O N E

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"Yo no estoy loca" era lo que diría cualquier persona al oponerse mientras te arrastran por los pasillos de un asilo mental, pero yo lo admitía. Giré mi cabeza hacia la izquierda y al mirar por la ventana más lejana (única) de esa horrible habitación, pude ver que estaba oscureciendo y pronto nos llamarían por las medicinas y a comer. La comida aquí era por sección, los de primer grado tenían un alimento nutritivo con Muchas vitaminas y un pequeño vaso de jugo. Los de segundo grado tenían un alimento adecuado para ellos, ni bueno ni malo. Y los de tercer grado, incluyéndome, solamente éramos cinco personas. No conocía a los demás ya que nunca salían de sus habitaciones y ni daban señales de vida. Nosotros teníamos alimento como si estuviera crudo, sucio y un vaso de agua que parece que tuviera granitos de tierra. Todo asqueroso.

"¡¡Salgan ya de sus putas habitaciones y bajen al comedor!!"

Esa era la inconfundible voz de la Doctora Miller, la asistente más vieja de este lugar y con más historia dentro de aquí. Abrí la puerta de mi habitación mirando hacia todos lados y la puerta de la habitación 168 estaba junta, la curiosidad mató al gato. Pensé.

Cerré de forma silenciosa la puerta de mi habitación y me acerqué a paso lento y sentí una corriente de aire pasar por mi lado. Me asusté y pose mi mano sobre mi pecho, solte un suspiro volviendo a caminar esta vez más rápido para poder ver de quien era.

Me sobresalté al ver como las luces se volvían tenues y decidí alejarme de aquella puerta y bajar como un rayo las escaleras.

El olor al pasar por afuera de los baños era putrefacto, nunca había visto algún personal de limpieza aquí dentro.

Me puse en la fila para poder recibir el medicamento y alimento por sección, noté que nuevamente era la única en la fila ya que mis "compañeros" de piso nunca bajaban o se hacían presente.

La comida era realmente asquerosa, el pan estaba duro y los bollitos de carne estaban fríos.
Prefería morir de hambre que comer algo de esta mierda. Solté un suspiro inaudible y me levanté al notar que la mayoría de los internos se dirigía a sus habitaciones. Al llegar a la puerta de mi habitación sentí una mano sobre mi boca, mis ojos se abrieron hasta más no poder. Sentí mi garganta estaba seca por querer gritar.

- Shhh, mientras menos ruido hagas todo saldrá mejor - susurró una voz en mi oído, ronca pero dulce.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas mientras mis ojos ardían.

"Dios, Ayúdame" pensé.

- ¡NO LO MENCIONES! EL NO EXISTE - el chico gritó haciéndome dar vuelta, tomándome de los hombros. Sus ojos eran de un negro intento, el cual iba disminuyendo dejando ver un azul océano.

No sabía que decir, estaba impresionada por todo. ¿El había leído mi mente?

- Ayúdame, ellos me hacen daño, por favor - el ojiazul se arrodilló en el suelo tapando sus oídos.

Un grito ensordecedor se escuchó en el pasillo captando la atención de ambos, el chico en el suelo me miró a los ojos. Estaba llorando mientras en su labio inferior se formaba un puchero.

Sentí como si me hubieran clavado una estaca en el corazón y me arrodillé frente a él tomando sus manos. Todo estaba en silencio y simplemente se escuchaban sus sollozos.

- Tranquilo, estoy aquí -  dije tratando de que sus lágrimas cesaran, pero aún así el seguía.

De un momento a otro nos encontrábamos ambos en el suelo, el con su cabeza en mi pecho como si de un niño se tratase mientras yo apoyaba mi espalda en la pared. Sentía sus suaves ronquidos por lo que supuse que estaba dormido.

Traté de levantarme sin moverlo de forma brusca.

- Hey, despierta, debes ir a tu habitación - mi corazón se había encogido ante esa escena.

El solamente asintió mientras me daba una débil sonrisa.

- Gracias por cuidar de mi Jazmín- ¿Cómo diablos sabía mi nombre?

- No te preocupes, ve a descansar ahora...- dije esperando a que me dijera el nombre, a lo que el respondió "Luke".

Lo vi desaparecer en la mitad del pasillo, para después escuchar una carcajada y un portazo.

¿Que carajo había sido eso?

Entré asustada a mi habitación acostándome inmediatamente en mi cama, tapandome hasta el cuello.

Se escuchaban gotas chocando en la sucia y pequeña ventana de la habitación, con suerte podía caber mi pierna.

Sentí risas en los pasillos, pero simplemente las ignoré. Un fuerte golpe se escuchó en la puerta como si estuvieran tratando de abrirla.

Abrí mis ojos y me acomodé en la cama tratando de no sentir miedo.

Mi corazón se paralizó al ver cuatro sombras en cada esquina de la habitación.

DEMONS; 5sosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora