Cinco de la tarde. Día sábado.
El doctor Han salió apurado. Tomo una camiseta informal, unos jeans negros, una chaqueta algo holgada y partió. No se dio ni siquiera tiempo para cerrar la ventana de su departamento que daba hacía el río. Era seguro que al regresar se encontraría todo repleto de mosquitos ¡Cuánto los detestaba! Pero eso no importaba, cada día por medio salía con la misma prisa, con la misma presión en el pecho. De camino compraba pastel, alguna película o un buen libro y seguía. En su auto recién comprado, todo este quehacer era un deleite, y así, se iba lo antes posible.
A esa hora el sol pegaba fuerte, en vez de ofrecer rayos amables arremetía contra los conductores ,cegándolos. Por esto, Hyuk tenía precaución y de vez en cuando amainaba su urgencia escuchando algo de música.
En menos de media hora el campo cultivado de El Centro le saludaba. Las casitas armoniosas de los trabajadores hacían del paisaje algo relajante y por fin, Han Sang Hyuk dejaba de tener prisa.
El Centro era grande a sus ojos, aunque se quedaba chico por sus numerosos pacientes que colmaban de inquietud sus pasillos. Las paredes blancas intentaban hacerlo parecer amplio, pero solo era una falsa ilusión mal tratada. Al dar unos cuantos pasos ya te podías sentir asfixiado y los enfermeros y psicólogos que se paseaban con sus sucias batas blancas no ayudaban,
– Buenos días señor Han ¿Cómo está? – la chillona voz de la encargada de recepción le daba la bienvenida. Ya era un rostro conocido para ese entonces.
– Bueno días Julia. Estoy bien, gracias ¿Dónde está Binnie?
La mujer detrás del mesón sonreía con dulzura, exponía todos sus blancos y chuecos dientes antes de emitir una risita juguetona. Ella adoraba el compromiso que Hyuk tenía al ir casi todos los días a visitar a Hongbin, pero también adoraba la eterna espera que el mayor tenía por Hyuk. Ella adoraba ese amor reprimido en ambos jóvenes.
– En el jardín con Leo.
–Gracias –se despidió Hyuk para poder irse lo antes posible.
Sus pasos eran rápidos cuando se encontraba en ese lugar. Atravesaba un pasillo, una sala con grandes ventanales y un corredor de tres metros antes de poder avistar el jardín. Para suerte suya aquel era un lugar hermoso, con diferentes plantas y arbustos. Colores brillantes, flores que sin duda otorgaban frescura y viveza. A decir verdad ese jardín le aliviaba.
El trinar de los pájaros primaverales generaba un ambiente reconfortante pero antes de poder detenerse para escuchar con más atención esos agradables sonidos, un rostro, una silueta. Algo más hermoso que toda esa naturaleza mezclada le esperaba. Bañado bajo la luz del poderoso sol; un chico con rostro asimétrico, ojos grandes y encandilaste sonrisa. Ahora con el cabello más largo se veía un tanto femenino, aunque su cuerpo trabajado lo desmentía.
Al verlo Hyuk suspiró y como cada vez que lo visitaba reía para sí mismo. No podía dejar de sentirse estúpido por dejar que aquel hombre sin propósito lo tuviera completamente loco.
***
Hongbin era un cautivo. Lo fue antes y lo seguiría siendo hasta el fin de sus días, ese era su destino. Bajo el peso de varios crímenes su nombre estaba manchado, a ojos legales él no tenía oportunidad en el mundo lisito por lo que ya se le había implantado una condena de varios años. Sin embargo para suerte suya, tenía a un competente abogado de su lado y dicha condena se redujo a cero; en términos de cárcel claro. Delante de la corte el juez lo declaró incapaz de testificar por sus obvios problemas psiquiátricos y gracias a ello se le consideraba inconsciente de sus actos, de este modo no cumpliría una condena penal. Lee Hongbin sería internado en un hospital mental por treinta años.
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Yerro (Hyukbin)
Fanfiction"¿Qué es lo que lleva a una persona a errar?" Hongbin era un cautivo. Lo fue antes, lo era ahora y lo seguiría siendo. Un cautivo de sus pesadillas. Hyuk era un eterno soñador pero en alguna parte del camino, esas ilusiones comenzaron a desvanecerse.