Peter Parker

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Advertencia: No.

Electra entró en pánico cuando vió a su mejor amigo entrar por su balcón, herido. Hace ya una semana que él le había confesado que era ni más ni menos que Spiderman.
No sólo lo había hecho porque Electra era su mejor amiga, sino también porque quería enamorarla. Pensaba que el decirle que era un héroe, casi un vengador (como Peter solía decirse) iba a sorprenderla a tal punto de parecer una novela barata de romance, pero no, sólo logró preocuparla por sobremanera.

-¡Peter! -Lo tomó en brazos cuando este cayó débil sobre ella. Con algo de esfuerzo y ganas de romper en llanto, lo recostó en su propia cama, y desapareció rápidamente en busca de toallas húmedas, agua, algodones y alcohol etílico.

-No, no, no -Murmuró casi en un susurro con los ojos cerrados, agotado, cuando su olfato captó el olor del alcohol. -Sólo ven, recuestate conmigo.

-Ya cállate - Dijo sin prestarle atención y con gesto de dolor para con Peter, colocó una de las toallas mojadas en las heridas del rostro de su mejor amigo. Luego, presionó el centro del traje y pudo bajarlo con ayuda de Peter, dejando su pecho desnudo, donde siguió limpiando la sangre de a poco. Lo curioso era que Electra no le prestaba atención a las heridas, sino rostro con el ceño ligeramente fruncido de Peter. Analizaba todo; su nariz, sus labios, su piel pálida con cortes que amenazaban en volver a sangrar, sus ojos. Sus ojos que se abrieron, asustando a la chica y logrando una sonrisa en él.

La sangre ya no predominaba, pero sí los quejidos de dolor en la habitación.

-Lo siento, Pete -Tomó la mano del herido cuando acercó uno de los algodones con alcohol a la herida más profunda de su pecho. Peter apretó la mano, no sólo por el dolor sino porque le gustaba ella. Le gustaba saber que ella era la que lo estaba curando, la que se preocupaba por él.

Había pasado una hora y ambos estaban más tranquilos, por su parte, Peter estaba en su cama con un té de manzanilla en manos y pequeñas banditas en el rostro y pecho. Le estaba contando lo que había pasado y cuando la joven estaba por reprenderlo por meterse con un grupo de matones extremadamente armados, él la interrumpió. No podía callarlo más, no podía con ello.

-Electra, espera -Dejó el té de lado y se acomodó en la cama ajena, quedando lo más recto posible. -Tengo que decirte algo, y...y no puedo no hacerlo, ¿Sabes? Es difícil pero, uh, bien -A todo esto más que nerviosa, Electra se reía ante las palabras de Peter. Para ser sinceros, ella esperaba lo que a continuación iba a decir. Peter estaba raro últimamente y creía saber la razón. -Me gustas y...me gustas como algo más que mejor-

Y está vez era el turno de Electra de interrumpirlo, pero con un beso.

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