6 • Confesiones Del Corazón •

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Megan

Toco varias veces la puerta de la oficina de Dylan y cuando éste avisa que puedo pasar, abro y entro.

Su oficina no es diferente a la de Andrew, solo que ésta tiene más cuadros y no hay diván. Solo su escritorio, los muebles, la mesa de café, un mini bar y el infaltable ventanal con la hermosa vista de la ciudad.

Observo a Dylan sentado en su escritorio con el ceño fruncido y hombros decaídos, tiene la vista en algunos papeles en sus manos y levanta su cabeza para mirarme.

—Pensé que no vendrías. —dice regresando la atención a los papeles.

Tomo asiento en una de las sillas frente a él y cruzo mis piernas.

—Siento que te hayas enterado de esa forma Dylan, yo..

—No te preocupes Megan, da igual —se encoge de hombros. Deja los papeles a un lado y me presta toda su atención—. Solo quiero saber tres cosas.

Asiento y lo insto a hablar.

»¿Fuiste a un médico?

—Si, he ido ésta mañana.

—¿Cuánto tiempo tienes de embarazo?

—Un mes y medio. —contesto y me tenso, sabiendo hacia donde se dirige ésta conversación.

—¿Estás totalmente segura que es de Andrew? —inquiere inquisitivo.

Con voz firme y con mi pose más segura que tengo, mascullo:

—Lo estoy. He hecho mis cálculos y todo apunta a que es él.

Frunce el ceño más todavía. Se le ve pensativo, hasta un momento en donde su expresión se torna herida y sus ojos se humedecen.

—¿Sabes? El alma se me fue del cuerpo cuando te escuché decirle a Andrew que estabas embarazada, no porque lo estés, sino por lo feliz y segura que te veías dándole la noticia —se levanta de la silla mientras limpia una lágrima traicionera que recorre su mejilla—. Pensé que tú y yo formaríamos una familia, me casé contigo porque te amaba, aún te amo y me duele saber que te he perdido Megan, me duele ver que alcanzas con otro el futuro que un día tú y yo nos propusimos.

Su vista se centra en el ventanal, de repente no quiere que lo vea llorar o tal vez el paisaje de afuera es más grato que verme aquí, haciéndolo sufrir, aunque sin ninguna intención.

—Dylan tienes que olvidarme, salir adelante. Eres un hombre estupendo y estoy segura que cualquiera estaría feliz de tenerte a su lado. —musito con sinceridad.

Se gira a verme y una sonrisa triste se posa en sus labios.

—Cualquiera menos tú. —aparta su mirada de mi y camina hacia el mini bar.

Lo veo servir un trago de vodka y beberlo todo.

Me levanto y camino hacia él con ganas de apartar el licor de sus manos, definitivamente así no logrará nada. El alcohol lo único que hace es activar más la depresión, llevarlo a un estado de desasosiego y desdicha. Por supuesto que no es bueno para él.

—Deja eso Dylan, ¿desde cuándo eres un hombre que ahoga sus penas en alcohol? —pregunto mirandolo con desaprobación.

—Desde que te perdí joder, desde que no soy nadie sin ti Megan, desde ese día prefiero el maldito alcohol para al menos sobrellevar que no te tengo a mi lado y que estás con otro. —masculla y más lagrimas caen de sus bonitos ojos azules.

Esos que un día brillaban y eran los más hermosos que nunca había visto, ahora están apagados, vacíos, tristes y descontentos. Lo abrazo con fuerza tratando de trasmitirle fuerzas, pero lo único que hace es sollozar más fuerte. Su pecho se sacude y su cuerpo tiembla, él no está bien y yo me siento terriblemente mal, quiero ayudarlo, quiero desaparecer sus penas, sus pesares.

Inevitable Entrega © |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora