Matías despierta con mucho frío y partes de su cuerpo algo adoloridas, pero siente que algo más estaba encima de él. Mira y ve que es Emanuel, lo estaba abrazando. Matías simplemente se acerca y le da un tierno beso en la cabeza. El mayor ve que a su lado se encontraba un frasco de pastillas y una botella chica de agua. Desesperado toma el frasco, lo abre y toma una pastilla. Después bebe el agua con mucho gusto.
Esas pastillas eran la medicina que debía tomar prolongadamente. Emanuel se despierta debido a los movimientos de Matías. Ambos se miran pero no sabían cómo reaccionar debido a todo lo sucedido. Emanuel se levanta y le da la espalda, el mayor también se pone de pie, mira con normalidad al joven. Cada vez era más difícil afrontar la situación sin embargo no podía quedarse todo así.
—Además de lo que hiciste... Me mentiste a la cara. —Matías mira apenado el suelo, el joven en parte tenía razón.
—No Emi, no es así, te amo. Te amo más de lo que pude amar a Any y eso que ella fue el gran amor de mi vida, la madre de mis hijos pero ahora mi corazón es sólo para ti.
—Tenés actitudes que me asustan... Es como si el dolor y sufrimiento de otros te excitara mucho a más no poder. —Al escucharlo, Matías levanta la vista, ve que Emi sigue de espaldas pero sus piernas estaban juntas y con los brazos cruzados.
—No te niego eso... Me encantaba escuchar sus gritos, implorarme misericordia ¿Sabes quién mi primera víctima? Mi madre, cuando tenía 17 estaba en pareja con un chico de 12. Un día logré que lo dejen dormir en mi casa, esa noche queríamos hacerlo, nos animamos. Y cuando yo estaba disfrutando al penetrarlo, la puerta se abrió pero una voz en mi cabeza me decía "¡Matías, tú sigue, tú sigue!" y cuando estaba acabando, una mano me jaló fuerte mi pelo. Era mi madre, claramente no aprobaba mi sexualidad, entonces me tiró de la cama y de ahí se puso a golpear a mi pareja, no podía dejar que eso pase. Entonces lleno de furia salté hacia mi madre y empecé a estrangularla en el cuello con todas mis fuerzas... Sus gritos... Me animaban a más... Entonces le torcí el cuello, mi madre cayó muerta. Con respecto al niño, mi padre tuvo que pagarle a su familia para que se vayan a New Jersey, tuvimos que hacer milagros para que esa muerte pase por alto. Diferentes versiones se dieron con respecto a su muerte, entonces mi padre se hizo cargo de la parte de mi madre.
— ¿También mataste al padre de Gustavo?
—No, ahí no tengo nada que ver.
—Matías... Quiero odiarte... Quiero matarte... Quiero que pagués ante la ley por lo que hiciste, pero... —Contiene sus lágrimas— No puedo hacerlo... Quiero pero no puedo porque hay dos pequeños esperándote. Pero... Tengo que cumplir con mi deber.
—Emi... Tú has todo lo que tengas que hacer, merezco eso y más pero al menos no me prives de ver a mi hijo cuando nazca.
¿Su hijo? Emi todavía no estaba seguro de quien podría ser el niño o niña que venía en camino. Ya que también había la posibilidad de que otro sea el padre. Pero él no se quedaría de brazos cruzados. Cuando Emi estaba por responderle, Héctor, Miguel y otros oficiales entran al laboratorio. Emanuel se sorprende al verlos ya que todavía no era la hora de que ingresen allí.
—Buenos días, hoy vamos a pasar a la parte más linda de todo esto, oficiales llévense al señor Blade fuera de aquí por favor.
Los policías agarran a Matías. Sin embargo éste se resistía, a los oficiales se les complicaba retenerlo. Hasta que finalmente logran esposarlo y a la fuerza empiezan a llevárselo fuera. Mientras lo hacían, Matías dijo.
— ¡¿Ves Emi?! ¡Todo el mundo nos quiere separar! ¡Ellos no saben qué puedo hacerte feliz! ¡Feliz a mi lado! ¡Todos me odian!
— ¡Saquen al loquito de acá!
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No Soy Quien Crees
RandomEmanuel Evangeline es un inocente policía de trabajos encubiertos, el cual debe custodiar a la última víctima de una red de prostitución. Para lograrlo se infiltrara en una empresa que es la que aparentemente maneja ésta trata. Lo que Emi no espera...