Un día después de lo ocurrido..
Iba caminando por el pasillo. Trataba de relacionar todo. Tres días. Algo no iba nada bien, y eso me ponía en peligro. Cambio de planes, regresaré a Viena, no puedo permitir que me hagan daño ese par de paranoicos. Empacaré mis maletas y tomaré el primer tren al amanecer. Me dirigía a mi habitación hasta que oí un ruido salir de ella. Me alejé pero después me percaté de que alguien sollozaba.-¡Lina!-la miré con atención, sus manos sangraban, miles de cristales incrustados en su carne eran los causantes de su dolor.-¿Qué ha pasado?-me arrodillé para estar a su altura.
-De esto le hablo joven Keller-dijo mirando sus manos-tiene que escapar.-murmuraba cada palabra para que nadie la oyera.
-¿Quien le hizo esto?-pregunté suplicante
-Algo con ojos tan negros que ni siquiera humano parecía, su piel pálida y gélida, su boca...-temblaba al describirlo-tenía sangre, mi sangre.-soltó en llanto. La abracé. Estaba helada como un cadáver, había perdido sangre evidentemente.
-Vámonos-la miré-salgamos de aquí
-Pero joven Keller yo no pue...-la callé con un beso, fue rápido pero apasionado. Debía de tranquilizarla de algún modo-¿Dónde están las vendas?-le pregunté
-Debajo de la cama-señaló con admiración
-De haber sabido eso desde un principio no hubiera ido a que me curaran esas "brujas"-bromeé y ella abrió los ojos como platos.
-¿Ya las conoce?
-Bueno, no quise decir eso-reí por lo bajo
Saqué las vendas y poco a poco saqué los cristales de las palmas de sus manos. La curé rápidamente.
-Un hombre como usted debería haber sido inmortal. A veces las personas equivocadas se convierten en los peores monstruos, incluso lo mismo que eran antes de convertirse.
Comenzaba a creer que Lina estaba un poco loca también. Debíamos de salir de inmediato.
La puerta de mi habitación se cerró no podíamos salir, alguien le puso llave. Traté de romper la ventana y no pasó absolutamente nada, miré a uno de los árboles y allí estaba uno de los cuervos que me atacaron aquella noche, observando, acechándome.
-Es imposible-dijo Lina asustada-alguien le puso llave. Tengo una llave en mi bolsillo.a
-Perfecto-iba a abrir pero oímos varios estruendos, por debajo de la puerta vimos que las velas del pasillo se apagaron. Se oyeron gritos terribles.
-Max-murmuró y se aferró a mí débilmente. Era la primera vez que me llamaba así.
-Saldremos de aquí hasta la mañana entonces-le prometí
Pasaron varias horas, la puerta seguía cerrada. Lina se había quedado dormida, la arrullé para tranquilizarla su pulso estaba demasiado acelerado, como si una pequeña liebre hubiera escapado de las garras de un temible lobo. No sabía exactamente qué pasaba, pero era algo terrorífico como para haberla asustado de ese modo. Le canté una de las canciones que mi madre solía cantarme cuando le temía a la oscuridad o cuando los rayos iluminaban mi ventana, al parecer Lina también le tenía pavor a los relámpagos.
Sus rizos dorados caían en mis piernas, podía acariciar su suave rostro. Parecía un ángel , lastimado e indefenso. Al acomodar su cabello me percaté de que una herida marcaba su cuello, era una mordida. Dos hoyos. La sangre que se había escurrido antes ya estaba seca. ¿Qué criatura tan extraña pudo haber hecho esto? Ella mencionó al chico de ojos negros, o un animal.
A la mañana siguiente todo sería diferente, me iría de aquí. Lina buscaría una nueva vida y dejaría de ser la prisionera de esta casa.
Sólo debía de esperar.
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Susurros al bosque
VampireNo sólo las heridas duelen, no sólo las bestias son despiadadas. Siempre hay una razón. Detrás de cada frialdad hay siempre un duro pasado.