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-Pequeños míos!- Dijo el abuelo acercándose a nosotros. -Como los extrañé.

Llegó hasta nosotros y nos abrazó, como si no nos hubiese visto en años.

-Abuelo no somos pequeños.- Dije haciendo pucheros.

-Claro que lo son, siempre lo serán para mí y su abuela- Dijo el tan feliz.

-Pero si Alex tiene 22 y yo 18. Estamos muuuy grandes- Dije orgullosa.

-Nora, no deberías haber dicho eso, tal vez lo hagas sentir viejo.- Me susurro Alex al oído.

-La edad de abuelo la tiene- Dije graciosa. El abuelo habia vuelto a su asiento junto con sus libros.


Luego de estar un rato con el abuelo, hablando de como nos había ido estos meses en la escuela, los amigos, parejas y eso... Le pregunté que eran esos libros.
El solo me dijo que hace tiempo los tenía guardados en el ático de su antigua casa, porque no los usaba, dijo que eran de cosas paranormales, misterios y cosas antiguas que uno se aburre de escuchar.

Estaba cansada al igual que mí hermano, entonces le pregunté a mí abuelo donde nos íbamos a quedar a dormir, me dijo que la habitación de enfrente a esta era la mía y la de al lado de esta era la de Alex.
Salí de esa "oficina" y me dirigí a mí habitación provisoria, Alex me seguía el paso, al salir de la oficina de mí abuelo y quedar enfrente de un pasillo con varias puertas de color roble oscuro, visualize las de enfrente de esta oficina, las puerta con mi nombre colgado en la perilla de la misma, sin pensarlo dos veces tome las perilla de ella y me adentré a la habitación de mí gusto, con una ventana bastante grande y cortinas color turquesa, tenia una cama para dos personas y una televisión en frente de ella, en la parte derecha de la habitación se encontraba un armario y en la izquierda una puerta que supuse que llevaba al baño, sin pensarlo dos veces me quite los zapatos y me adentré en la cama para tomarme una buena siesta.



Me desperté con pereza, mire la hora y me di cuenta que dormí como cuatro horas, asi que me levanté y salí de la habitación en busca de alguien. Baje por las escaleras y me encontré a mí abuela en la cocina, con algunas ollas y sartenes en todos lados, fui a la isla en frente de ella y me senté mirando todo lo que hacía, me miró, me sonrió y me dijo:

-Ve a buscar a tu hermano, está en el patio trasero, dile que en unos minutos está la comida lista.

Solo asentí y fui en busca de Alex.

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