permiso para dormir— añadió su mano derecha mientras entraba en la estancia y se ponía a mirar por la ventana.

El camarote era una verdadera sala, merecedora de la nave a la que formaba parte, Conquistas II, había cruzado y navegado todos los océanos del mundo conocido, con tormentas, tornados, remolinos. Había soportado nieve, sol, cañonazos... y seguía a flote. Era una sala grande con unas ventanas recién reparadas, un escritorio lleno de papeles y a un lado tenía una pequeña habitación para el capitán.
La Capitana tomó asiento he hizo un hueco en la mesa como pudo, le gustaba el orden, pero no se le daba muy bien mantenerlo en su propio escritorio.

—  Que has conseguido esta vez— dijo James cerrando la puerta y colocándose al lado de la capitana.

— Eso voy a ver ahora— dijo muy seria mientras extendía los papeles. Eran carteles de se buscan de piratas, con precios a su cabeza.

— ¿Nuevas caras?—

— Solo una James— dijo pasándole un cartel con un hombre retratado, no le sonaba la cara de nada. — La mayoría ya los hemos apresado— dijo mientras ponía cuatro carteles a la izquierda, — estos nunca los hemos encontrado— e hizo otro montón con tres carteles a la derecha.— Cuando movió estos carteles se cayó uno que no había visto, lo cogió del suelo y su cara permitió ver un gesto de asombro que enseguida cambio por un ceño fruncido.

— Está no la habíamos visto nunca— dijo James sin disimular su asombro.
El cartel mostraba a una mujer pirata, la verdad no se veían muchos piratas mujer; se podía apreciar que había dado bastantes problemas por qué era la que más alta tenía el precio a su cabeza después de "Dientes Negros" el pirata más asqueroso, y Sian To, pirata de los mares orientales.

— Cierto. Pero lo que me preocupa es que no nos la hayamos encontrado todavía—

— No han tenido ocasión, recuerde que llevamos ya varios meses acompañados por otros dos navíos y haciendo de mensajeros— apunto James con desencanto en la voz.

— No se preocupe Segundo, este es el último encargo de este estilo y luego podremos dedicarnos a nuestra verdadera misión.
Quiero llegar pasado mañana así que diles que desplieguen las velas y que aprovechen el viento a favor.—

— Así se hará—

Luc se quedó sola en su camarote y aprovecho para hacer cálculos de tiempo y a planificar rutas. Más tarde subió a cubierta pata manejar ella misma el timón y así dar descanso a sus hombres. Ella era consciente de que al igual que otros la odiaban, como los otros capitanes por tener más rango que ellos, sabía que su tripulación la apreciaba, siempre procuraba que estuviesen bien alimentados y descansados, y si necesitaban permiso para quedarse en tierra, lo solía conceder, siempre y cuando hubiese una razón.

Surcando Nuevos MaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora