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No podía detener las lágrimas que recorrían mis mejillas.

— ¿Por qué haces esto? —escupí sintiéndome patético.

Ella aun me miraba, parecía como si estuviera a punto de llorar, con sus ojos claros cristalinos y su ceño fruncido con sus labios ligeramente elevados.

— ¿Qué no es obvio? Te estoy terminando.

—No te pregunte eso... ¡Por el amor de Dios! ¡Estamos a dos semanas de casarnos!

Ella paso sus manos a través de su largo y espeso cabello.

—Me di cuenta de que esto es un error, ya no quiero casarme contigo.

Solté todo el aire contenido sonando como un gruñido. Lleve mis manos hacia mi pelo y tire de él. Estoy desesperándome con toda esta situación.

—Apenas hace unos días... me decías cuanto me amabas... ¿era eso mentira? —susurre apretando los dientes.

—Sí, lo era —contesto ella, fría y distante de repente.

Me falta el aire, siento que me ahogo sin ningún esfuerzo y mis rodillas me abandonaran en cualquier momento.

—Berenice... —alargue mi mano lentamente para sujetar la suya y cuando la sostuve entre la mía sentí que podía arreglarlo—. ¿Qué es lo que hice mal? Dime... dímelo y lo arreglare.

Ella se alejó soltándose bruscamente.

—No has hecho nada Elliot.

No, no. No puedes irte. No ella. No cuando fue difícil entregarle mi pasado para dejarlo ir.

No puedes dejarme cuando te he dejado entrar de esa manera. No cuando llegaste hasta un punto en el que nadie ha logrado hacerlo.

— ¿Qué es entonces? ¡Maldita sea! —camine en círculos en la habitación tirando lo que había a mi paso. Necesitaba descargarme contra algo.

—No es importante —lejos de inmutarse parecía exasperada.

— ¡Lo es! ¡Así que habla de una buena vez!

—Elliot.

—Berenice.

— ¿Podrías...

—Eres la que me está dejando, merezco al menos saberlo, ¿no crees?

—Realmente no...

— ¡Dilo!

—Elliot...

— ¡Por el amor de Dios!

— ¡Me enamore de alguien más!

Me sentí chocar contra un muro invisible entre nosotros. ¿Cuándo siquiera...?

—Es un buen hombre, es escritor y es de España —comenzó a decir con sus mejillas tiñéndose de un rojo intenso—. Ya... ya no sentía lo mismo por ti, no me... no me sentía viva como lo estoy con él —ella veía hacia el vacío mientras pronunciaba aquellas palabras—. Elliot yo... Yo lo amo —esta vez me miro al decirme eso.

La mire, la mire y la mire hasta dejar grabado en mi mente este momento. Asentí ligeramente con la cabeza. Me acerque a ella con paso lento y me incline besando su frente.

—Está bien... está bien... está bien... —logro decir sintiendo mi garganta desgarrada.

Ella se aleja llevándose sus cosas, abre la puerta lista para irse pero antes se detiene justo a mitad de camino.

—Si te amé, demasiado, como nunca había amado a nadie.

Fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta despacio tras ella.

Se fue, y con ella mi corazón destrozado.

Esvaziando a mente ☕Where stories live. Discover now