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Hiciste que mi vida infernal fuera mejor a ratos, o a veces me hiciste quemar en llamas por el dolor.

¿Aguantaría como aguanté yo el dolor?

No hay corazón más puro que el de una niña.

Pero ese fue tú error, creer que ahora, al ser inocente, te perdonaría todo lo que me hiciste.

Y no, hasta tu propia mente te engañó.

Porque papá, esa niña dulce ya murió.

¿Como me ves? ¿Llorando?

Oh no, señor, no.

No más llantos por mi jodido roto corazón.

Que de estirarse tanto ya murió.

Gracias papá por enseñarme la cruda realidad desde bien pequeña.

Besitos.

Tu hija.

Cartas para papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora