Día 2.

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Esas batas blancas, tan limpias, pero representaban dolor así como también alegría.

Sonreí, aunque sinceramente no tenía ganas. César estaba allí, de hecho, algunas de mis otros familiares estaban aquí.

Todos tenían rostros preocupados, mi tío Billy y mi tía Tamara oraban y oraban por mi tía Constanza.

Mamá, quien había tomado un viaje rápido hacia acá se encontraba en una esquina hablando en susurro con Ernesto, mi primo el hermano de César.

Graciela también lucía preocupada, eso era extraño.

Esa noche decidimos quedarnos a dormir en la clínica.

Por mi tía Constanza.

·Lágrimas Masoquistas·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora